Año 9, número 443
Luis-Fernando Valdés
Terminó el mes de
octubre con una noticia muy breve sobre un masacre de cristianos en Siria. Para
algunos era una nota amarilla más. Sin embargo, la suma de cristianos
asesinados en los últimos años es superior a medio millón. ¿Por qué este
genocidio de creyentes no es conocido? ¿aquí en qué nos afecta?
Sadad, población de mayoría cristiana en Siria, donde han sido asesinados al menos 45 cristianos por su fe. (Foto: aleteia.org) |
La pequeña ciudad
cristiana siria de Sadad, invadida por las milicias islamistas el 21 de octubre
y recuperada estos días por el ejército sirio. Durante una semana, 1,500
familias completas han sido mantenidas como rehenes y escudos humanos. Al
final, el saldo fue de 45 cristianos asesinado (¡45 no es poca cantidad!) y un
éxodo de unas 2,500 familias. [Nota]
Pero esta
situación no es un hecho aislado, sino un episodio más en la silenciosa guerra
de persecución religiosa contra los cristianos en países de Medio oriente y de
África. El analista religioso norteamericano, John L. Allen Jr., publicó
reciente un artículo con estadísticas escalofriantes. Reproducimos a
continuación sólo unos pocos de esos datos.
“Según el Pew
Forum, entre 2006 y 2010 los cristianos padecieron alguna forma de
discriminación, sea de jure o de facto, en un asombroso total de 139 países,
que es casi las tres cuartas partes de las naciones de la tierra.”
“Según el ‘Center
for the Study of Global Christianity’, en el Gordon-Conwell Theological
Seminary en Massachusetts, cerca de 100,000 cristianos han sido asesinados en
lo que este centro llama ‘situación de testimonio’ cada año en la pasada época.
El resultado es 11 cristianos asesinados cada hora del día los siete días de la
semana y los 365 días del año, en algún lugar del mundo, por razones
relacionadas con su fe.” [J.
L. Allen, 3 oct 2013]
Ante esta
situación tan cruel se ha levantado el muro del silencio informativo, como
ocurrió con el Holocausto, durante la Segunda Guerra Mundial; como sucedió con
el genocidio de Tutsis en Ruanda en 1994.
¡Hay que romper
este silencio! Eso es lo que piden las víctimas. Veamos: El arzobispo sirio Selwanos
Boutros Alnemeh exclama: “Hemos gritado pidiendo ayuda al mundo entero, pero
nadie nos ha escuchado. ¿Dónde está la conciencia cristiana? ¿Dónde está la
conciencia humana? ¿Dónde están mis hermanos?”. [Nota]
El Papa Francisco
también pidió poner atención a estos cristianos que sufre o mueren en la
indiferencia. Dijo: “Cuando oigo que muchos cristianos en el mundo están
sufriendo, ¿soy indiferente, o es un miembro de mi familia el que está
sufriendo?”, y añadió: “¿Estoy abierto a ese hermano o esa hermana de mi
familia que está dando su vida por Jesucristo?” [VIS, ]
El Patriarca
católico de Jerusalén, Fouad Twal, lanzó las mismas preguntas durante una
conferencia en Londres, en 2011. Cuestionó: “¿Oye alguien nuestros gritos?
¿Cuántas atrocidades más deberemos soportar para que alguien, en algún lugar,
venga en nuestra ayuda?”
Este genocidio por
motivos religiosos nos afecta a todos, creyente y no creyentes. Como explica
John L. Allen: “Igual que uno no tenía que ser judío en los 70 para preocuparse
por los judíos disidentes en la Unión Soviética, ni negro en los 80 para
horrorizarse por el régimen del Apartheid en Sudáfrica, uno no necesita ser
cristiano hoy para considerar la defensa de los cristianos perseguidos como una
prioridad.” [J.
L. Allen, 3 oct 2013]
A todos nos afecta
el genocidio de cristianos, porque no podemos considerarnos humanos ni
creyentes si nos es indiferencia el sufrimiento y la muerte de los demás.
Podemos rezar. Podemos ser lectores que exigen que salgan estas noticias en los
medios, para que el genocidio ya no siga oculto y así pueda ser detenido.
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