Año 8, número 379
Luis-Fernando Valdés
Esta semana el Moneyval,
organismo europeo que evalúa el lavado de dinero y la financiación del terrorismo,
emitió su dictamen sobre el Banco Vaticano (18.VII.2012), y dio un diagnóstico
muy favorable. Pero fue la noticia que circuló por el mundo la que resultó
reprobada en transparencia. Una vez más, nos encontramos ante una situación de
ética en los medios de información.
Esta vez ha sido
el vaticanista norteamericano, John L. Allen Jr., el que ha expuesto la
diferente valoración de los medios ante un mismo hecho. Él mismo ya había
pronosticado semanas antes, que cuando Moneyval publicara sus resultados, el
informe estaría “probablemente destinado a provocar titulares confusos y
contradictorios acerca de lo bien que lo hiciera el Vaticano” (All
Catholics Things, 22.VI.2012).
John L. Allen, Jr., reconocido vaticanista norteamericano. |
Y la predicción se
cumplió. El mismo Allen presenta los titulares contradictorios sobre esta
noticias, por parte de varios medios importantes. Associated Press: “El
Vaticano pasa la prueba clave de la transparencia financiera”. AGI: “Reprueba
Moneyval del Vaticano”. L'Espresso: “Moneyval pasa al Vaticano”. RTE: “Serias
deficiencias identificadas en el Banco del Vaticano”.
Es llamativo: ante
un mismo suceso, se dan dos valoraciones opuestas: reprobar y aprobar. Pero,
¿qué dice el informe realmente? Allen analiza el dossier y destaca el
equilibrio de los evaluadores, pues por una parte reconocen lo positivo, como
la rapidez por parte de la Santa Sede “para poner remedio a algunas de las
deficiencias señaladas durante la primera visita sobre el terreno” o como la
disposición del Banco Vaticano “para seguir avanzando para mejorar y modernizar
sus leyes y prácticas”. Y por otra, los observadores señalan que “aún deben
abordarse cuestiones importantes con el fin de demostrar que en la práctica se
ha instituido un régimen plenamente eficaz”.
Portada original del informe de Moneyval sobre el Banco Vaticano. |
Pero el
vaticanista subraya que no apareció en las noticias, un dato que es clave para
matizar los “escándalos” de los meses anteriores: “Aunque ha habido recientes
acusaciones infundadas de corrupción en los medios de comunicación –señala el
informe– no hay evidencia empírica de la corrupción que tiene lugar en la
Ciudad del Vaticano Estado”. Además, Moneyval encontró que “la amenaza de
lavado de dinero y financiación del terrorismo es muy baja”. [Texto
completo del informe]
¿Por qué estás
diferencias de enfoque? Posiblemente, esto se deba a que el dossier tiene 241
páginas, y la noticia tenía que salir al día siguiente. En cualquier caso, la
ética periodística debe dar prioridad a la objetividad que a la prisa. Leer y
analizar todo este informe era algo más que un reto, pero la seriedad del caso
ameritaba que fuera estudiado a fondo.
Es de sentido
común, que si con diagnóstico rápido el médico me indica que debe extirparme un
riñón, yo exija que se realicen nuevos estudios, más serenos y profundos. ¿Quién
tendría prisa en recibir un diagnóstico, cuando está de por medio algo grande?
En este caso, lo que está juego no es tanto la Iglesia cuanto la verdad y la
objetividad, aunque sean difíciles de conseguir.
Sin embargo, en
esta situación percibo algo muy bueno. Hoy hay una gran “sed de transparencia”
por parte de la sociedad. Esa transparencia es el gran requisito para la
confianza. Las personas necesitan confiar en alguien para orientar su vida.
Cuando piden transparencia a la Iglesia, en el fondo, se están planteando
depositar en ella su confianza. Me alegro pues por este proceso de exigir
transparencia.
Para saber más:
Comentario de la Santa Sede al Informe de Moneyval
Para saber más:
Comentario de la Santa Sede al Informe de Moneyval
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