Año 8, número 368
Luis-Fernando Valdés
Las campanas
vaticanas estaban listas para repicar, anunciando la reconciliación de los
lefebvrianos con la Iglesia católica. Pero la reunión del Superior General de
la Fraternidad Sacerdotal San Pío X (FSSPX), Mons. Fellay con los Cardenales de
la Curia dio un giro inesperado. Sin embargo, este intento fallido pone al
descubierto los verdaderos intereses de los involucrados.
Como es sabido
esta Fraternidad fue fundada por Mons. Marcel Lefebvre, quien en 1988 se separó
de Roma, al ordenar cuatro obispos sin mandato pontificio. Desde entonces, han
tenido lugar diversas negociaciones para que esta comunidad cismática vuelva a
la comunión con la Santa Sede.
Mons. Fellay, Superior de la FSSPX. |
En años recientes,
Benedicto XVI levantó la excomunión a los cuatro obispos cismáticos, que pedían
esta remisión para seguir negociando (21.I.2009). El 14 de septiembre de 2011,
como condición para la unión, el Vaticano le propuso a la FSSPX la firma de
acuerdo doctrinal, con el cual esta comunidad debería aceptar la validez del
Concilio Vaticano II. [VIS, 26.I.2009
y 14.IX.2011]
En el pasado 17 de
abril, Mons. Fellay envió su respuesta a Roma sobre la posición de la FSSPX, y
el reciente 16 de mayo, se reunión con un grupo de Cardenales para concretar la
reconciliación. Sin embargo, una ruptura al interior de la Fraternidad ha
impedido que se lleve a cabo la ansiada unidad.
¿Qué ocurrió? El
cambio de rumbo en el proceso se produjo tras la publicación de una carta de los
otros tres obispos cismáticos a Bernard Fellay (7.IV.2012). Ahí afirman que “el
pensamiento del Papa está impregnado de subjetivismo” y que unirse al Vaticano
es “ponerse en las manos de modernistas y liberales.” Y concluyen con una
advertencia a su Superior: “Usted está conduciendo a la Fraternidad a un punto
del que no se puede volver, a una profunda división.” [RomeReports.com, 16.V.2012]
[Ver las
cartas]
Carta de Mons. Fellay a los otros tres obispos cismáticos. |
El Superior les recuerda que “la Iglesia
actual todavía tiene a Jesús como líder. Se tiene la impresión de que ustedes
están tan escandalizados que no aceptan que esto siga siendo verdadero”. Es
decir, una facción de la Fraternidad, en realidad, no cree que Jesús y su
mensaje de que Él custodia a su Iglesia sean verdaderos.
Y luego les hace
la pregunta clave, que encierra otra lección: “Para ustedes, ¿Benedicto XVI es
todavía el Papa legítimo? Si lo es, ¿Jesús todavía puede hablar a través de su boca? ¿Si el Papa
expresa una voluntad legítima que nos involucra, que es buena y que no nos
ordena nada en contra de los mandamientos de Dios, tenemos el derecho a
rechazarle? ¿No creen que si el Señor nos guía, nos otorgará también los medios
para continuar con nuestra obra?”
El tenor de la
discusión cambió claramente de horizonte. Fellay lo desplazó del
tradicionalismo doctrinal y litúrgico al plano de la fe: si el Papa representa
o no a Jesucristo. Esto significa aceptar que el Papado es no está separado de
la Tradición, como hasta ahora sostenía la FSSPX.
Y el mismo jefe de
la Fraternidad quita la cortina de humo que tapaba la gran figura del Obispo de
Roma. “El Papa nos ha hecho saber –escribe Fellay– que la preocupación por
regularizar nuestra situación por el bien de la Iglesia habita en el corazón
mismo de su Pontificado”. Benedicto XVI “sabía muy bien –concluye el Superior– que
habría sido más fácil para él y para nosotros dejar las cosas como estaban”.
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