domingo, 29 de abril de 2012

Monjas “rebeldes” bajo lupa vaticana


Año 8, número 365
Luis-Fernando Valdés

La Santa Sede anunció recientemente que supervisará a la “Leadership Conference of Women Religious” (LCWR), por supuestas “desviaciones doctrinales”. El ex Santo Oficio se encargará del asunto. ¿Volvemos a tiempos medievales? ¿Qué pensar de esto?

La LCWR es una organización que aglutina a la mayoría de las superioras religiosas norteamericanas. En 2008, se inició una evaluación doctrinal de esta asociación, llevada  a cabo por el obispo Mons. Leonard P. Blair, también de ese país.

Con motivo del informe elaborado por Mons. Blair, el Cardenal estadounidense Joseph Levada, Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe (ex Santo Oficio) se reunió, el pasado 18 de abril, con las representantes del LCWR. [Reforma, 19.IV.2012]

Janet Mock, CSJ, Directora de la LCWR,
nombrada el pasado 4 de abril de 2012.
El dossier se refiere a la asociación de superioras y no se ocupa de las órdenes y congregaciones ahí representadas. Pero, según la Radio Vaticana, en el informe se habla de “problemas doctrinales serios que afectan mucho a la vida consagrada”.

La acusación es muy grave: “El informe recoge posiciones no aceptables manifestadas en las asambleas anuales de la LCWR y posiciones de disenso sobre ordenaciones sacerdotales de mujeres, acercamiento pastoral a los homosexuales y afirmaciones de feminismo radical incompatibles con la enseñanza católica”, precisó la Congregación. [La Razón, 19.IV.2012]

Pero la LCWR no sólo puso en duda los temas candentes del debate público, sino también las verdades de fe católica. Por ejemplo, el dossier hace referencia a conclusiones de dichas asambleas en las que se insta a las religiosas a “ir más allá de la Iglesia”, e incluso más allá de Jesús, posiciones que constituyen “un rechazo de la fe” y son “fuente grave de escándalo”.

Como medida correctiva,  la Santa Sede nombró a Mons. James Peter Sartain, arzobispo de Seattle, para contener la crisis doctrinal en la LCWR y dirigir los esfuerzos para renovarla, revisando sus estatutos, que serán presentados para su aprobación a la Santa Sede.

El caso es complicado también por la gran influencia que tiene la LCWR en la Unión Internacional de Superioras Generales (UISG), la cual en el año 2007 decidió, entre otras cosas, “repensar nuestros votos desde el punto de vista ecológico” y apoyar la Carta de la Tierra e incluir la llamada “espiritualidad de la tierra” en la formación inicial y permanente de las vocaciones religiosas. [NoticiasGlobales.org, 18.IV.2012]

¿Qué pensar de estas medidas? Lo que va de fondo es el enfrentamiento de los tiempos modernos a la perennidad del Evangelio. Por eso, vemos dos ópticas enfrentadas: una, que pide que la Iglesia modifique su doctrina; y otra, que tiene fe en la actualidad del mensaje de Cristo.

Querámoslo o no, lo que subyace no es un mero enfrentamiento entre la Santa Sede y un grupo de “disidentes liberales”. No. Se trata más bien, de un cuestionamiento radical: ¿El mensaje revelado por Jesucristo, el Evangelio, es verdadero o falso? ¿La Persona y la doctrina de Jesucristo siguen vigentes o no en  nuestra época?

Corremos el riesgo de enfocar superficialmente este asunto, si lo consideramos como una pugna contra el feminismo, porque el núcleo de esta situación radica en la negación de la verdad religiosa, por parte de la LCWR.

Por eso, si estas buenas religiosas se dicen católicas, no pueden escudarse en la apertura a los nuevos tiempos, para sostener posturas contrarias a la doctrina que afirman creer. Lo que se espera de ellas, más bien, es que sepan iluminar los tiempos de hoy con el Evangelio que recibieron.

Para saber más: Ann Carey, Post-Christian Sister.

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