Luis-Fernando Valdés
Primero, Ricky Martin nos sorprendió en septiembre pasado, al anunciar que era “padre de unos hermosos gemelos”, nacidos por el método de “subrogación gestacional”. Y ahora, en la Asamblea Legislativa del DF, el PRD propuso la creación de la ley de maternidad subrogada, para regular la renta de úteros. ¿Es humano –y, por tanto, ético– que una mujer “rente” su cuerpo para procrear al hijo de otros?
A nombre de la libertad, algunos sostienen que puede hacer todo, incluso aquellas cosas que la naturaleza impide realizar. Y, en el caso del deseo de paternidad y maternidad, nada debería frustrar esta inclinación, ni siquiera la esterilidad de uno de los progenitores. Esto ha dado pie a la implementación de ciertas técnicas de reproducción asistida, que violentan la naturaleza humana, como la fecundación “in vitro” (engendrar a un bebé en un matraz de laboratorio y no en el lecho conyugal). Pero ahora, con la “subrogración gestacional” la situación va más lejos. Incluso un varón puede engendrar –o mandar engendrar in vitro– sin necesidad de una pareja. Basta con que una mujer “alquile” su útero.
Quien decide seguir este procedimiento seguramente desea darle lo mejor a ese niño, pero el cariño no suple la ausencia objetiva de uno de los progenitores. Además, en la procreación artificial en solitario, un adulto es quien decide que su hijo no necesita una madre o un padre. Pero, ¿qué pensaríamos de un progenitor que decidiera que su hijo no necesita amigos, porque ya está él para darle apoyo, cariño y compañía?
Otra vuelta de tuerca: ahora se intenta que esta situación se vuelva una práctica legal. Leticia Quezada, diputada local del PRD y promotora de la ley, explicó que iniciativa plantea que la maternidad subrogada sea una “práctica médica” mediante la cual una mujer geste o lleve en su vientre el producto de la concepción de otra. O sea, ¿ya no se trata de una actividad clandestina, sino un “procedimiento médico”? Entonces, ¿por decreto de ley, utilizar un útero ajeno es parte de las terapias médicas?
Esta iniciativa legislativa parecería muy humana, pues parte de que existe este tipo de préstamo, y busca establecer que haya control y así se eviten abusos. Por eso, prevé mecanismos para que las interesadas en subrogar su vientre gocen de buena salud: prueba antidoping, restricción sólo a dos ocasiones. Además, establece que no se cobre por este tipo de servicio de gestación.
Pero no es una ley verdaderamente humana. Lo sería sólo si subrogar el propio útero fuera un modo natural de tener un bebé, pues estaría protegiendo una situación propia de la naturaleza humana. No es propio de una ley reconocer desórdenes “de facto” con el fin de establecer supuestas garantías. Más bien una norma verdadera busca que los ciudadanos se comporten conforme a la naturaleza humana. En este caso, se debería proponer una ley que prohibiera esta práctica, pues va contra el modo humano de engendrar.
El resultado de la renta de úteros es que los niños han perdido un derecho que antes no se discutía: el derecho a tener un padre y una madre. La “Declaración de los Derechos del Niño” de la ONU (1959), n. 6, establece que el niño “siempre que sea posible, deberá crecer al amparo y bajo la responsabilidad de sus padres y (...) salvo circunstancias excepcionales, no deberá separarse al niño de corta edad de su madre”. De aprobarse la nueva ley, se normalizará que haya “huérfanos de encargo” para satisfacer las ansias de maternidad o paternidad de un adulto. ¿Es esto humano? Sin duda no.
Correo: lfvaldes@gmail.com
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