domingo, 27 de julio de 2008

40 años de la “Humanae Vitae"

Luis-Fernando Valdés

Fue el 25 de julio de 1968, cuando el Papa Pablo VI publicó la Encíclica “Humanae Vitae” (HV), que es uno de los documentos más importantes de todos los tiempos sobre la moral conyugal. Pero, desde el primer momento, no han faltado algunas voces que la han tildado de poco adecuada para los tiempos modernos. Han pasado ya 40 años, y en algunos sectores se sigue considerando que ese texto pontificio cerró la apertura la de la Iglesia al progreso por negarse a aceptar la anticoncepción. ¿Sigue vigente la enseñanza católica sobre la sexualidad?
La historia de este documento no fue pacífica, ni en su origen. Como es sabido, antes de la HV una comisión pontificia tuvo el encargo, culminado en 1966, de hacer un estudio de población, familia y natalidad que lamentablemente concluía a favor de la anticoncepción en el marco de una “paternidad responsable”. Sin embargo, Pablo VI valientemente decidió publicar la Encíclica, a pesar de la falta de unanimidad de esa comisión (cfr. HV, 6), para exponer la verdad del hombre sobre la apertura a la vida.
Pero más grave aún, fue la reacción de algunos teólogos, como Bernhard Häring, que públicamente criticaron el contenido de la HV. Desde 1907, con el llamado “modernismo”, nadie se había atrevido a polemizar abiertamente contra la Sede Apostólica. La consecuencia fue una grave crisis de obediencia al Papa, y una gran confusión doctrinal. En 1995, el entonces Card. Ratzinger afirmó que "raramente un texto de la historia reciente del Magisterio se convirtió tanto en signo de contradicción como esta encíclica, que Pablo VI escribió a partir de una decisión profundamente sufrida".
En este contexto surgió el cliché de que, debido a este documento, la Iglesia se cerró al progreso y al mundo moderno. En 1968, estaba reciente la conclusión de los trabajos del Concilio Vaticano II, que representó –en palabras de Juan XXIII– un “aggiornamento” (una puesta al día) para la Iglesia. Con motivo de la HV, algunos afirmaron que el Papa Montini frenó esa apertura de la Iglesia a la ciencia, a la tecnología y a las necesidades del mundo de hoy. Y estas afirmaciones se siguen repitiendo hasta hoy.
Sin embargo, todos estos episodios difíciles han oscurecido la doctrina que aquel valiente Papa quería recordar precisamente al mundo de hoy. El punto central de la HV es el n. 14 que afirma con toda la autoridad del Magisterio Pontificio, y no como una mera opinión personal, que “es intrínsecamente inmoral toda acción que, bien en previsión del acto conyugal o en su realización, o bien, en el desarrollo de sus consecuencias naturales, se proponga como fin o como medio, impedir la procreación”.
Se trata de una valiente defensa del amor matrimonial y de la vida humana, frente a los dictados de las políticas antinatalistas y a los abusos de la técnica. En palabras de Benedicto XVI, esta Encíclica “subraya con fuerza, yendo con valentía contra corriente con respecto a la cultura dominante, la calidad del amor de los esposos, no manipulado por el egoísmo y abierto a la vida” (Discurso, 25.V.2008).
A la distancia de esta cuatro décadas, hace falta que los propios católicos volvamos a leer y a meditar el contenido de la HV. Debemos abrirnos paso, entre la selva de opiniones contestatarias, para descubrir con valentía la verdad sobre el amor humano y sobre la transmisión de la vida. Un creyente sabe por la fe, que debe decir que no a la manipulación del acto conyugal, para decir un sí firme y fuerte al auténtico y fecundo amor de los esposos.

Correo: lfvaldes@gmail.com
http://columnafeyrazon.blogspot.com

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