Luis-Fernando Valdés
Finaliza hoy un Congreso sobre la familia, celebrado en nuestra ciudad. Ha sido muy llamativa la asistencia de varios cientos de jóvenes, que desde el viernes pasado han participado en el evento. Y es lógico que sean los jóvenes los principales interesados, porque son ellos los que dentro de pocos años fundarán una familia.
La nueva generación necesita un modelo de familia, que sea su punto de referencia para formar un hogar. La verdad sobre la familia consiste en que un hombre y una mujer establezcan para siempre una alianza de amor, desde la que transmitan la vida y eduquen a sus hijos en el amor y la libertad.
Pero los jóvenes de hoy se enfrentan a una grave dificultad. Lejos de recibir un modelo claro y estable de familia, se ven atrapados ante debates y propuestas sobre lo que debe ser una familia. Y por si fuera poco, son inundados por encuestas, cuyos resultados nunca son unánimes sobre qué es la familia.
Vayamos al núcleo de este problema. Hoy no se busca ya cuál es la «verdad» sobre la familia, porque vivimos en un escepticismo cultural. Está muy arraigado en la mentalidad contemporánea que la verdad no se puede conocer. Y, por lo tanto, tampoco se puede saber cuál es el «modelo verdadero» de familia.
Y entonces el método que se nos propone es el de aceptar lo que sucede en la práctica. Si hay familias desunidas, o monoparentales, o niños abandonados, no se podría afirmar que están bien o que van mal, sino únicamente se podría decir: existen, de hecho se dan. Y la respuesta a qué es la familia, consistiría en afirmar que hay muchos modelos familiares.
Y ante esta multiplicidad de esquemas de familia sólo queda una vía: la del «consenso». Se trataría de ponernos de acuerdo y decidir qué queremos que sea la familia. A nombre del consenso, se ha aceptado que todos pueden aportar su propio concepto de familia, y que todas esas propuestas son igualmente válidas.
Quedan al descubierto los dos modos de pensar sobre este tema. Por una parte, tenemos a los que buscan un modelo, un ideal de familia, Y por otra, están los que proponen definir que es la familia en base a un consenso. ¿Cuál de las dos tiene razón?
Como siempre, en los clásicos encontramos luces para nuestra época. Los griegos tenían un modelo que apuntaba al ideal, a la excelencia sobre el hombre. Lo llamaban «paideia», y tenía como objetivo la «areté», es decir, buscar la acción más excelente.
Aunque los griegos fueron pioneros de la democracia, no establecieron el destino de la «polis» (la sociedad), en el consenso de la mayoría, sino en la «paideia», en un modelo elevado sobre el ser humano. Pusieron un ideal alto e intentaron alcanzarlo. Sin esta «paideia», no hubieran llegado a ser «los clásicos» de la humanidad.
Retomemos la pregunta, ¿cuál de los dos modelos de familia que se presentan ante los jóvenes de hoy tiene razón? La tiene el primero, porque cree en los jóvenes, que tienen la capacidad de alcanzar grandes metas, a pesar de las dificultades. En cambio, el segundo da por supuesto que los jóvenes no pueden conseguir un ideal, sino sólo resignarse a aceptar su débil condición humana sin buscar superarla.
Porque la familia importa, creamos en los jóvenes. Busquemos la «paideia». Y pongamos la familia basada en el matrimonio estable como una alta meta por alcanzar.
Correo: lfvaldes@gmail.com
http://columnafeyrazon.blogspot.com
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