sábado, 2 de enero de 2016

La nueva “lógica” para alcanzar la paz

Año 12, número 556
Luis-Fernando Valdés

La violencia producida por las religiones fue noticia continua durante 2015. El balance anual de masacres producidas a nombre de Dios fue más alto que años anteriores. ¿Las religiones pueden realmente traer la paz?

Archivo: una iglesia destruida
por Boko Haram en Nigeria.
(Referencial/Archivo/AP)
1. Un año de atentados a nombre de Dios. Desafortunadamente la lista estos ataques durante 2015 es larga: Charlie Ebdo y los atentados en París; las decapitaciones, secuestros e invasiones de pueblos enteros por parte del Estado Islámico; la persecución de cristianos en Paquistán, Siria e Irak; los atentados de Boko Haram en Nigeria, incluido el ataque a la ciudad de Kimba, en la reciente Navidad.

2. Una dura paradoja. Los grupos extremistas que matan a nombre de Dios buscan imponer la fe en Dios, y con esa premisa asesinan a quienes no confiesan su misma religión. Sin embargo, esas acciones violentas lo único que consiguen es que las personas se alejen de las religiones.
Pero esa no es la única paradoja. La violencia contra los inocentes siempre conlleva una pregunta sobre Dios mismo: si Dios es bueno, ¿por qué permite que sufran las personas? ¿le importan a Dios las víctimas de la violencia?
El Papa Francisco en su homilía de inicio del año explicaba que el mensaje de la Navidad  “contrasta siempre con la dramática experiencia histórica”, pues cada día “nos encontramos con signos opuestos, negativos, que nos hacen creer que [Dios] está ausente”. La cercanía de Dios “parece desmoronarse ante la multitud de formas de injusticia y de violencia que hieren cada día a la humanidad”.

3. Una lógica que supera la lógica humana. La dureza de las consecuencias de la violencia perpetrada a nombre de una religión son innegables: sufrimiento, destierro, tortura y muerte. Ante esta patente realidad del dolor, parece que no existe un argumento racional para explicar por qué el mal no tiene la última palabra sobre los hombres y su destinos.
Pero la respuesta al mal no puede ser sólo teórica, meramente “lógica”. El problema se ubica en lo más profundo del ser humano y su existencia, ahí donde radica una “lógica” diferente que abarca la razón, la libertad, el afecto, las acciones y el propio destino. El problema pues se encuentra en la dimensión religiosa de cada persona, y por eso requiere una respuesta sobrenatural.

4. La “lógica” cristiana. El Santo Padre también explicó que el hecho histórico del nacimiento de Cristo, que supone que Dios se ha hecho humano, nos empuja a cooperar con Dios en la construcción de un mundo más justo y fraterno, en el que todas las personas y todas las criaturas puedan vivir en paz.
En otras palabras, la fe cristiana no sólo explica el origen del mal (como oposición humana a los sabios mandatos morales de Dios), sino que predica que el verdadero amor nos empuja a buscar acciones que conlleven la paz.
Por eso, en palabras del Pontífice, “donde no puede llegar la razón de los filósofos ni los acuerdos de la política, llega la fuerza de la fe que lleva la gracia del Evangelio de Cristo, y que siempre es capaz de abrir nuevos caminos a la razón y a los acuerdos”.

La lógica religiosa para buscar la paz es el balance de la contemplación de las verdades divinas (que hablan de amar a Dios y al prójimo) y la acción para buscar directamente la paz (el diálogo académico y político, la denuncia periodística, la atención a enfermos, desplazados y heridos, la justicia internacional y la persecución de los criminales de guerra, etc.). Entonces, para que venga la paz, necesitamos aprender a vivir la “lógica” de la fe con obras.


sábado, 26 de diciembre de 2015

Líderes mundiales invocan la paz

Año 11, número 555
Luis-Fernando Valdés

Termina este año 2015 con un altísimo saldo de dolor y muerte. Los grandes líderes mundiales exhortan a buscar la concordia y la reconciliación, pero… ¿realmente llegará la paz?

Líderes mundiales como la Reina Isabel II
incluyeron una referencia religiosa para pedir la paz.
(Foto: AFP / J. Stillwell :
 informador.com.mx)
1. Balance doloroso. Este año que está por terminar nos deja recuerdos muy dolorosos: empezando por las atrocidades el Estado Islámico, y luego las guerras en Medio Oriente y en África, los atentados en París, junto con millares de víctimas de la narco-violencia en América Latina.
Pero este panorama negro no tiene la última palabra. Simultáneamente a los hechos bélicos, miles de ciudadanos y decenas de líderes ha hecho sentir su voz, pidiendo el fin de la violencia. Y miles de creyentes de diversas confesiones, cada día elevan sus plegarias pidiendo a Dios que nos traiga la paz.

2. El Papa Francisco, referente mundial de la paz. Cuando el cardenal Jorge Mario Bergoglio fue elegido Romano Pontífice, en marzo de 2013, escogió el nombre de Francisco y contó que lo había elegido, porque el santo de Asís había vivido pobre y había fomentado la paz.
Y esa aspiración inicial del Papa ha cobrado fuerza. Francisco ha denunciado que el mundo vive una “Tercera Guerra Mundial a trozos”, y ha promovido la paz en Siria, en Tierra Santa, en Ucrania y ha impulsado el proceso pacificador en Colombia.
Por eso, el Santo Padre recibirá el Premio Carlomagno 2016, que desde 1950 otorga la ciudad alemana de Aquisgrán a quienes defienden “los más altos valores humanos: la libertad, la humanidad y la paz, para ayudar a los pueblos oprimidos y marginados”. En 2004, Juan Pablo II recibió este galardón.
El vocero del Vaticano, el p. Federico Lombardi, explicó que el Santo Padre decidió aceptar este premio, “no tanto como algo otorgado a él mismo para honrarlo, sino como la ocasión de un nuevo mensaje de compromiso por la paz”.
Y añadió que es “un premio para la paz, una ocasión de oración para la paz, todos juntos, el Papa con todos los pueblos y las personas de buena voluntad que manifiesta el aliento, el deseo, el compromiso de construir la paz en el continente y también en todo el mundo.” (Aciprensa, 23 dic. 2015)

3. David Cameron: las raíces cristianas de la paz. En su mensaje de Navidad, el Primer Ministro del Reino Unido expresó que la Navidad celebra la paz, porque celebra “el nacimiento del único hijo de Dios, Jesucristo, el Príncipe de la Paz”.
Se trata de una confesión de fe religiosa cristiana, directa y explícita por parte del Premier británico, quien afirmó que “como un país cristiano, hay que recordar lo que representa su nacimiento [de Jesucristo]: la paz, la misericordia, la buena voluntad y, sobre todo, esperanza”.
Cameron también invitó a valorar “estas importantes raíces religiosas y los valores cristianos” que han hecho de Gran Bretaña “un hogar tan exitoso para las personas de todos los credos y para quienes no tienen ninguno”.
Por su parte, la Reina Isabel II en su mensaje navideño también hizo una referencia directa a Jesucristo, y recordó que “pese a haber sido desplazado y perseguido durante su corta vida, el mensaje invariable de Cristo no fue de venganza ni violencia sino, simplemente, de que deberíamos amarnos los unos a los otros.”

La violencia y el odio no tienen la última palabra sobre nuestro mundo. Tenemos grandes esperanzas de que la anhelada paz llegará, si ponemos nuestra mirada en Aquel que es Dios y que ha muerto y resucitado para vencer el mal. Por eso, es lógico que los grandes líderes mundiales invoquen a Jesucristo, porque sólo “Cristo es nuestra paz” (Efesios 2,14).


sábado, 19 de diciembre de 2015

¿“Feliz Navidad” o “Happy Holidays”?

Año 11, número 554
Luis-Fernando Valdés

En estos días de festejos navideños, recibimos felicitaciones tanto de tipo religioso (“feliz Navidad”) como cívico (“happy Holidays”). ¿Esto es señal de tolerancia y apertura? ¿o es signo de descristianización?

Navidad cristiana: nace Jesús, Dios hecho hombre.
(Foto: obrerofiel.com)
1. Origen de la fiesta cristiana. La Navidad cristiana tiene como sentido celebrar el nacimiento de Jesús de Nazaret, quien es reconocido como Dios hecho hombre, por parte de los fieles cristianos (tanto católicos como ortodoxos, reformados, anglicanos y evangélicos).
La fecha fue tomada del calendario de los romanos, que celebraban el 25 de diciembre la fiesta del “Natalis Solis Invicti” o Nacimiento del Sol invicto, asociada al nacimiento de Apolo.  Ese mismo día 25 de diciembre fue considerado también como día del solsticio de invierno, y llamado “bruma”, por los romanos.
Los cristianos, que convivían con los devotos de la religión imperial romana, supieron darle un sentido nuevo, pues tomaron el 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Jesucristo, a quien consideraban el verdadero Sol, que trae la Luz de la Palabra de Dios y de la verdad religiosa sobre Dios, el hombre y el mundo.

2. La Navidad cristiana siempre ha convivido con fiestas de otras tradiciones. En torno al solsticio de invierno, la mayoría de las culturas del mundo han celebrado el renacimiento del año en lo que se refiere a la vida-muerte-renacimiento de las deidades o nuevos comienzos. (Wikipedia; ¿Qué es el Solsticio de Verano?).
Los primeros cristianos convivían también con el festival romano llamado “Saturnalia”, en honor a Saturno, que duraba cerca de siete días e incluía el solsticio de invierno. Con motivo de esta celebración, los romanos posponían todos los negocios y guerras, hacían intercambio de regalos, y liberaban temporalmente a sus esclavos. Como se ve, estas tradiciones se asemejan a los actuales festejos cristianos de la Navidad.

3. La secularización de la Navidad. La presencia cristiana en un mundo global, lleva a compartir la Navidad con los demás seres humanos, sin imponerles nada a la fuerza. El problema surge más bien, cuando la Navidad se ha convertido en una temporada comercial, para estimular la economía de consumo. En este caso, se pone el acento en comprar regalos y se deja de lado el motivo religioso.
Además, en algunos países de tradición cristiana, la secularización de la Navidad a llegado por el deseo de igualdad de todas las religiones. Para evitar discriminaciones y conflictos, recientemente a la época navideña se le denomina genéricamente “temporada de fiestas”, para incluir la fiesta judía de Jánuca y de la fiesta cultural afroamericano de Kwanzaa.
Y, por eso, a nombre de la tolerancia y de la convivencia, en las dependencias oficiales de muchos países occidentales, se prohíbe decir “feliz Navidad” (que es sólo cristiana) y se sustituye por un “Happy Holidays”.

4. Convivencia e identidad. Como ya vimos, el cristianismo desde el inicio ha celebrado la Navidad en armonía con las demás tradiciones religiosas, sin necesidad de vaciar de sentido religioso nuestra fiesta.
Para convivir con las demás religiones y con los no creyentes, no es necesario que los cristianos dejemos de afirmar que creemos en Jesucristo, al que confesamos Dios y ser humano. Nuestra fe –lejos de llevarnos a rechazar o atacar a los que no comparten nuestras creencias– nos invita a desearles con sinceridad amor y paz.
Por eso, desear un “feliz Navidad”, equivale a decir: que el Nacimiento de Jesús te llene de paz, porque es Dios con nosotros, y Él nos invita a valorarnos y respetarnos mutuamente, aunque no creamos en lo mismo.


viernes, 11 de diciembre de 2015

¿Por qué hoy necesitamos misericordia?

Año 11, número 553
Luis-Fernando Valdés

El Papa inauguró el Jubileo de la Misericordia, entre más de 50 mil fieles y un gran despliegue de seguridad. ¿Por qué Francisco propone la misericordia a un mundo amenazado por el ISIS, arrasado por guerras y hambrunas, a una sociedad podrida por el narcotráfico y la corrupción? ¿Es esto lo que realmente hoy necesita el mundo?

El Papa Francisco abre la Puerta Santa
del Jubileo de la Misericordia.
(Foto: www.pildorasdefe.net)
 1. El evento. El Papa Francisco cruzó el umbral de la Puerta Santa de la Basílica Vaticana, acompañado por el Pontífice emérito, Benedicto XVI y decenas de cardenales. Con esta ceremonia dio comienzo el Jubileo extraordinario de la Misericordia.
El Santo Padre explicó el sentido de este gesto: “Entrar por la Puerta significa descubrir la profundidad de la misericordia del Padre que acoge a todos y sale personalmente al encuentro de cada uno”. Y añadió que este Jubileo “será un año para crecer en la convicción de la misericordia”. (Homilía, 8 dic. 2015)

2. ¿Por qué un Jubileo de la Misericordia? El Obispo de Roma explicó al día siguiente que la Iglesia “tiene necesidad” de un evento de gracia como este Año Santo, ya que “en nuestra época de profundos cambios, la Iglesia está llamada a ofrecer su particular contribución, haciendo visibles los signos de la presencia y de la cercanía de Dios”.
Añadió que contemplar el amor de Dios por los hombres es lo que nos puede ayudar a superar todo límite humano y a poner luz sobre la oscuridad del pecado; de este modo podemos remover la causa de tal oscuridad que es el “amor propio”, el cual toma “la forma de la búsqueda exclusiva de los propios intereses, de placeres y de honores unidos a querer acumular riquezas, mientras en la vida de los cristianos se viste a menudo de hipocresía y de mundanidad”. (Audiencia General, 9 dic. 2015)

3. ¿Es real que la misericordia cambiar el mundo? Ante el panorama de unos males sociales tan arraigados, no existe una solución mágica. Por eso, parecería utópico proponer un tema religioso como la gran solución a los conflictos globales.
El Santo Padre mismo se hace esta pregunta: “¿Es de ingenuos creer que esto pueda cambiar el mundo?” Y su respuesta es importante: “Sí, humanamente hablando es de locos, pero lo que es ‘necedad de Dios es más sabio que los hombres y lo que es debilidad de Dios es más fuerte que los hombres’ (1 Cor 1,25).”
En otras palabras, Francisco responde que desde el punto de vista humano, la misericordia no parece ser la solución, pero sí lo es desde la fe. El Papa no ofrece una “medicina milagrosa”, sino que está convencido que la apertura del hombre al perdón de Dios y a servir a los demás son la clave para un verdadero cambio social.

4. La Misericordia y el mejoramiento social. El Papa explicó también que la experiencia de ser perdonados por Dios puede contribuir realmente a “la edificación de un mundo más humano, especialmente en nuestro tiempo en el que el perdón es un invitado raro en los ambientes de la vida humana”.
Y esta certeza de la misericordia no debe quedar el ámbito individual, sino que debe reflejarse “en la necesaria obra de renovación de las instituciones y de las estructuras de la Iglesia son un medio que debe conducirnos a tener la experiencia viva y vivificante de la misericordia de Dios”.

El Año Santo recién inaugurado trae una esperanza verdadera a este mundo lleno de problemas sociales y conflictos bélicos, porque invita a un profundo cambio personal –apoyado en el perdón sobrenatural–, para luego buscar la transformación de las instituciones que pueden aportar un cambio real a la sociedad.