sábado, 24 de marzo de 2018

Síndrome Down, aún incomprendido

Año 14, número 672
Luis-Fernando Valdés

Acabamos de celebrar el Día Mundial del Síndrome de Down, para apoyar a las personas con esta discapacidad, pero junto a estos festejos encontramos varias legislaciones que permiten eliminarlos antes de nacer. ¿Por qué se da este contraste?

La alegría de un niño con Síndrome Down
es un tesoro para su familia y la sociedad. (Foto: ACI)
1. Una fecha promovida por la ONU. En diciembre de 2011, a Asamblea General designó el 21 de marzo Día Mundial del Síndrome de Down. En su web, la ONU describe que este padecimiento “es una combinación cromosómica natural que siempre ha formado parte de la condición humana, existe en todas las regiones del mundo y habitualmente tiene efectos variables en los estilos de aprendizaje, las características físicas o la salud”.
La WDSD tiene como objetivos: a) aumentar la conciencia pública sobre la cuestión, b) recordar la dignidad inherente de las personas con discapacidad intelectual y c) resaltar la importancia de su autonomía e independencia individual.

2. Personas que son un tesoro. Quienes tenemos algún familiar con este síndrome somos testigos de tener un ángel lleno de amor con nosotros, como mi sobrinito Diego Maldonado. Pero, ante una cultura que sólo se fija en lo perfecto, es importantes que una voz tan importante como el Papa nos recuerde que estas personas son “un tesoro que Dios hace crecer a su manera”. (@Pontifex_es, 21 mar. 2018)
Es falso que estas personas nacen para sufrir. Sirva de muestra la carta que Bridget Brown, una actriz estadounidense con síndrome de Down, entregó al Pontífice el 21 de octubre del año pasado, en la que ella afirma que “el mundo necesita saber que no ‘sufro’ de Síndrome de Down. Tengo una vida plena y maravillosa, y estoy llena de alegría por estar viva. Amo absolutamente mi vida”. (Aciprensa, 21 mar. 2018)
De igual manera, ha sido un éxito el video “50 Mums, 50 Kid, 1 Extra Chromosome”, en el que 50 mamás cantan en lenguaje de signos a su hijo o hija con síndrome Down, la canción “A thousand years”, de Christina Perri.
La letra de esta melodía dice: “¿Cómo puedo amar cuando temo caer? Pero mirándote cómo aguantas tú solo, todas mis dudas desaparecen. He muerto a diario mientras te esperaba, pero no temas, cariño, porque te he amado durante mil años y te amaré mil años más”.

3. “El holocausto del que nadie quiso hablar”. Con estas duras palabras, el portal Religión en Libertad anunció el programa en el que Nicolás Jouve, catedrático emérito de Genética en la Universidad de Alcalá de Henares y miembro del Comité de Bioética de España, denunció que en España y otros países son abortados entre el 90% y el 100% de los niños a los que mediante un “diagnóstico prenatal” se les detecta la trisomía 21.
Ya en 2016 el Papa Francisco había pedido a los profesionales de la salud que el diagnóstico prenatal no sea utilizado para seleccionar cuáles bebés pueden nacer y cuáles no, porque en ocasiones este tipo de diagnósticos son utilizados para practicar el aborto eugenésico, con el fin de eliminar a aquellos fetos con malformaciones o anomalías. El Pontífice pidió que la ciencia “se haga servicio y no selección”. (Aciprensa, 25 may. 2016)
Y en días recientes, Francisco volvió a mencionar que actualmente “con más crueldad, con más ciencia” nuestra sociedad se desecha a los niños que viven con malformaciones: “aquel que no sirve, que no produce, es descartado: esta es la cultura del descarte. Los pequeños no son queridos hoy”.
En cambio, el Papa alabó a quienes atienden a estos niños enfermos: “quien cuida a los pequeños está de parte de Dios y vence a la cultura del descarte que, por el contrario, prefiere a los poderosos y considera inútiles a los pobres”. (Vatican Insider, 17 mar. 2018)

Epílogo. Qué gran contraste entre el apoyo oficial al Día Mundial del Síndrome de Down con los programas oficiales que favorecen el aborto derivado de un diagnóstico prenatal. Esta jornada mundial debe servir para que repensemos que el derecho a vivir de un enfermo de trisomía 21 no se funda en sus capacidades intelectuales o funcionales, sino en la realidad de su dignidad humana. Sólo una sociedad que respeta a sus hijos más limitados es verdaderamente humana.



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