Año 14, numero 662
Luis-Fernando Valdés
La Declaración
Universal de los Derechos del Hombre cumplirá 70 años, pero sus aspiraciones a
favor de la dignidad humana y de la paz internacional aún no se han cumplido.
¿Cuáles son los obstáculos actuales para conseguir esas grandes metas?
Mrs. Eleanor Roosvelt, Presidenta de la Comisión de Derechos Humanos, leyendo la Declaración Universal. (Foto: ipra.org) |
1. El papel de la Santa Sede en la política
internacional. Como cada mes de enero, el Obispo de Roma se reunió con el
cuerpo diplomático acreditado ante el Vaticano para dar el esperado discurso de
Año nuevo, que es una especie de mensaje sobre la “situación del mundo”.
El Papa sabe que
él no es el gobernante de las naciones y que no le corresponde interferir en
las decisiones de los Estados, pero sí es consciente de que su papel consiste
en recordarles el llamado “principio de humanidad y de fraternidad”, que son “fundamento
de toda sociedad cohesionada y armónica”. (Discurso,
8 ene. 2018)
2. Hitos en la historia de los Derechos
humanos. En este 2018 se cumplen 100 años de la terminación de la Primera
Guerra Mundial, cuyo pacto final no pudo garantizar la paz, pues tan sólo 21
años después se inició otra conflagración bélica más destructiva aún.
Para evitar otra
gran guerra, el 10 de diciembre de 1948, la Asamblea General de las Naciones
Unidas adoptó la Declaración
Universal del Hombre, que propone el respeto a la dignidad de la persona
como fundamento de la libertad, la justicia y la paz (cfr. Preámbulo).
Sin embargo, estos
derechos, que facilitan el desarrollo integral de todos los seres humanos por
igual, sufrieron un cambio de interpretación a raíz de las agitaciones sociales
del “sesenta y ocho”, según la visión del Papa Francisco.
De manera, que los
derechos humanos se han ido interpretando hasta la contraposición entre ellos y
con la cultura de muchos países. En consecuencia, “en nombre de los mismos
derechos humanos”, advino el riesgo de instaurar “formas modernas de
colonización ideológica” de los más fuertes y los más ricos en detrimento de
los más pobres y los más débiles, afirmó el Pontífice.
3. Volver al fundamento de los Derechos
Humanos. En los últimos años, los Derechos Humanos se han vaciado de
contenido objetivo, porque se ha abandonado la argumentación basada en la
dignidad de la persona, y ha sido sustituida en parte por intereses económicos
o de poder.
Por eso, Francisco
recordó en su discurso que hablar de derechos humanos quiere decir proponer “la
centralidad de la dignidad de la persona”, y explicó que hay una “significativa
relación” entre el mensaje evangélico sobre la persona y los derechos humanos
según el “espíritu de los redactores” de la Declaración de 1948.
4. Los derechos humanos, aún son poco
respetados. Con la valentía que le caracteriza para denunciar los grandes
problemas de la humanidad, el Pontífice declaró también que, después de setenta
años de la Declaración Universal, “duele constatar cómo muchos derechos
fundamentales están siendo todavía hoy pisoteados”.
Francisco constató
que hoy los derechos importantes son los más violados, como el derecho a la
vida, junto con los derechos a la libertad y a la inviolabilidad de toda persona.
Y esto se debe, no sólo a la guerra o la violencia, sino también a “formas más
sutiles”, como sucede en el caso de “los niños inocentes, descartados antes de
nacer; no deseados, a veces sólo porque están enfermos o con malformaciones o
por el egoísmo de los adultos”.
Epílogo. El desconocimiento y
menosprecio de los derechos de las personas son la causa de las barbaries
contra la humanidad, según la Declaración de los Derechos del Hombre, la cual propone
como solución el respeto de los derechos humanos. Para conseguir esta gran
meta, se requiere tanto de medidas civiles como de la formación de la
conciencia de cada individuo. Por eso, las religiones que proponen a sus fieles
una visión de respeto por el hombre juegan un papel fundamental para lograr la
paz.
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