Año 13, número 645
Luis-Fernando Valdés
Una serie de
huracanes y sismos en México y el Caribe ponen a prueba no sólo los servicios
de emergencia, sino el paradigma de solidaridad de nuestra sociedad.
Juchitán se convirtió en el símbolo de la tragedia del sismo de 8.2 grados Richter. Deseamos que sea el símbolo de la solidaridad. (Foto: El Universal) |
1. Temporada de desastres naturales. La zona sur de la República Mexicana fue
afectada por un sismo de 8.2 grados (escala de Richter) causando la devastación
de la ciudad de Juchitán, y dejando casi 100 muertos en los estados de Oaxaca,
Chiapas y Tabasco.
Además, las islas
del Caribe y la costa de Florida fueron destrozadas por el huracán “Irma”,
mientras que el litoral mexicano fue alcanzado tanto por “Katia” en el Golfo de
México, como por “Max” en el Pacífico. Estos fenómenos meteorológicos dejaron
la menos 55 fallecidos, y grandes daños materiales en Cuba, Florida, y las
islas Barbuda, San Martín y San Bartolomé. (BBC Mundo, 12
sep. 2017 y 13 sep. 2017)
2. Los daños “no registrados”. Los estragos de infraestructura se pueden
visualizar y medir con relativa facilidad. En cambio, los daños morales son más
fuertes y menos perceptibles por parte de quienes no estamos en las zonas
damnificadas.
En efecto, hay
personas heridas, familias separadas, poblaciones incomunicadas, además de la
carencia de agua potable y alimentos. Junto a esto, la vida social quedó
paralizada: numerosas casas habitación, iglesias, hospitales y escuelas fueron
destruidas o dañadas.
Esto significa que
la vida cotidiana ha quedado gravemente deteriorada para muchas comunidades,
pues ahora viven en refugios o en la calle y no tienen a dónde acudir para
recibir cuidados médicos, tomar clases o comprar víveres.
3. El desafío de la solidaridad. La
magnitud de la devastación en el Caribe es de tal magnitud que han intervenido
los países que poseen islas en esa zona: Estados Unidos, Francia y Holanda,
además de los gobiernos locales en Florida y Cuba.
La ONU, que estima
que los afectados por “Irma” ascienden a 37 millones, desplegó un equipo que
trabajará conjuntamente con el Organismo del Caribe para la Gestión de
Emergencias en Casos de Desastre (CDEMA). (ONU.org,
6 sep. 2017)
Junto con la ayuda
oficial, la Iglesia Católica también juega un papel importante en la ayuda
material y económica. En la zona mexicana afectada por los sismos, la
organización Cáritas entregará 200 toneladas de víveres y productos de primera
necesidad en Oaxaca y Chiapas. Además, se realizó una recaudación económica en
las parroquias del país, solicitada por la Conferencia del Episcopado Mexicano.
(Cáritas
mexicana, 14 sep. 2017)
4. El peligro de las tragedias olvidadas. Después de la destrucción material, ahora
viene el problema de que los damnificados sean olvidados, y tengan que
reiniciar sus vidas sin ningún recurso.
Como en la zona
mixe de Oaxaca, que no ha recibido ayuda oficial después del sismo y del paso
de dos huracanes (El
Universal, 14 sep. 2017); y lo mismo en Niltepec, Chiapas, donde la gente
escribió al gobernador: “tenemos hambre, tenemos sed y dolor”. (El
Sol de México, 13 sep. 2017)
Epílogo. Deseamos que el resultado
final de los huracanes y del sismo sea un nuevo modo de entender la
solidaridad: primero, que pasemos de la “ayuda inmediata” a la "ayuda sostenida”, para que ya no haya más damnificados olvidados; y, segundo, se
haga parte de nuestra cultura la “solidaridad coordinada” de gobierno, sociedad
civil e instituciones religiosas.
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