Luis-Fernando Valdés
Francisco, en su
visita Colombia, debía abordar un gran dilema: para que venga la paz, ¿hay que
dejar sin castigo los crímenes de guerra de las FARC y aceptar la injusticia
hacia las víctimas?
El Papa con las víctimas de la guerra. Juan
Carlos Murcia, reclutado por las FARC a los 16 años. Un explosivo le quitó su mano. Hoy hace trabajo social. (Foto: El tiempo) |
1. Un país divido por la guerra… y por
la paz. Las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) entraron en
conflicto bélico con el gobierno en 1964. Durante más de 50 años, abundaron los
homicidios, secuestros, desapariciones forzadas, atentados y masacres.
Después de cuatro años
de negociaciones, se alcanzó un acuerdo definitivo de paz, en noviembre del año
pasado. Fue complicado, porque el primer acuerdo fue rechazado por un
plebiscito. Luego de una modificación al acuerdo, se obtuvo el pacto definitivo.
Aún hoy, Colombia
sigue dividida porque más de la mitad de los votantes no aceptaba la concesión
de amnistías por crímenes de guerra y crímenes de lesa humanidad. Y a esto
debía responder el Papa: ¿aceptar una paz a costa de las víctimas?
2. El papel de Francisco en los acuerdos de
paz. Cuando el Papa volvía a Roma, al terminar un viaje apostólico a Cuba y
Estados Unidos, en 2015, comentó en la conferencia de prensa en el avión papal,
que tanto él como la Santa Sede “trataron de ayudar” el proceso de paz de
Colombia. (Semana/AFP,
28 sep. 2015)
La Comunidad de
San Egidio, fue el movimiento católico que facilitó los contactos entre las
FARC y la Santa Sede. Gianni La Bella, uno de sus miembros, explicó en 2015 que
“desde hace 20 años mantenemos contactos con las FARC. Nos han usado como
palomas mensajeras para la paz”.
En efecto, ellos
llevaron en mayo y agosto de ese año dos misivas de las FARC al Papa, en las
que la organización garantizaba su voluntad de llegar a la paz y pedía su
intervención. (Infobae,
24 sep. 2015)
3. El perdón, vía para construir la paz. En
la homilía
que Francisco pronunció en Villavicencio, el pasado viernes 8, alentó a la
reconciliación de los colombianos. Explicó que se deben evitar dos polos: por
una parte, la tentación de la venganza y de hacer justicia por la propia mano;
y por otro, el utilizar la reconciliación para solapar situaciones de
injusticia.
La vía que propone
el Pontífice empieza por escuchar a todos los que han sufrido durante estos
años: “Reconciliarse es abrir una puerta a todas y a cada una de las personas
que han vivido la dramática realidad del conflicto”, dijo el Papa, que pediría
después “no desconocer o disimular las diferencias y los conflictos”.
El Pontífice propuso
el perdón como gran artífice de la paz, pues afirmó que “cuando las víctimas
vencen la comprensible tentación de la venganza, se convierten en los
protagonistas más creíbles de los procesos de construcción de la paz”.
Francisco,
conocedor de que este proceso de reconciliación no es fácil ni para la víctima
ni para su agresor, pronunció unas emotivas palabras, llenas de esperanza: “Es
necesario que algunos se animen a dar el primer paso en tal dirección, sin
esperar a que lo hagan los otros. ¡Basta una persona buena para que haya
esperanza! ¡No lo olviden, basta una persona buena para que haya esperanza! ¡Y
cada uno de nosotros puede ser esa persona!”
Epílogo. La reconciliación nunca será
un proceso sencillo, ya que pedir perdón y perdonar, realmente exceden las
fuerzas humanas. Por eso, la reconciliación invita a buscar tanto un motivo
sobrenatural –el ejemplo de Jesús–, como una fortaleza sobrehumana: la gracia
de Dios. Por eso se entiende la intervención de la Iglesia en este proceso de
paz, y también por eso ha sido tan importante el encuentro del Vicario de
Cristo con los colombianos.
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