Año 13, número 626
Luis-Fernando Valdés
El reciente viaje
de Francisco a Egipto puso de relieve que hoy el Cristianismo y el Islam
quieren contribuir a la paz mundial. Pero también es importante destacar que
esa misma Visita apostólica representó un gran acercamiento ecuménico entre
católicos y ortodoxos.
El Obispo de Roma y el Patriarca Ortodoxo Copto firman un histórico documento hacia la unidad. 28 abril 2017. (Foto: Radio vaticana) |
1. El simbolismo de Egipto. La
milenaria tierra del Nilo y de las pirámides tiene un gran significado, pues ha
sido tierra de cultura y civilización; además ese país hoy juega un importante
papel político en el Medio Oriente.
Al evocar este
reciente viaje, el Papa Francisco calificó a esa nación como “un símbolo de
esperanza, de refugio, de ayuda”, pues la Biblia nos cuenta que “en tiempos del
hambre, Jacob y sus hijos se refugiaron allí; luego, cuando Herodes persiguió a
Jesús, se refugió allí con sus padres”.
En ese breve viaje
se reunieron cristianos con musulmanes para hablar de la paz, ya también pudieron
dialogar cristianos y ortodoxos. Por eso, el Papa comento que esa fraternidad
que ha encontrado ahí, hace Egipto sea “también para hoy” una señal de
esperanza. (Audiencia,
3 mayo 2017).
2. El Papa y los Patriarcas. Durante
esta visita, el Pontífice católico se reunió con tres Patriarcas (dos ortodoxos
y un católico). Se trata del el Patriarca Copto-Ortodoxo, Tawadros II; el
Patriarca de Constantinopla, Bartolomé, y el Patriarca Copto-Católico, Ibrahim
Isaac Sidrak.
Desde principios
del siglo XX, surgió el llamado “movimiento ecuménico”, que consiste en buscar
la unidad de los cristianos de las diversas confesiones. En este viaje, los
cuatro líderes religiosos cristianos dieron dos señales muy claras para continuar
avanzando hacia la unidad de los cristianos.
3. Reconocimiento del bautismo. Durante
este Viaje papal, se llevó a cabo un “fuerte signo de comunión”, el Patriarca ortodoxo
de los coptos Tawadros II y Obispo de Roma. Se trata de la firma de una Declaración
Conjunta, por la cual ambas Iglesias se comprometen a “no repetir el Bautismo
administrado en las respectivas Iglesias”.
Esto quiere decir
que ambas confesiones reconocen que el Bautismo de ambas es válido. Esto
significa ambas religiones reconocen que sus respectivos fieles reciben
exactamente el mismo sacramento de iniciación cristiana, de manera que quedan incorporados a la única Iglesia de
Cristo; y que, por eso mismo, todos esos fieles son realmente hermanos.
4. “Ecumenismo de la sangre”. En un
segundo momento, en el que participó también el Patriarca ortodoxo de
Constantinopla, que es líder moral (el “primero entre iguales”) de todas las
Iglesias ortodoxas, Francisco y los Patriarcas rezaron por las víctimas de los
recientes ataques terrorista del Estado Islámico contra fieles coptos
ortodoxos.
Francisco explicó
ahí que “la sangre inocente de fieles indefensos ha sido derramada cruelmente:
su sangre inocente nos une”, señaló que “nuestro camino ecuménico crece de
manera misteriosa y sin duda actual, gracias a un verdadero y propio ecumenismo
de la sangre”. Se refería a que los fieles cristianos asesinados están unidos –sin
importar su confesión–, porque derraman su sangre por confesar como Dios y
Señor al mismo y único Jesucristo.
Egipto, tierra de
mayoría musulmana, se ha convertido en escenario de diálogo entre religiones y
también en testigo de un paso muy grande hacia la unidad entre católicos y
ortodoxos. Las milenarias pirámides fueron silencioso testigo de la cicatrización
de una herida en el seno del cristianismo, ocurrida en el año 471, cuando
algunos cristianos de lengua copta se separaron de Roma.
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