Año 13, número 618
Luis-Fernando Valdés
Se cumplen cuatro
años del Pontificado de Francisco. Elegido para reformar la Iglesia, es
considerado hereje por unos, y para otros es un conservador disfrazado de
populismo. ¿Cuál es el verdadero cambio que Francisco ha traído?
Inolvidable aquella primera vez que Francisco, recién elegido, pidió que rezáramos por él. |
1. Las expectativas de reforma durante
Cónclave. Una vez que Benedicto XVI renunció al Pontificado romano, los
cardenales electores tuvieron un foro oficial (llamado “congregationes”, o sea,
‘reuniones’) para exponer su visión de cómo tendría que ser el siguiente Papa.
En sus discursos,
los cardenales electores coincidieron en que el nuevo Pontífice debería llevar
a cabo un profundo cambio en la estructura de la Curia romana y en la vida de
la Iglesia. Durante su turno, el Card. Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires, expuso
que el siguiente Papa debería hacer que la Iglesia saliera hacia las
“periferias” de la existencia humana.
2. Una reforma muy poco comprendida. El
nuevo Papa nos ha llevado de sorpresa en sorpresa, empezando por el nombre que
eligió, pues nunca antes algún obispo de Roma había tomado el nombre de
“Francisco”,
A partir de ahí,
los diversos comentaristas, periodistas y hombres la Curia, fueron interpretando
los gestos y las palabras del Papa, utilizando sus propios esquemas pero no los
paradigmas propios del nuevo Pontífice.
Así, para lo que
deseaban ver “novedades” en el plano teológico (o sea, abolición del celibato
sacerdotal, ordenación de mujeres, comunión a los divorciados vueltos a casar,
etc.), interpretaron el estilo nuevo de Francisco, lleno de neologismos, como
una señal de una supuesta reforma doctrinal, que rompería con la anterior.
De igual manera,
los que identifican la “ortodoxia doctrinal” con fijación terminológica en las
“formulaciones pastorales”, en cada gesto del Papa quisieron ver una herejía.
Por eso, ni unos ni otros han sabido entender la verdadera reforma de
Francisco.
3. Las periferias, núcleo de la verdadera
reforma. El historiador inglés, Austen Ivereigh, autor de la primera gran
biografía de Francisco, titulada “El
Gran Reformador: Francisco, retrato de un Papa radical” (2014), nos da las
claves para la auténtica reforma del Papa.
Ivereigh, estudió
los escritos la etapa de Jorge Mario Bergoglio como provincial jesuita y como
arzobispo de Buenos Aires, y descubrió que ahí se contenía un programa
ambicioso de renovación y de transformación, que ahora están en la base del
pontificado de Francisco.
En otro momento,
este historiador explicaba que “la verdadera reforma respeta y no cuestiona las
doctrinas y tradiciones de la Iglesia, pero busca cambiar el enfoque a una
postura más concentrada en las necesidades concretas del pueblo sencillo”.
Siguiendo al
teólogo Yves Congar, Ivereigh explica que “toda reforma auténtica tiene su
origen en la periferia, y ocurre cuando el centro se abre a esa periferia”.
Como en los tiempos de Jesús, que fue acogido primero por los pastores y pescadores
de las zonas marginales. (Entrevista
de L. J. Moxó)
La verdadera
reforma del Papa argentino consiste en llevar la fe sencilla del Pueblo de Dios
a las grandes estructura pastorales de la Iglesia. Se trata de una revolución
pastoral (el Papa es un nuevo Francisco de Asís), pero no de una revuelta
teológica (Francisco no es otro Lutero).
Por eso, Francisco evangeliza las periferias
de la existencia (los indígenas, los migrantes, los desempleados, los
divorciados, etc.), para desde ahí llevar el mensaje cristiano de misericordia
al resto de la Iglesia.
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