viernes, 10 de febrero de 2017

“Turismo de trasplante de órganos”

Año 13, número 614
Luis-Fernando Valdés

El tráfico de personas para obtener sus órganos y el turismo a países donde se facilita su obtención se está convirtiendo en una plaga social. ¿Qué hace falta hoy para garantizar que la donación de órganos sea lícita?

Hacia una cultura de la donación de órganos,
clave para reducir su tráfico.
(Fotomontaje: periodistadigital.com)
1. El comercio de órganos. En los últimos años, ha aumentado el tráfico de personas a las que se le extirpan ilícitamente sus órganos. De igual manera, la falta de cultura de donar órganos hace que los ciudadanos, que no los pueden obtener en sus propios países, viajen a naciones que tienen poca regulación sobre tema, lo cual facilita comprar órganos de procedencias no siempre éticas.
Por esta razón, la Academia Pontificia de las Ciencias organizó recientemente una cumbre sobre el tráfico de órganos y sobre el turismo de los trasplantes, en la que participaron delegados de 50 países, con el objetivo de presentar un diagnóstico preciso del problema, firmar una declaración de consenso contra estas prácticas y apoyar la lucha contra ellas a nivel global. (A. Beltramo, Vatican Insider, 7 feb. 2017)

2. La ética en los trasplantes. La donación de órganos es una acción buena y lícita, pues permite que un enfermo crónico tenga mayor calidad de vida o incluso obtenga su curación total. Es muy loable que las personas manifiesten su voluntad de donar sus órganos al morir.
Sin embargo, la donación y recepción de órganos tiene unos límites éticos. No se pueden donar órganos que impliquen la muerte directa de un donador vivo, como sería el caso del corazón. Tampoco se puede donar órganos, si esto implica riesgos a la propia salud.
Y, en el caso de los órganos obtenidos sin consentimiento del sujeto y de su comercialización, se trata de un delito de “lesa humanidad”. Este el caso de China, que extirpa los órganos de los condenados a muerte, justo después de ser ejecutados.

3. Las causas humanas del tráfico de órganos. Mons. Sánchez Sorondo, presidente de esa Academia Pontificia, explicó que una causa fundamental de este comercio es la existencia de una sociedad que no se centra en la persona humana sino en el dinero, en la cual los ricos quieren “vivir bien” y por eso “hacen de todo” para tener los órganos que necesitan.
Y añadió que la pérdida de la ética en los médicos es otra causa, ya que en este tráfico siempre tienen que intervenir especialistas en trasplantes. “Se debe empujar la ética, que los médicos involucrados recuperen la conciencia médica”, dijo. (Vatican Insider, 7 feb. 2017)

4. Soluciones: “No al tráfico de órganos; sí a donaciones éticas”. Para evitar ese tráfico, hay que fomentar la cultura de la donación. Mons. Sánchez Sorondo explicó que “en los países en los que no hay buenos médicos y no hay un  sistema hospitalario (adecuado para la donación) … y en los que la gente no tiene la conciencia de la posibilidad de donar órganos, naturalmente existe el tráfico de órganos”.
Por eso, la declaración final de la cumbre denuncia que “estas prácticas persisten también porque algunos Estados no han sido responsables a la hora de responder a la petición de trasplantes por parte de sus ciudadanos”. (I. Scaramuzzi, Vatican Insider, 9 feb. 2017)

Todos tenemos derecho a la salud, y si hace falta también a recibir un transplante, pero nunca a costa de la vida o la libertad o la salud de un tercero. Por eso, es importante que hoy se promueva una cultura de la donación de órganos, y que se denuncie más tanto el tráfico de órganos como el turismo de trasplantes.


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