Año 13, número 611
Luis-Fernando Valdés
A la gran
consternación por el atentado realizado por un jovencito en su propia escuela,
se suma la sorpresa del papel de las redes sociales en la violencia juvenil. Es
tiempo de duelo, pero también de reflexión. ¿Qué nos toca hacer?
La tragedia en el Colegio Americano del Noreste nos exige poner atención al problema de la violencia en las redes sociales. (Foto: periodicovictoria.mx) |
1. El fondo de la noticia. El pasado 18
de enero, un adolescente de 15 años, estudiante de secundaria en el Colegio
Americano del Noreste, en Monterrey, seguramente bajo los efectos de una
depresión psicológica ya en tratamiento, disparó contra una profesora y tres
compañeros, para luego suicidarse.
La triste noticia
dio la vuelta al mundo. El Clarín (Argentina) destacó su joven edad y que pudo
introducir una pistola; Los Ángeles Times (EUA) describe cómo sucedió el
ataque; El País (España) habla de una tragedia, y el USA Today exhibió fotos y
un video del trágico hecho. (Cfr. excelsior.com.mx,
19 ene. 2017)
Más allá del
sensacionalismo, realmente se trata de un hecho impactante, porque un
adolescente realiza una acción que rompe con los valores humanos fundamentales:
el valor de la vida y de la familia, el sentido de la amistad y del respeto,
junto con la facilidad para conseguir los medios para perpetrar esta masacre.
2. El rol de las redes sociales. Después
de los trágicos hechos, la redes sociales mexicanas se vieron inundadas de
información y de opiniones, hasta el punto de que tuvimos que cuestionarnos qué
es lo verdadero y qué es mera hipótesis sobre este caso.
Primero, se difundió
que el responsable del tiroteo había anunciado que realizaría este ataque, mediante
un foro en “Hispachan” (que es un “tablón de imágenes”, de conversaciones
anónimas, utilizado por atacantes y suicidas), aunque la Policía Cibernética
Federal informó
que “no hay prueba que sea real”.
También se habló
de un grupo de Facebook, autodenominado “Legión Holk”. Integrantes de este
grupo publicaron
que el atacante del colegio era uno de sus miembros, aunque no había ningún
mensaje en el perfil del agresor.
El tema importante
no es si el joven anunció o no el ataque. Más bien, esto nos señala que la
sociedad no le ha dado importancia a la existencia grupos en redes sociales que
fomentan y alaban la violencia entre los menores de edad.
3. ¿Hace falta difundir imágenes violentas?
También fue muy llamativo que a las pocas horas de la agresión empezó a
circular un video del atentado, a pesar de que las autoridades mexicanas habían
pedido que no se difundieran imágenes de este ataque, ya que por ley está
prohibido difundir datos personales de niñas, niños o adolescentes relacionados
con la comisión de un delito, ya sean autores, víctimas o testigos.
Muchos medios en México decidieron no difundir las imágenes violentas de este ataque. (Foto aquí) |
Es muy loable que
bastantes periodistas y medios se negaron a difundir el video o imágenes de las
víctimas. El motivo expreso fue el respeto tanto hacia las víctimas como hacia
los lectores de los medios de información.
Por ejemplo, la Redacción de
Excélsior explicó que no difundirían el video “porque las escenas son brutales,
y porque es momento de hacer una pausa para preguntarnos qué es lo que queremos
como país”.
A posteriori, nos
hemos dado cuenta que este ataque se debió, en parte, a que las familias y de
la sociedad quizá no hemos puesto la suficiente atención a la violencia que se
fomenta en una parte escondida del mundo de las redes sociales.
Como sociedad
debemos dejar de lado la indiferencia ante el grave problema de la violencia juvenil
difundida por internet. Y, a la vez, debemos tener la valentía de proponer un
sólido modelo de familia, lleno de valores y principios.
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