Año 12, número 593
Luis-Fernando Valdés
Con motivo de la
reunión de la Comisión vaticana para la tutela de menores, vale la pena repasar
qué medidas ha tomado la Iglesia Católica para combatir los abusos de menores y reflexionar
en qué ayuda esto a las víctimas.
De archivo: Los miembros de Comisión Pontificia para la Tutela de Menores, presidida por el Card. O'Malley. (Foto: religionenlibertad.com) |
1. Cercanía con los sobrevivientes de
abusos. Desde el comienzo de su pontificado, Francisco ha encabezado la
batalla de la Iglesia católica para combatir a los abusos a menores por parte
de clérigos. Lo primero ha sido que el Papa argentino ha recibido en diversas
ocasiones a víctimas de estos abusos.
El p. Hans
Zollner, sacerdote jesuita y psicólogo, ha sido testigo de varios de estos
encuentros y declaró recientemente a Radio Vaticana que “los Papas tienen una
gran atención personal, de mucha empatía y muy cercana, hacia las personas en
grandes dificultades y también hacia los que han sufrido un abuso sexual por
parte de un miembro del clero” (Aciprensa,
12 sept. 2106)
2. Una
comisión para combatir la pedofilia en la Iglesia. Desde su elección en
2013, el Papa Francisco expresó su interés de continuar con la obra de sus
predecesores y dejó claro que la protección de menores es una de las más altas
prioridades de la Iglesia Católica.
Luego de escuchar
el parecer del Consejo de Cardenales, el Pontífice dio una segunda batalla
cuando instituyó
la Comisión Pontificia para la Tutela de Menores (CPTM), el 22 de marzo de
2014.
Esta Comisión
tiene como finalidad “proponer iniciativas” para “promover la responsabilidad
de las Iglesias particulares” en la protección de menores y de adultos
vulnerables (Estatutos,
n. 2). Esto significa que las diócesis tendrán la responsabilidad primera y
directa de prevenir y atender de estos casos.
3. Medidas concretas. Después de su
reciente reunión en Roma, la CPTM publicó un comunicado
de prensa (12 sept. 2016) en el que da a conocer las medidas que se tomarán
para apoyar a las víctimas.
Una de ellas, muy
alabada por la prensa internacional, es la implementación de programas de
talleres de prevención de abusos sexuales, dirigidos a los obispos y a sus colaboradores, en los
cinco continentes.
Otra medida, a
petición de un sobreviviente, es la institución de una Jornada de Oración por
las víctimas, que el Papa ha acogido y, a su vez, a pedido a las Conferencias
Episcopales que elijan un día apropiado para esta jornada.
El comunicado de
la CPTM también hizo referencia al reciente Motu
Proprio “Como una Madre Amorosa” (4 jun. 2016) que entró en vigor el pasado
5 de septiembre, en el que Francisco enfrenta los casos de negligencia en el
tema de abusos sexuales. Ahí el Papa decreta que, en tales casos, pueden ser
removidos del oficio eclesiástico los obispos, superiores de institutos
religiosos, y quienes tengan una responsabilidad en las diócesis.
Dice un refrán que
“una vez ahogado el niño, se tapa el pozo”. Ciertamente, el ahogado no volverá
a la vida, pero se evitarán nuevas tragedias. Aunque la Iglesia tardó décadas
en enfrentar los casos de abusos de menores, la reacción de los últimos
Pontífices ha sido enérgica y tiende tanto al castigo de los perpetradores como
a la prevención de nuevos casos.
Con la mirada y el
corazón puestos en la víctimas, sabemos que su tragedia es muy dura y sus vidas
no han sido nada fáciles. También entendemos que nada –ni siquiera el castigo
de sus agresores– dará marcha atrás en el tiempo, pero con sinceridad esperamos
que estas medidas del Vaticano y la Jornada de oración les puedan servir como
un gesto de solidaridad, como un consuelo en su dolor.
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