Año 12, número 576
Luis-Fernando Valdés
En Italia y en
México, el matrimonio entre personas del mismo sexo se abrió paso en las
cámaras legislativas. La ONU celebró “con beneplácito” la medida tomada en
México (un.org),
y el Primer ministro italiano considero que era “un día de fiesta”. ¿Es
correcto disentir de esto?
El Primer Ministro italiano, Matteo Renzi, celebró como "paso adelante" la ley de Uniones civiles. ¿En realidad es un avance a favor de la familia? Foto: askanews.it |
1. Los hechos. El presidente de México,
Enrique Peña Nieto propuso, el pasado martes 17 de mayo, reformar al artículo 4
de la Constitución para reconocer como un derecho el matrimonio igualitario,
sin importar la orientación sexual y sin discriminación. (El
Financiero, 17 mayo 2016)
En Italia, el 11
de mayo pasado, la Cámara de Diputados –después de 30 años de disputa y entre
una gran polémica de los partidos políticos– aprobó la ley de uniones civiles
para personas del mismo sexo, que ‘de facto’ abre las puertas para la adopción
gay. (La
Repubblica, 11 mayo 2016)
2. Las reacciones. Dado que estas
medidas afectan, respectivamente, la naturaleza del matrimonio y la familia y
de la identidad sexual, las respuestas no se hicieron esperar, pues lo que está
en juego es la base misma de la sociedad.
La Conferencia del
Episcopado Mexicano publicó un comunicado en el que, aunque reconoce que “la
gran diversidad de situaciones familiares que pueden brindar cierta estabilidad”,
afirma claramente que “no
existe ningún fundamento para asimilar o establecer analogías, ni siquiera
remotas, entre las uniones homosexuales y el designio de Dios sobre el
matrimonio y la familia”. (CEM, 17 mayo 2016)
En Roma, el secretario de la
Conferencia Episcopal Italiana, monseñor Nunzio Galantino, afirmó que “vivimos
una derrota de todos”. Y el Papa, en entrevistado por periódico católico
francés “La croix” señaló que los funcionarios católicos no deberían estar
obligados a celebrar uniones civiles de personas del mismo sexo”.
“Una vez que se
aprueba una ley, el Estado debería ser respetuoso de las conciencias. La
objeción de conciencia debe ser posible en todas las jurisdicciones legales,
porque es un derecho humano”, señalo Francisco. (Clarín, 11
mayo y 17
mayo 2016)
3. ¿Discriminación? Parecería que es
una discriminación hacia las personas homosexuales pensar que la familia tiene
un modelo natural, pero no es así. Se trata solamente de proteger la verdadera
naturaleza de la institución que está en la base de la sociedad.
En el tradicional Desayuno Nacional de Oración,
realizado recientemente en Washington (EUA), en el que se reúnen diversos
líderes del país para tratar diversos temas de gran importancia, el ponente
principal fue el Card. Robert Sarah, Prefecto del Culto Divino.
En su intervención el cardenal,
explicó las consecuencias de la ruptura de las relaciones fundamentales en la
vida de la persona, que se da cuando viene la separación, el divorcio o las
imposiciones distorsionadas de la familia como la convivencia y las uniones del
mismo sexo.
El purpurado explicó que el
resultado de ese rompimiento es “una herida profunda” en las personas, porque
que cierra su afectividad “al amor que se dona hasta la muerte” y eso puede
llevar “al cinismo y a la desesperanza”.
Estas situaciones, continuó el
Card. Sarah, “dañan a los niños pequeños al infligirles una duda existencial
profunda sobre el amor. Son un escándalo y un obstáculo que hace que los más
vulnerables no crean en tal amor”. (Aciprensa, 18 mayo 2016)
Aunque es muy importante
respetar la libertad y la diversidad sexual, equiparar legalmente cualquier
unión al matrimonio no es la vía. Pero queda pendiente una tarea: ayudar a los
matrimonios heterosexuales a vivir en armonía para que realmente vivan el amor
para siempre.
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