Año 12, número 557
Luis-Fernando Valdés
El Presidente de
los Estados Unidos lloró recientemente al recordar a los niños asesinados en un
histórico tiroteo en la escuela primaria en Connecticutt (2012).
Fue además un llanto de impotencia por no poder regular la posesión y el uso de
armas. Pero hay más preguntas por responder que lágrimas que secar.
El Presidente Obama lloró al recordar a las víctimas de
tiroteos en Estados Unidos y anunció más control de armas.
(Foto:http://www.entornointeligente.com/)
|
Solamente en EUA
durante 2015, hubo 45 tiroteos en escuelas, fallecieron 9,964 personas por
armas de fuego, y el 60 % de las muertes violentas fueron causadas por este
tipo de armamento.
Además, el número
de víctimas de armas de fuego entre 1968 y 2011 (que fueron 1,4 millones)
superan al número del soldados norteamericanos nuestros en conflictos bélicos;
y en los últimos 10 años hubo más norteamericanos muertos por tiroteos que por
ataques terroristas. (BBC,
2 oct. 2015)
El columnista del
diario New York Times, Nicholas Kristof, dijo que “todos deberíamos estar
llorando por los 32,000 estadounidenses que mueren por armas de fuego cada año”
(ver).
Y aquí viene la primera pregunta: ¿quién llorará por los centenares de millares,
a lo largo del planeta, que fueron víctimas de el armamento vendido sin
regulación?
2. Interés económico vs control de las
armas. Ciertamente, la necesidad humana de defensa y protección legitima la
fabricación y venta de armamento. Pero hoy parece prevalecer el criterio
económico sobre el criterio defensivo.
El gasto militar
mundial es una gran fuente de negocios, que en 2012 se calculaba en 1,7
billones de dólares (www.globalissues.org).
Nada más en 2014, Estados Unidos, exportó armas por valor de 10,194 millones;
Rusia, 5,971 millones; Francia, 1,978 millones y Reino Unido, 1,704 millones (armstrade.sipri.org).
Eso explica por
qué a nivel global no parece que el criterio ético sea el relevante. Si se
tratara de proteger a los seres humanos, parte importante de esta defensa
debería consistir en impedir que las armas lleguen a manos equivocadas, sea
porque se trate de personas con historial delictivo, sea porque son personas inhábiles
para portarlas (por trastornos psíquicos, etc.).
La pregunta a esta
situación la hizo Papa Francisco mismo los legisladores de Estados Unidos,
quien los invitó a “ponernos un interrogante: ¿por qué las armas letales son
vendidas a aquellos que pretenden infligir un sufrimiento indecible sobre los
individuos y la sociedad?” (Es decir, por qué se les vende armas a los
terroristas, a los narcotraficantes, a los pandilleros, etc.).
Y la contestación
fue dura: “Tristemente, la respuesta –dijo el Pontífice– que todos conocemos,
es simplemente por dinero; un dinero impregnado de sangre, y muchas veces de
sangre inocente. Frente al silencio vergonzoso y cómplice, es nuestro deber
afrontar el problema y acabar con el tráfico de armas”. (Discurso,
24 sept. 2015)
Las lágrimas de
los familiares de las víctimas gritan en silencio que la dignidad de la cada persona
debe ser el punto de referencia para establecer un control sobre la venta y el
uso de las armas, tanto pesadas como ligeras.
El armamento se
justifica si está al servicio de la seguridad de los ciudadanos y de los
países. Pero el criterio económico, el paradigma del libre mercado o la
ganancia monetaria de un grupo nunca deben ser el punto de referencia de las
legislaciones sobre el uso y el comercio de armas.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Compártenos tu opinión