Año 11, número 519
Luis-Fernando Valdés
El Papa Francisco
llamó “genocidio” al exterminio de armenios ocurrida hace cien años en el
imperio otomano, a pesar de que el gobierno turco se niega a reconocerlo. ¿Qué
busca el Pontífice: provocar a Turquía o defender a los débiles?
El Presidente turco Erdogan y el Papa en su última reunión. |
1) El 24 de abril
se celebrará el centenario del genocidio armenio,
que fue la deportación forzosa y exterminio de entre un millón y medio y dos
millones de católicos armenios, víctimas de masacres y deportaciones masivas
–sin medios para subsistir–, por parte del Imperio Otomano desde 1915 hasta
1923.
2) El domingo 12
de abril el Obispo de Roma conmemoró con miles de fieles los cien años del
martirio armenio. En su mensaje
inicial, el Pontífice se refirió a esta tragedia con las palabras
de Juan Pablo II: “el primer genocidio del siglo XX”.
Añadió que este
genocidio “afligió a su pueblo armenio –primera nación cristiana–, junto a los
sirios católicos y ortodoxos, los asirios, los caldeos y los griegos. Fueron
asesinados obispos, sacerdotes, religiosos, mujeres, hombres, ancianos e incluso
niños y enfermos indefensos”.
El Santo Padre también
explicó que es muy importante rememorar esta tragedia, “porque donde se pierde
la memoria quiere decir que el mal mantiene aún la herida abierta; esconder o
negar el mal es como dejar que una herida siga sangrando sin curarla”.
3) Que Papa utilizara
la palabra “genocidio” enfadó al gobierno turco, ya que Turquía nunca ha
reconocido la masacre, aunque el año pasado el primer ministro y hoy presidente
Recep Tayyip Erdogan ofreció condolencias
a los descendientes de las víctimas.
Turquía no
reconoce estos hechos como “genocidio” sino que los considera “lamentables
excesos” cometidos durante una guerra entre las fuerzas del orden y las
milicias armenias, aliadas de Rusia en la I Guerra Mundial.
Las declaraciones
del presidente Erdogan fueron muy desafortunadas. “Condeno al Papa –dijo– y
quiero advertirle. Espero que no vuelva a cometer un error de ese tipo” y
añadió que “cuando los políticos y los religiosos asumen el trabajo de
historiadores, no dicen verdades, sino estupideces. (abc.es,
14 abril 2015)
4) Sorprendió la
positiva reacción del Parlamento europeo, que probó este miércoles una
resolución que exige a las
autoridades turcas reconocer el genocidio armenio, cometido hace cien
años por el entonces Imperio Otomano.
Esta resolución
también “elogia el mensaje pronunciado por Su Santidad el Papa Francisco para
honrar el centenario del genocidio armenio el 12 de abril de 2015 con un
espíritu de paz y reconciliación”.
El eurodiputado Gerolf
Annemans criticó que “el Gobierno turco no ha hecho nada hasta ahora para
reparar el daño (del genocidio)” e insistió en que se debe reconocer este hecho
“para que pueda haber reconciliación”. Y añadió: “Menos mal que el Papa
Francisco ha dicho las cosas claramente”. (Religión
digital, 16 abril 2015)
5) ¿Qué lección
encierra este “diferendo” entre el Vaticano y Turquía? La clave radica no tanto
en la gran valentía de llamar “genocidio” a la masacre perpetrada por el
entonces imperio otomano, como en denunciar que la humanidad no aprende de las
guerras o peor que busca negar esas tragedias, “con la ayuda de algunos y con
el silencio cómplice de algunos que permanecen como espectadores”. (Mensaje,
12 abril 2015)
En realidad, el
Papa Francisco está enviando un mensaje para que la comunidad internacional no
permanezca indiferente ante recientes las matanzas de cristianos. ¿Qué esperan
los gobiernos democráticos para llamar por su nombre a los genocidios que
realizan Boko Haram y el Estado islámico?
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