Año 10, número 498
Luis-Fernando Valdés
Durante el pasado
Sínodo sobre la familia, el Santo Padre escuchó todas las voces… pero él no
dijo nada sobre lo que pensaba sobre la familia: si sostenía el paradigma tradicional
o aceptaba otros modelos. Por fin, Francisco ha roto su silencio.
Logotipo del Congreso Internacional celebrado en el Vaticano. |
Recientemente se
llevó a cabo un Congreso internacional e interreligioso sobre la
complementariedad entre el hombre y la mujer, organizado por varios Dicasterios
de la Santa Sede (17 noviembre).
El objetivo del
evento era mostrar que hoy, aunque se discute mucho sobre el matrimonio entre
personas del mismo sexo, sigue teniendo sentido hablar del matrimonio como la
unión de un varón y una mujer.
Este Congreso reunió
a líderes varias religiones. Fue algo extraordinario que muchas comunidades
cristianas y catorce religiones hayan podido reunirse para proclamar
convicciones básicas sobre el matrimonio.
El cardenal
Müller, organizador del evento, explicó que “los ataques contra el matrimonio
como unión complementaria de un hombre y una mujer” son “una especie de
suicidio de la humanidad”.
Durante el evento,
Jonathan Henry Sacks, ex Rabino jefe del Reino Unido y de la Commonwealth sostuvo
que “la familia es la institución que más humaniza en la historia”, porque la moral
del amor en la relación entre marido y mujer es un acontecimiento divino y con
consecuencias sociales, que se extienden al exterior de la pareja en la
relación entre padres e hijos.
El discurso del
Santo Padre fue muy esclarecedor. Primero, sostuvo que la crisis de la familia
“ha originado una crisis de ecología humana, puesto que los ambientes sociales,
como los ambientes naturales, necesitan ser protegidos”.
Explicó que “vivimos
en una cultura de lo provisional, en la que cada vez más personas renuncian al
matrimonio como compromiso público. Esta revolución en las costumbres y en la
moral a menudo enarbola la ‘bandera de la libertad’, pero en realidad ha
provocado devastación espiritual y material en incontables seres humanos,
especialmente entre los más vulnerables.”
Luego, el Obispo
de Roma reafirmó la importancia del matrimonio: “La familia sigue siendo el
fundamento de la convivencia y la garantía contra la escisión social. Los niños
tiene el derecho de crecer en una familia, con un papá y una mamá, que sean
capaces de crear un ambiente idóneo para su desarrollo y su maduración afectiva”.
Francisco invitó también
a no “caer en la trampa de ser calificados con conceptos ideológicos”, ya que
“la familia es un hecho antropológico, y, consecuentemente, un hecho social, de
cultura, etc. Nosotros no podemos calificarla con conceptos de naturaleza
ideológica, que solo tienen fuerza en un momento de la historia, para después
decaer”.
Y concluyó: “No se
puede hablar hoy de familia conservadora o de familia progresista: ¡la familia
es familia! No se dejen calificar por este o aquel concepto de naturaleza
ideológica. La familia tiene una fuerza en sí misma”.
No es la primera
vez que el Papa defiende públicamente a la familia tradicional. Lo hizo por
ejemplo en la Exhortación “Evangelii Gaudium” (nn. 66 y 212). Lo novedoso es
que Francisco, a la vez que defiende la doctrina de siempre, busca que ese
mensaje llegué –mediante la misericordia– a las personas en situaciones
difíciles.
Queda patente que
no es posible encasillar al Pontífice en los moldes sociológicos de
“conservador” o “liberal”, para luego identificar su actitud misericordiosa con
el liberalismo teológico. Para entender al Papa, hay que usar esquemas
religiosos, no los sociológicos.
Fuentes (cada liga envía a un artículo concreto): Vatican
Insider; Aleteia.org;
Europa
press; Infocatolica
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