Año 10, número 479
Luis-Fernando Valdés
En una entrañable
Misa, el Papa Francisco pidió perdón a seis víctimas de abusos sexuales por
parte de sacerdotes. Este símbolo fue acogido favorablemente por la prensa
mundial. ¿Por qué hasta ahora?
El pasado lunes (7
julio), el Santo Padre celebró una Misa en la capilla de Santa Marta a la que asistieron
seis personas víctimas de abusos por parte de miembros del clero. El Pontífice
mostró su dolor y su solidaridad hacia las víctimas, mientras que reiteró su
condena hacia los abusadores. (Homilía
íntegra aquí)
La pregunta “¿por
qué hasta ahora?” tiene dos sentidos. Por una parte, para muchos parecería que
por primera vez la Iglesia pide perdón oficialmente por esas acciones de
pedofilia, como si el Vaticano apenas hoy estuviera reconociendo el problema.
La respuesta es
que ya Benedicto XVI había pedido perdón públicamente en repetidas ocasiones a
las víctimas, y también se reunión con bastantes de ellos con ocasión de sus
viajes. Además, el Papa alemán instituyó la “Pontificia Comisión para la
protección de Menores”. Ni tampoco se puede olvidar que una de sus primeras
medidas como Pontífice fue suspender al Padre Maciel y alejarlo de toda
actuación pública.
Y de ahí surge el
segundo sentido de la pregunta, que –como un boomerang– se le revierte a muchos
medios de comunicación: ¿por qué hasta ahora dan importancia y buena cobertura
a la petición de perdón a las víctimas por parte de la Iglesia?
Sin duda en ambos
casos, la carismática figura del Papa Jorge Mario Bergoglio ha contribuido
mucho para que la Iglesia tenga mayor cobertura de prensa y reciba una trato
más favorable por parte de los medios.
Ahora falta que
los receptores de la noticias demos un paso más hacia delante. Se trata de ser
un público más exigente, para no quedarnos sólo en el “carisma” del Papa, sino
en el “mensaje”, en la verdad que desea transmitir mediante su simpatía.
En este caso
concreto, el mensaje del Santo Padre confirmó que fue reprobable la actitud de
encubrimiento de los culpables por parte de los obispos, y que “no hay lugar en
el ministerio de la Iglesia para aquellos que cometen estos abusos”. Y aseguró
esto: “me comprometo a no tolerar el daño infligido a un menor por parte de
nadie, independientemente de su estado clerical”.
Algunos se han
preguntado que sentido tiene un gesto de este tipo, puesto que las víctimas ya
sufrieron un daño irreparable. La respuesta del padre jesuita Zollner, alemán,
experto en psicología y miembro de la Pontificia Comisión para la protección de
Menores, es muy interesante, porque él estuvo presente en el largo encuentro
del Papa con dos de las víctimas de origen alemán.
El padre Zollner
sostiene que ese encuentro sí representó una mejora para las víctimas. “Yo
puedo testimoniar que para ellos ha cambiado algo; ha sido… algo que en el
actuar ha transformado también la realidad, su realidad. Porque algunos han
expresado también que esto ha significado un cambio de actitud y de sentimiento
profundo hacia su historia, que no puede ser desarraigada, no puede ser
cancelada, pero que ahora pueden ver con otros ojos, con mayor libertad, con
una mayor esperanza”. (News.va,
9 julio 2014)
¿Por qué hasta
ahora? También esa pregunta se nos puede aplicar a los demás, que no estamos
directamente involucrados en el problema. Primero, si aún no hemos sido
solidarios con las víctimas, al menos con nuestras oraciones. Pero también se
nos puede dirigir esa interrogación, si aún no hemos querido cambiar y no
queremos aceptar que la Iglesia ha aceptado sus errores y ha puesto los medios
para proteger a los menores.
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