Año 10, número 453
Luis-Fernando Valdés
Unas palabras recientes
del Papa Bergoglio sorprendieron a los católicos y suscitaron esperanzas en
algunos colectivos gais. Se difundió que el Pontífice aceptaba los matrimonios
homosexuales. ¿Cambió Francisco la postura de la Iglesia?
El Portavoz vaticano, P. Federico Lombardi, una vez más, tuvo que aclarar las tergiversaciones de las palabras del Papa Francisco. |
Ni el popular Papa
latinoamericano se ha salvado de la tergiversación de sus palabras. Así como
Benedicto XVI fue malinterpretado en cuanto a la postura católica sobre el
preservativo en 2009 [ver],
de igual manera ahora Francisco ha visto que una declaración suya sobre
educación fue tomada como aceptación de las uniones gais.
La historia es
ésta. El 29 de noviembre pasado, el Santo Padre se reunió en el Vaticano con 120
superiores de congregaciones religiosas. Entre los temas que fueron tocados
estaba el de la educación en los colegios católicos.
El 3 de enero, la revista
jesuita “La Civiltà Cattolica” publicó un artículo titulado “Despierten
al mundo”, con un resumen de aquella reunión. El Romano Pontífice habló de
dos desafíos siempre importantes: el cultural y el educativo en las escuelas y
universidades (pp. 13-14).
El Santo Padre
sostuvo que “el educador debe estar a la altura de las personas que educa, de
interrogarse sobre cómo anunciar a Jesucristo a una generación que cambia”. E
insistió: “¡la tarea educativa hoy es una misión clave, clave, clave!”.
Y explicó que se
requiere una preparación especial para atender a niños, adolescentes y jóvenes
que viven en situaciones complejas, como el de una niña argentina que estaba
muy triste porque la novia de su madre no la quería, o como el elevado número
de estudiantes cuyos padres están separados.
Ante esos desafíos
el Papa preguntó: “¿Cómo anunciar a Cristo a estos chicos y chicas? ¿Cómo
anunciar a Cristo a una generación que cambia? Es necesario estar atentos a no
suministrarles una vacuna contra la fe”.
Casi de inmediato,
en la prensa internacional, aparecieron artículos en los que se presentó una
supuesta “apertura” del Papa a las uniones homosexuales, en medio de un debate político
en Italia sobre ese tema.
El lunes 5 de
enero, el vocero de la Santa Sede, el P. Federico Lombardi, dio una conferencia
de prensa para aclarar la confusión, en la que explicó: “Es evidente que
sus palabras fueron forzadas tanto, como para aparecer en ciertos casos como
una instrumentalización. Hablar de ‘apertura a las parejas gay’ es paradójico,
porque el discurso del Papa es totalmente general y porque de hecho el ejemplo
concreto [el de la niña triste] alude justamente al sufrimiento de los hijos.”
Quizá lo más duro
de esta polémica sea lo que apunta el vaticanista de Notimex, Andrés Beltramo, en
su blog: que los más escandalizados por estas confusiones son algunos
católicos reaccionan “como si el pontífice estuviese buscando constantemente
cómo traicionar el depósito de la fe”. En efecto, hay creyentes que antes de
investigar a fondo, suelen poner en duda la ortodoxia de la postura del Papa.
Hay que ser
valientes para hablar de los temas complicados del mundo de hoy, y argumentar
la doctrina de la Iglesia para dialogar con el mundo de hoy, como lo hizo el
Papa Ratzinger, pues el riesgo de ser acusado de intolerante es muy grande.
Pero hay que ser
no menos valiente, para abordar los temas complicados de nuestros días desde la
perspectiva pastoral, o sea, desde lo que hay que hacer en la vida cotidiana de
las comunidades católicas, pues el riesgo de ser malinterpretado es enorme. Y
esto es lo que ha hecho el Papa Bergoglio. Más vale un “Pontífice tergiversado”
que un “Pontífice amordazado”.
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