Año 9, número 416
Luis-Fernando Valdés
Volvió Benedicto
XVI al Vaticano, para residir ahí definitivamente. Su llegada suscita
interrogantes: ¿quién guiará realmente a la Iglesia? ¿Es cierto que uno de
ellos dos será el anti-papa?
Francisco recibe a Benedicto en la puerta de su nueva y definitiva residencia. Atención a las insignias: sólo Francisco usa muceta en los hombros y faja, pues sólo él es el único Papa reinante. |
El pasado jueves 2
de mayo, el Papa emérito regresó en helicóptero de Castelgandolfo, donde
residió un par de meses desde su renuncia efectuada el 28 de febrero. Ahora vivirá
en el convento “Mater Ecclesiae”, en compañía de su secretario Mons. Georg
Gäenswein y cuatro mujeres del servicio doméstico.
Benedicto XVI fue
recibido en la puerta del monasterio por el Papa Francisco mismo. Fue un evento
muy discreto y no hay disponibles tomas de televisión. Pero la nota de presa de
la Santa Sede explica que el Pontífice “le ha dado la bienvenida con grande y
fraterna cordialidad”, y que luego ambos se dirigieron a la capilla del convento
“para un momento de oración”. (News.va,
2.mayo.2013)
La cordialidad
entre Francisco y Benedicto es patente, aunque no han faltado “videntes” que
insisten en que habrá un anti-papa. En términos técnicos, un “anti-papa” es
quien reclama para sí el Pontificado Romano, estando aún en funciones el
Pontífice reinante.
En el caso del
Papa Francisco, esta situación de hecho no se ha dado. Cuando Benedicto XVI
renunció al Papado, en ese momento, la Iglesia quedó sin cabeza visible, sin
Papa. Y por eso se convocó a un cónclave, para elegir a quien gobernara la
Iglesia. No hubo usurpación y, por tanto, tampoco hay anti-papa.
Tampoco hay dos
gobiernos en la Iglesia, ni dos cabezas, ni dos Papas. Sólo Francisco es el
Papa, y Benedicto ya no es Papa, sino “emérito”: jubilado, sin funciones. Sucede lo mismo que
en los países democráticos, en los hay un Presidente único, aunque aún vivan
los ex-presidentes.
Para que esto
quedara muy claro, Benedicto XVI antes de renunciar tomó unas medidas para
remarcar que él ya no era el Papa reinante: estableció que se le llamará “Papa
emérito” o “Pontífice emérito”, renunció a dos prendas de su vestimenta blanca,
que son la muceta y la faja, las cuales sólo puede portar el Pontífice en
funciones, en este caso, Francisco.
¿Benedicto, poder
tras el trono? ¿Francisco, anti-papa? Son dos clichés que intentan “mostrar” a
dos personajes en conflicto, pero esto nada tienen que ver con la realidad. La
verdad es que el afecto que ambos se tienen ha quedado patente.
Se cuenta que tan
pronto como el card. Bergoglio fue elegido, éste pidió un teléfono para saludar
a Benedicto XVI, desde la Sala de Lágrimas, mientras le ajustaban la sotana
blanca. Y fue inolvidable la visita de Francisco al Papa emérito en
Castelgandolfo, donde rezaron y comieron juntos.
La Sala de prensa
vaticana ratificó el deseo del Pontífice emérito de dedicarse a la oración, en
una vida de retiro en el monasterio “Mater Ecclesiae”. Quienes conocen la
personalidad de Benedicto XVI saben bien que no pretende ni desea intervenir en
el gobierno de la Iglesia, y que cumplirá fielmente la promesa que, en su
momento expresó, de sujetarse fielmente al nuevo Sucesor de Pedro.
Por su parte, el
Papa Francisco seguirá viviendo en la “Domus Sanctae Marthae”, que está
prácticamente al lado del convento. Por eso, es posible que el Papa Francisco y
su antecesor se lleguen a encontrar con frecuencia en los jardines vaticanos,
donde ambos suelen pasear.
También es
factible que el Papa visite a Benedicto XVI con cierta frecuencia, como detalle
de fraternidad, y quizá también –¿por qué no?– para intercambiar puntos de
vista. Serán el Papa argentino y su amigo alemán.
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