Año 9, número 415
Luis-Fernando Valdés
Aunque no ha sido
noticia principal, en los últimos días se ha hablado mucho de la reforma del
Banco Vaticano. Este sería el primer desafío del Papa Francisco antes de transformar
la Curia romana. ¿Qué hay detrás de todo esto? ¿En qué afecta esta reforma a
los católicos de a pie?
Al hablar del
banco del Vaticano nos topamos casi siempre con una serie de clichés, como la
falta de transparencia y lavado dinero. Sin embargo, la visión sobre esta
institución financiera pone en juego algo más que dinero, pues influye en la
confianza de la gente en la Iglesia y también puede desvirtuar la percepción
sobre la misión misma de la Iglesia.
Primero, hay que
aclarar que el “Istituto per l’Opere di Religione” (IOR) no es propiamente un
banco convencional (con accionistas y sucursales), sino una entidad que
administra bienes muebles e inmuebles que han sido destinados para obras de
caridad de la Iglesia.
A través de este
instituto se financian tanto las Iglesias de países pobres como las obras de
caridad de muchas diócesis. Es muy conocido que el entonces Card. Bergoglio
recibió fondos del IOR tanto para ayudar a los pobres y a los enfermos (fue
famosa la ayuda humanitaria a los llamados “cartoneros”), como para sanear la
finanzas de la diócesis de Buenos Aires (Stanze
Vaticane, 13.abr.13).
¿Cuál es el
problema actual del IOR? ¿Le falta transparencia? MoneyVal, el organismo de la
comunidad europea encargado de vigilar el lavado de dinero, pidió al IOR que se
adecuara a la normativa vigente. Aunque no se ha demostrado nada, la normativa
anterior del IOR se prestaba al lavado de dinero… y no han faltado rumores de
ser el banco de la mafia italiana. Actualmente, el IOR ya está dentro de los
estándares europeos. (Ampliar en: Fe
y razón, 5.ago.12)
Ernst von Freyberg, nuevo Presidente del Banco Vaticano. |
Hay que reconocer
el mérito de Benedicto XVI, que estuvo empeñado de mejorar el funcionamiento
del Banco Vaticano. Pocos días antes de su retiro, nombró como nuevo Presidente
de esta institución al abogado Ernst von Freyberg (15.feb.13)
y renovó la comisión de cardenales que vigilan el IOR (18.feb.13).
Pero, estos
asuntos económicos ¿qué tienen que ver con los fieles católicos comunes y
corrientes? Aparentemente nada y, en realidad, todo. Estos temas desgastan la
credibilidad de la Iglesia. Cristo predicó la pobreza y la Iglesia maneja un banco…
que, además, tiene su “mala fama” en contra.
Precisamente, el
Papa Francisco ha estado muy pendiente de que la Iglesia no pierda de vista su
finalidad espiritual y misionera, y puede entonces. Recientemente, el Pontífice
afirmó que: “cuando la Iglesia quiere enorgullecerse de su cantidad y crea
organizaciones, crea oficinas y se hace un poco burocrática, la Iglesia pierde
su substancia principal y corre el peligro de transformarse en una ONG. Y la
Iglesia no es una Ong.”
Habló en concreto
del IOR y reconoció que “es necesario”, pero “ hasta un cierto punto”. Porque, “cuando
la organización toma el primer sitio, el amor se acaba y la Iglesia, pobrecita,
se convierte en una ONG. Esta no es la vía”. (Vatican
Insider, 24.IV.13)
Este es el
verdadero fondo de la reforma al Banco Vaticano y a la Curia romana. Francisco
trata de que las estructuras administrativas de la Iglesia y de las diócesis no
distraigan a los católicos de lo importante de su fe: conocer a Cristo, amarlo
y llevarlo a toda la gente. Seguramente, estas esperadas reformas contribuirán
a que los católicos recuperen confianza en las estructuras de gobierno y de
financiamiento de la Iglesia.
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