Año 8, número 388
Luis-Fernando Valdés
Seguramente el
encabezado de hoy resulta curioso, casi contradictorio. ¿Cómo es posible que en
la Europa cristiana del s. XII haya existido una mujer dedicada… a la ciencia
médica? Se trata de Hildergad von Bingen, a quien hoy mismo Benedicto XVI
proclamará “Doctora de la Iglesia”.
Hildegard von Bingen, Doctora de la Iglesia Católica |
La imagen que
solemos tener hoy sobre la época medieval es negativa: que –por influencia
directa de la Iglesia Católica– las mujeres estaban relegadas a un segundo
plano, y que la Inquisición reprimía los pensadores que cultivaban la ciencia
experimental.
Pero todo
estudioso serio sabe que esos prejuicios no corresponden a la realidad, y hoy
el Santo Padre, al distinguir a Santa Hildegard como Doctora, proclama a los
cuatro puntos cardinales que la Fe católica valora tanto el papel de la mujer
como el desarrollo de las ciencias.
La vida de
Hildegard es impresionante e interesante. Nació el 16 de septiembre 1098 en
Bermersheim, (Renania-Palatinado, Alemania) y falleció el 17 de septiembre 1179
en el monasterio de Rupertsberg, en Bingen. Fue abadesa, líder monástica,
mística, profetisa, médica, compositora y escritora alemana. Es conocida como
la “Sibila del Rin” y como “Profetisa teutónica”. [Wikipedia; R.
Vargas Rubio, Hildegarda
de Bingen: Ser mujer en la Edad Media]
Siendo mujer, realizó
cuatro viajes de predicación, entre 1158 y 1171. Su discursos giraron en torno a
la redención, la conversión y la reforma del clero, criticando duramente la
corrupción eclesiástica, además de oponerse firmemente a los cátaros, que
minusvaloraban a las mujeres.
Además, esta monja
alemana intervino en política, cuando Federico Barbarroja se enfrentó al Papa
Alejandro III. El emperador había puesto a un “antipapa”, Víctor IV, y a la
muerte de éste impuso a otros dos: Pascual III y Calixto III.
Con la audacia que
caracteriza a todo profeta, escribió al emperador estas palabras de parte de
Dios: “¡Atento, atento a esta malvada conducta de los impíos que me desprecian!
¡Escucha, rey, si quieres vivir! ¡De lo contrario mi espada te traspasará!”
[Benedicto XVI, Audiencia
8.IX.2010]
Entre los años
1151 y 1158 elaboró sus escritos de medicina. Adelantándose a la homeopatía y a
las flores de Bach, al describir plantas, animales, piedras, Hildegarda se
detiene en las cualidades y en su propiedad curativa, ya que el uso del
elemento en que se halle la cualidad faltante a la persona enferma restablecerá
el equilibrio perdido y le devolverá la salud. [A. Fraboschi, Hildegarda
de Bingen, esa gran desconocida]
La vida de esta
nueva Doctora es la prueba de que la cultura cristiana fue el lugar favorable
para que una mujer talentosa pudiera desarrollar la música, la medicina, la
teología y se hiciera escuchar por los poderosos.
Benedicto XVI se
inspiró precisamente en ella para declarar que “la teología puede recibir una
contribución peculiar de las mujeres, porque ellas son capaces de hablar de
Dios y de los misterios de la fe con su peculiar inteligencia y sensibilidad”. [Benedicto
XVI, Audiencia
8.IX.2010]
Hildegard von Bingen
resulta un modelo atractivo e inspirador para el feminismo de hoy, porque supo
integrar las distintas facetas de su vida en un único proyecto de vida. Algunos
feminismos contemporáneas propone que las mujeres ocupen un solo rol, que antes
era exclusivo de los varones. Pero esos movimientos no siempre son una buena
opción para las mujeres que desean desarrollar tanto la vida familiar como la
profesional.
Hacen falta nuevos
modelos de mujeres de nuestra época, que también sepan hacer compatible los
diversos ámbitos de la vida de hoy: la fe, la maternidad y la familia, el
compromiso social, las exigencias de la vida política o de la empresa.
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