Año 8, número 390.
Luis-Fernando Valdés
El suicidio de la
quinceañera canadiense Amanda Todd conmovió el mundo, quien de esta manera
buscó poner punto final al acoso que recibió a través de las redes sociales. Fue
caso de “cyberbullying”. Para combatir este nuevo flagelo social, es necesario
conocerlo y tomar medidas. Veamos.
Post mortem Amanda Todd, recibió homenaje tanto en las redes sociales como en las calles. |
Un mes antes de
suicidarse, Amanda (q.e.p.d.) colgó en YouTube un video titulado “Mi historia: lucha,
acoso, suicidio, daño”, en el que contaba su tragedia con tarjetas escritas a
mano. Cuando ella tenía 12 años una persona, que conoció en unvideo-chat, la
convención de mostrarle sus pechos. Un año después, esta misma persona la
extorsionó y publicó esa foto.
Pronto sus
compañeros de escuela la rechazaron y eso le provocó ansiedad y depresión. También
fue maltratada físicamente por ellos e intentó suicidarse. Aunque se cambió de
ciudad, siguió siendo acosada por internet. El video termina con un trágico
letrero: “No tengo a nadie. Necesito a alguien. Mi nombre es Amanda Todd”. [Noticia]
El cyberbullying o
ciberacoso es el uso de información electrónica obtenida del correo
electrónico, redes sociales, blogs, mensajes de texto, teléfonos celulares,
etc. para molestar o acosar a un individuo o a un grupo. [Wikipedia].
Conocido también
como “acoso por internet”, se distingue del “sexting” (la difusión de
contenidos de tipo sexual, producidos por la propia víctima), de la
“sextorsión” (chantaje en el que alguien utiliza determinados contenidos para
obtener algo de la víctima, amenazando con su publicación) y del “grooming” (una
persona adulta que se gana la confianza de un menor a través de internet, para
luego orillarlo a encuentros sexuales, generalmente mediante la sextorsión). [Javier
Torres, Sexting]
El ciberacoso se
puede identificar por sus manifestaciones, como las siguientes, entre otras: 1)
publicar una imagen comprometedora (real o efectuada mediante fotomontajes) o
datos delicados que pueden perjudicar o avergonzar a la víctima;
2) dar de alta,
con foto incluida, a la víctima en un web donde se trata de votar a la persona
más fea, a la menos inteligente; 3) crear un perfil falso en nombre de la
víctima, en redes sociales, donde luego se redactan “confesiones” (generalmente
de tipo sexual) que parecen escritas por la propia víctima. [Saber más: aquí
y aquí]
Miguel Blasco
explica que este tipo de agresión “puede generar una perturbación psicológica
todavía mayor que la que produce un enfrentamiento cara a cara, porque […] está
en conocimiento de una ilimitada cantidad de personas”.
Además, el
ciberacoso es un peligro casi invisible. “Una de las cosas que preocupa a
padres y a los docentes, –continúa Blasco– es que el fenómeno pocas veces se da
a conocer y se mantiene en secreto. Antes, una pelea entre pares podía verse y
sancionarse. Ahora, como muchas otras actividades adolescentes, el
cyberbullying se mantiene en el secreto de una cultura juvenil que escapa al
control de los mayores, lo que hace aun más vulnerable a la víctima que se
siente desprotegida”. [Miguel Blasco, ¿Qué
es el cyberbullying?]
Aunque recientes estudios
de la “American Academy of Pediatrics” muestran que el acoso por internet rara
vez son la causa principal de los suicidios juveniles, la realidad es que han
sido los sucesos trágicos los que han hecho que se ponga atención a este grave
problema.
Por eso, se
imponen varias tareas. Los padres de familia deben explicar a sus hijos que
existe este problema, y animarlos a contarles sus temores. Los jóvenes deben
perder el miedo a sentirse rechazados si piden ayuda. Y los amigos tiene la
obligación de frenar los chismes y las imágenes difamatorias. Todos somos parte
de la solución.
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