Luis-Fernando Valdés
En la madrugada
del pasado 31 de octubre, nacieron tres bebés que se disputan el título de ser
el ciudadano 7 mil millones de nuestro planeta. Fueron acogidos con júbilo,
pero también con preocupación por algunos organismos internacionales. Por eso,
la pregunta de hoy es complicada: ¿somos muchos ya? o ¿somos demasiado pocos?
El nacimiento que
redondea la cifra se lo disputaron Danica, de Filipinas; Nargis, de la India y
Piotr de Rusia [ver noticia]. Aunque es imposible saber quién fue el bebito que nació
primero, lo cierto es que fueron motivo de reflexión sobre la demografía
mundial.
Danica, la bebé filipina, que podría ser el ciudadano 7 mil millones del Planeta. |
El Fondo de
Naciones Unidas de la Población (UNFPA), en un documento titulado “Siete mil
millones de personas, su mundo, sus posibilidades”, señala que en el 2000, había
6 mil 100 millones de individuos, y en poco más de 10 años la cifra creció en
900 millones. Para 2050 se estima que la población alcance los 9 mil 300
millones, y que superará los 10 mil millones al final de siglo [noticia].
Según la UNFPA,
“el crecimiento acelerado de la población mundial comenzó en 1950, a raíz de
reducciones en la mortalidad en las regiones menos adelantadas”, y esto
“redundó en una cantidad estimada en seis mil millones de personas en el año
2000, casi dos veces y media la población de 1950”. Sin embargo, “a raíz de la
disminución de la fecundidad en la mayor parte del mundo, la tasa mundial de
crecimiento demográfico ha ido disminuyendo desde su máximo de 2.0 por ciento
en el lapso 1965-1970”.
Ante este
panorama, la primera impresión sería catastrófica, como si no hubieran recursos
suficientes para el futuro. Pero, en realidad, la preocupación de los expertos
va por otro lado: el decrecimiento de la población.
Peter Apps, de la
agencia Reuters, afirma que “muchos demógrafos y planificadores a largo plazo
dicen que el desafío para el próximo siglo no será tanto tratar con un mayor
número de personas como lidiar con una población envejecida mayor y quizá con
personas dependientes mientras se encuentran nuevas estrategias para ofrecer
prosperidad, empleo y servicios esenciales” [nota completa].
Apps recoge la
afirmación de Jack Goldstone, profesor de política pública y destacado experto
demógrafo en la Universidad George Mason de Washington, que sostiene que “pensábamos
que la sobrepoblación iba a obligar a la humanidad a expandirse a las
estrellas. Eso no parecer ser el problema en absoluto”.
La propuesta de la
UNFPA en vez de reconocer este problema del envejecimiento mundial, hace
hincapié en la pobreza internacional, y propone entre otras acciones la
disminución de la natalidad. En el citado documento se indica como una solución:
“asegurar que cada niño sea deseado y cada parto se realice en condiciones de
seguridad”. Como es sabido, “niño deseado” implica “control natal”, y por tanto
menos nacimientos.
Sin embargo, el
aumento de población también puede ser causa de disminución de la pobreza. Así
lo declaró, en su momento, el Observador Permanente de la Santa Sede en las
Naciones Unidas, Mons. Francis Chullikatt, durante la 49° Sesión de la Comisión
para el Desarrollo del Consejo Económico y Social (ECOSOC) (16.II.2011). Y
afirmó que “la pobreza no está causada por un exceso de niños, sino por una
inversión y un sostenimiento demasiado escaso para su desarrollo” [noticia].
El problema de
fondo es el sistema económico imperante, que está basado en el consumo, en vez
de estar centrado en la persona humana. Por tanto, insistimos en la pregunta,
que es más bien un clamor: ¿hasta cuándo los economistas podrán diseñar un nuevo
sistema en función del hombre?
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