domingo, 13 de noviembre de 2011

Después de Papandreou y Berlusconi, ¿qué?


Año 7, número 340
Luis-Fernando Valdés

La crisis financiera mundial ha llegado a puntos alarmantes: dos Primeros Ministros europeos –el de Grecia y el de Italia– dimitieron esta semana, debido a su imposibilidad de manejar la adversidad económica. ¿Cambiar de “Premier” es la “solución mágica”?

El gigantesco déficit financiero de Grecia ha producido una severa crisis económica en la zona euro, y la riesgosa situación de los mercados ha afectado duramente las finanzas italianas. Y este panorama se ha extendido como una nube amenazadora a todo el mundo.

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Toma de posesión de Lucas Papademos
 como Primer Ministro de Grecia.
De ahí la presión internacional, especialmente de Francia, Alemania y Estados Unidos, para conseguir un relevo en los gobiernos de aquellas dos naciones mediterráneas. El Premier griego Papandreou fue sustituido un tecnócrata, Luas Papademos, ex vicepresidente del Banco Central Europeo; mientras que se presume que el Primer Ministro italiano Berlusconi será relevado por otro tecnócrata, Mario Monti, quien trabajó como Comisario de Competencia de la Unión Europea, entre 1999 y 2004.

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Mario Monti, posible sustituto de
Silvio Berlusconi, en Italia
Es muy significativo que dos políticos de carrera sean sustituidos por economistas. El mensaje es claro: una crisis económica debe ser resuelta por expertos, a los que se les otorga el poder ejecutivo para que puedan maniobrar, y salvar así a sus ya casi hundidas naves. Sin embargo, el problema de fondo seguirá, ya que la crisis actual no es sólo financiera, sino también ética. Esta crisis es el resultado un sistema basado únicamente en el mercado, en el que las personas singulares no cuentan.

Por eso, se requiere un nuevo paradigma que tome en cuenta la ética. Benedicto XVI escribió en 2009 que esta crisis, “nos obliga a revisar nuestro camino, a darnos nuevas reglas” y “se convierte en ocasión de discernir y proyectar de un modo nuevo” (Enc. Cáritas in veritate, n. 21).

Y, recientemente, el Consejo Pontificio “Justicia y Paz” publicó una nota titulada “Por una reforma del sistema financiero y monetario internacional en la perspectiva de una autoridad pública con competencia universal” (24.X.2011) con una nueva propuesta, que parte del hecho que “en los distintos estadios de desarrollo de la crisis se encuentra siempre una combinación de errores técnicos y de responsabilidades morales”.

El documento describe la actual crisis y advierte que una teoría económica “que establezca a priori las leyes del funcionamiento del mercado y del desarrollo económico, sin confrontarse con la realidad, corre el peligro de convertirse en un instrumento subordinado a los intereses de los Países” más desarrollados.

Ante el panorama de la pobreza mundial, la propuesta pontificia sugiere “el reconocimiento de la primacía (…) de la ética respecto a la economía”, y que “los pueblos de la tierra deberían asumir, como alma de su acción, una ‘ética de la solidaridad’, abandonando toda forma de mezquino egoísmo, abrazando la lógica del bien común mundial que trasciende el mero interés contingente y particular”.

Cuando el Papa afirma que la economía “tiene necesidad de la ética para su correcto funcionamiento, y no de una ética cualquiera, sino de una ética amiga de la persona”, no está hablando de una cuestión religiosa, sino de una realidad inherente a la condición humana. Cuando se respeta la naturaleza social del ser humano hay justicia y paz. Cuando se vive sin valores sociales y solidarios, la economía se torna en contra del hombre. Y esta crisis financiera mundial es su triste comprobación. Por eso, es apremiante una economía centrada en el ser humano.

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