Año 7, número 335
Luis-Fernando Valdés
La actividad al
interior de las Naciones Unidas sale poco en los medios, a pesar de ser
pública. Y así son pocos los que saben del “cabildeo” de las propuestas sobre
la vida humana que se manejan en la sede de Nueva York. ¿Sabía Usted que hoy
por hoy se discute en la ONU proponer el aborto como un “derecho humano”?
La búsqueda de la
legalización internacional del aborto hoy toma otro cauce: ya no se argumenta
desde el derecho a decidir por parte de la mujer (lo cual está en la esfera
subjetiva), sino que se desplaza al ámbito de la salud (que es tangible): ahora
se aduce la tutela del derecho de las mujeres a la salud.
La Secretaría de
la ONU el 23 de septiembre pasado emitió un informe del Consejo de Derechos
Humanos, en el que exhorta a todas las naciones a aceptar que debe otorgarse a
mujeres y niñas el acceso al aborto legal, para que ellas puedan disfrutar
plenamente sus derechos humanos. [Ver noticia]
Anand Grover, relator especial de la ONU para el derecho a la Salud. |
Este informe fue
elaborado por el Relator Especial de la ONU Anand Grover, y presentado ante la
Asamblea General de la ONU por el Secretario General, Ban Ki-moon. El documento
tiene como objetivo vincular el aborto voluntario con el derecho fundamental a
la salud física y mental. Según Grover, “las leyes penales que sancionan y
restringen el aborto inducido son ejemplos paradigmáticos de barreras
inaceptables para la realización del derecho de las mujeres a la salud y deben
ser eliminadas”.
La propuesta del
funcionario de la ONU afirma que no es suficiente despenalizar el aborto, sino
que los gobiernos de los países deben respaldar las condiciones para abortar:
clínicas especializadas, con personal capacitado; y garantizar “que se dispone
de lo más nuevo y seguro en medicamentos y en equipamiento”.
También Grover
sostiene que el aborto es necesario para la “salud mental”. Por una parte,
afirma que “se encuentra bien documentado el impacto psicológico de la búsqueda
de un aborto ilegal o de llevar a término un embarazo no deseado”, pero por
otra, sostiene que “ninguna evidencia correspondiente respalda la existencia de
una secuela de salud mental a largo plazo como consecuencia del aborto optativo”.
Esto es irónico. O
sea, ¿está demostrado que el aborto, por el hecho de ser voluntario, no deja
secuelas psicológicas? Entonces, ¿por qué los expertos norteamericanos en
psiquiatría hablan de un “síndrome post aborto” (referido al “elective
abortion”) que se ha convertido en un problema de salud pública? (cfr. A.C. Speckhard, Postabortion Syndrome: An Emerging Public Health Concern, 1992).
Como era de
esperar, esta propuesta no fue recibida por la mayoría. Muchas voces en ese
mismo foro hicieron propuestas a favor de la vida del nascituro. El pasado 6 de
octubre, se presentaron en la sede de la ONU los “Artículos de San José”, firmados
en la capital de Costa Rica.
Elaborados por 29
especialistas en derecho internacional, relaciones internacionales, salud
pública, ciencia, medicina y gobierno, estos Artículos explican el hecho
científico de la vida humana y la no-vinculación del derecho a la salud con el
aborto, y dejan claro que las propuestas de la ONU no vinculan a los países
miembros para cambiar las legislaciones que favorecen la vida.
La clave que da
claridad en esta discusión apunta hacia el derecho a la vida, y no a abortar.
Es importante tutelar la salud de las mujeres (y de los varones), porque la
salud conserva la vida. Es decir, la salud es un derecho porque está en función
de garantizar el derecho a vivir. Por eso, es contradictorio invertir el orden
de los derechos: vivir o abortar para garantizar la salud.
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