domingo, 22 de febrero de 2009

Violencia y opinión pública

Luis-Fernando Valdés

Durante la semana ocurrieron dos sucesos, que parecen opuestos, pero apuntan a una misma raíz. Por una parte, el Secretario de Turismo, Rodolfo Elizondo, afirmó el lunes pasado que los medios de comunicación tienen la culpa de que haya bajado el índice de turistas, pues las noticias que se transmiten dan una mala imagen de nuestro País. Por otra, el martes pasado fuimos testigos de varias manifestaciones de encapuchados pidiendo la retirada del Ejército del combate al narcotráfico. En ambos casos, se trató de manipular a la opinión pública.
Manipular es una palabra que tiene una acepción fea: la de mover a otros mediante engaños, para conseguir un fin con el que ellos mismos no están de acuerdo. En estos dos hechos, la manipulación es un intento de que los demás crean algo que no es verdad.
En el primer caso, seguramente involuntario, por parte del Secretario Elizondo, la manipulación consistió en atribuir a los medios la mala imagen que se puede tener de nuestra Patria en el extranjero. Ciertamente, quizá algunos informativos –no todos– dan preferencia a noticias violentas, pero hay una realidad innegable: en México estamos atravesando por una ola gigante de secuestros, torturas y ejecuciones. No se puede culpar a los medios de “inventar” un ambiente de inseguridad, cuando la violencia es un “hecho”.
Dos cuestiones saltan a nuestra consideración. Primero, si es ético o no hablar de la situación de inseguridad. Ocultar los problemas nunca ha sido solución de nada. Es importante para la vida democrática de un país que se fomente un clima de transparencia. Es duro, pero hay que decirlo: en México están siendo asesinadas decenas de personas cada semana. Si consideraríamos que es malo que nos oculten lo que sucede en los regímenes totalitarios, ¿por qué habría que ocultar lo que sucede en nuestra propia Nación?
El segundo punto consiste en la eticidad de la presentación de las noticias sobre violencia. Este aspecto merece atención, porque la difusión de un hecho siempre conlleva un juicio de aprobación o de reprobación. Se puede publicar un hecho violento para condenarlo, o para alabarlo. Se puede poner énfasis en los detalles morbosos, o en las consecuencias sociales. Por esta diversidad de enfoques, es necesario decir que toda presentación que busque exaltar lo que degrada al hombre no es ética. Y también es importante señalar que se pueden publicar las noticias sobre crímenes, si el enfoque es respetuoso para la sensibilidad general, y busca resaltar la trascendencia del hecho, no los detalles de crueldad.
El otro suceso, las protestas a favor de los narcos, son claramente un intento de manipulación de la opinión pública. El crimen organizado está buscando una manera de liberarse de la presión de la Policía y el Ejército, y ha recurrido a una estrategia maquiavélica: utilizar un medio de expresión propio de la democracia, como son las manifestaciones en las calles.
De esa manera, ante la opinión pública los cárteles pretenden legitimarse, como si fueran un sector de la población al que se le están violando sus derechos. Se pueden expresar los grupos sociales que son parte de la sociedad, pero estas bandas criminales se han auto-excluido de ella, porque la destruyen, porque atacan a sus instituciones y a sus ciudadanos, y porque no viven según las leyes. No permitamos la manipulación: que nadie nos oculte lo que sucede, y que nadie pretenda legitimar sus crímenes, confundiendo a la opinión pública.
Correo: lfvaldes@gmail.com
http://columnafeyrazon.blogspot.com

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