Luis-Fernando Valdés
El pasado 3 de febrero fue salvajemente torturado y asesinado el General en retiro Mauro Enrique Tello Quiñones, en Cancún. El militar había sido apenas contratado como asesor del presidente municipal de Benito Juárez, Quinta Roo, cuando fue secuestrado y ultimado. Este suceso representa una grave afrenta a todo el País.
Sí, este homicidio tiene una relevancia especial. Ciertamente, todo asesinato siempre es una gran tragedia, aunque el occiso no sea un personaje público. Pero tampoco podemos dejar de lado, que el cargo que ocupa una persona representa y simboliza a su institución. De modo que este crimen ha sido un atropello no sólo para el General Tello Quiñones y sus acompañantes, sino también al Ejército mexicano al que su alto rango representaba.
Manifestamos nuestras condolencias a su viuda y a su familia, y también a los parientes de quienes murieron con él. Y con independencia de los méritos y los deméritos de este General, queremos destacar que su muerte nos afecta a todos los mexicanos, porque ha sido ofendida una institución que constituye uno de lo pilares de nuestro País.
Una nación se constituye como tal cuando se consolidan las diversas instituciones que la conforman: parlamento, corte de justicia, etc. Uno de los organismos claves de un país es su ejército, pues representa la garantía de paz, orden y seguridad dentro de sus fronteras. Cuando el ejército es atacado, hay un mensaje muy claro por parte del agresor: está desafiando a toda esa nación.
La violencia contra los militares mexicanos, por parte del crimen organizado, significa una lucha por establecer dos países: el que se ha consolidado legítimamente a lo largo de la historia, y otro nuevo, el que quisieran implantar los criminales, para mirar sólo por sus intereses.
Cuando se ataca a las instituciones que representan a un nuestra Patria, se manda una señal muy nítida: que los agresores no están dispuestos a seguir ni nuestras leyes ni nuestras costumbres. Por eso, ningún ciudadano puede permitir –o soportar pasivamente– que lo que representa a México sea atropellado.
No se trata de fomentar un falso nacionalismo militarista. Más bien, se requiere una reflexión serena, porque el apasionamiento tiende –con frecuencia– a fijarse sólo en la ofensa a la persona, dejando de lado la injuria a la institución y a lo que ella representa. Por eso, sin importar si estamos de acuerdo o no con la actuación del Ejército, del General Tello, o del Gobierno actual, debemos sentirnos ultrajados por este asesinato, porque representa un atentado contra nuestro País.
Cuando hablamos de la unidad de nuestra Nación, nunca se debe entender una “uniformidad” de modos de pensar o de actuar. La unidad tampoco significa que todos los ciudadanos debamos tener un misma preferencia política o apoyemos un mismo sistema económico. En cambio, la unidad nacional se apoya en el respeto y la defensa de lo que nos constituye como País: nuestro territorio y nuestras instituciones. Por eso, este tipo de crímenes, que atentan contra un pilar institucional de la República, son un verdadero peligro contra la unidad de México.
De ahí la importancia de que todos repudiemos estas acciones y presionemos para que se haga justicia –sin pretender una venganza por parte del gremio castrense–, porque está en juego la legitimidad y la permanencia de las instituciones que consolidan a nuestro México.
Correo: lfvaldes@gmail.com
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Estimado Luis fernando, antes que nada mandarte un cordial saludo.
ResponderBorrarRespecto al tema que abordas, el asesinato; del general de brigada en retiro, en Cancun, sin duda que llama la atención, por muchos factores, por el rango, por la forma, por el mensaje, por el impacto... pero al final de cuentas a mi me dice que ya se llegó a un limite. A un limite en donde la sociedad ya parece no asombrarse de nada, en donde la cotidianidad es muertos, descabezados, operativos, ejecuciones en fin!
Pero yo me detengo a pensar en que este tipo de accciones, en contra de las "instituciones" y "pilares" de un país no llegan solas ni por casualidad, por desgracia, (y para nadie es un secreto); tanto las fuerzas castrenses como las de seguridad pública están coludidas hasta las entrañas con el crimen organizado; (yo sé si le llaman así porque esta organizado con estas instituciones), en efecto, muchas veces parecen ser leyendas urbanas o temas de corridos, pero no podemos soslayar que la corrupción y la codicia han llevado a muchas personas a traicionar los valores minimos de lealtad, honradez y hasta decencia.
LAs instituciones, todas, están conformadas por personas, y son estas quienes le dan forma y sentido, si estas fallan y se corrompen, aquellas simplemente serán una cloaca..en este punto yo vuelvo a repantearme la utilidad del "combate al narcotrfico y el crimen organizado", combatirlo es un gran neggocio para todos los involucrados, pero acabar cón él, además de útupico resultaria un pesimo resultado a sus carteras.
El combate al narco encarece la droga, aumenta las "cuotas" de confiscación a los cárteles, encarec la proteccción ylos sobornos que se pagan a policias, agentes especiales, soldados, (en todos los rangos), y politicos, aumenta el "moche" en las aduanas para dejar pasar armas y droga, aumenta el precio del armamento que venden en EUA... en fin, le seguimos??
El asunto es que no podemos ponernos pesimistas, (no es sarcasmo), ni caer, como mencionas acertadamente, en sentimientos patrioteros oportunistas, se debe de atender el origen último del problema: la formación de las personas, los valores minmos indispensables, reforzar la información clara y objetiva, de otra manera seguiremos viendo estas tristes noticias.
Pero este esfuerzo debe ser realizado por un liderazgo integro, intachable y que sea digno de emular; y desgraciadamente los hombres fallan y con ello desacreditan a las instituciones y mancillan la labor de sus iguales, hago este comentario por la reciente "difusión" de la doble vida del fundador de los legionarios de Cristo, Marcial Maciel..
Como podemos decirle a los niños, en su proceso de formación, la importancia de los valores, cuando se traicionan tan obviamente, estimado LuisFernando, estas cosas no sola deconsolan a quienes creen en esas figuras, son además alimento del desanimo y de la irresponsabilidad, cuando se ve que a los actos injustos de unos cuantos no les toca castigo, entonces se activa un sentimiento de revancha, de " a ver que pasa", ojo, los que mataron al general sentian que no tenian nada que perder, y si todo que ganar en una sociedad que se vuelve poco a poco en insensible, impersonal, impúdica y mediocre.
Te mando un fuerte abrazo y mi gratitud por abrir tu espacio y tu esfuerzo de despertar conciencias, sera un placer poder platicar en persona, estoy seguro que, desde trincheras distintas, abrazamos un mismo anhelo, el engrancimineto de nuestra patria y la cocncordia entre las personas.
Genaro Guevara Ojeda
Estimado Genaro,
ResponderBorrarTambién yo te mando un cordial saludo. Mil gracias por seguir mi columna. Antes de entrar en materia, te diré que veo que nos unen muchas cosas, como nuestro amor a México, como nuestros deseos de una sociedad más justa y llena de valores. Te diré que me identifico totalmente con este punto de vista, y que me desmarco lo más que puedo de quienes proponen una sociología católica como solución a los problemas del País. Yo creo firmemente que la fe puede dar luces para esas soluciones, pero que después cada ciudadano verá si las aplica, y lo hará a título personal, PORQUE los católicos gozamos de libertad de opinión en los temas temporales (economía, política, etc), y sería un atentado contra ella el querer imponer un punto de vista único en esa materias. Por eso, creo en el diálogo y que juntos, aunque con convicciones religiosas distintas, todos podemos hacer una misma Nación, en la que nos veamos como hermanos.
Y, en cuanto a nuestro tema, coincido contigo que muchos representantes de nuestras instituciones, al coludirse con el narco (o con cualquier forma de corrupción), también pisotean a la Patria. Producen el mismo efecto que quienes atacan a nuestras instituciones.
De verdad, la solución es la que propones: la formación de personas, la formación en valores. Para esto necesitamos líderes auténticos, que vivan lo que predican; pero también se requiere que los ciudadanos de a pie, que creemos en los valores, luchemos por ser coherentes, y ayudemos a formar a los que integran las nuevas generaciones.
Gracias por contribuir al diálogo. Siempre tienes este espacio para ti. Te mando un fuerte abrazo,
P. Luis-Fernando