domingo, 11 de enero de 2009

Pobreza: reto para 2009

Luis-Fernando Valdés

Al inicio de cada año, como ya es tradicional, el Papa ofrece un discurso al Cuerpo Diplomático acreditado ante la Santa Sede. En su alocución de este año, Benedicto XVI hizo un recuento del estado del mundo durante el año anterior, y, en su diagnóstico, no sólo habló ampliamente sobre el grave problema de la pobreza, sino también propuso unas soluciones que desafían la mentalidad dominante.
El Papa analiza primero la relación entre violencia y pobreza, al comentar los duros sucesos de los atentados terroristas que han sembrado la muerte y la destrucción en países como Afganistán, India, Pakistán y Argelia. La violencia suele acaecer ahí donde hay problemas de falta de recursos materiales. Ante esta situación, el Santo Padre afirmó que “no se puede construir la paz cuando los gastos militares sustraen enormes recursos humanos y materiales a los proyectos de desarrollo, especialmente de los países más pobres”.
Entonces, explica el Obispo de Roma, “para construir la paz, conviene dar nuevamente esperanza a los pobres”. Además de la actual crisis financiera mundial que está afectando a millones de personas, la crisis alimenticia y el calentamiento climático dificultan todavía más el acceso a los alimentos y al agua a los habitantes de las regiones más pobres del planeta. Por eso, “es urgente adoptar una estrategia eficaz para combatir el hambre y favorecer el desarrollo agrícola local”.
Pero la propuesta del Pontífice no se ciñe al tema de la producción de alimentos, sino que va al fondo de la cuestión, y advierte que “para resanar la economía, es necesario crear una nueva confianza”. Este objetivo sólo se podrá alcanzar a través de una “ética fundada en la dignidad innata de la persona humana”.
Benedicto XVI manifiesta que, aunque esto es exigente, no es una utopía. Y recordó su discurso en la Sede de la Organización de las Naciones Unidas, en el que puso de relieve que la Declaración universal de los derechos humanos “se basa en la dignidad de la persona humana, y ésta a su vez en la naturaleza común a todos que trasciende las diversas culturas”. Una ética común para todos es el fundamento para una verdadera solución. Pero no es una moral a la que se llega por el consenso de la mayoría, sino que se basa en la estructura común a todo ser humanos, mejor conocida como naturaleza humana. Ésta ética natural permitirá ayudar a “la juventud, educándola en un ideal de auténtica fraternidad”, porque lo que “socava la paz no es sólo la pobreza material, sino también la pobreza moral”.
Pero la pobreza, según enseña el Papa, no se limita a quienes carecen de recursos materiales, ya que “los seres humanos más pobres son los niños no nacidos. No puedo dejar de mencionar, al concluir, a otros pobres, como los enfermos y las personas ancianas abandonadas, las familias divididas y sin puntos de referencia”. Por eso, es necesario inculcar ideales éticos, pues “la solidaridad fraterna entre todos los hombres es la vía maestra para combatir la pobreza y construir la paz”.
Combatir la pobreza mediante estrategias económicas globales y planes de desarrollo agropecuario está principalmente en manos de los gobernantes. Pero vivir y enseñar la solidaridad y cultivar los valores éticos es tarea de nosotros, los ciudadanos de a pie. El reto de la pobreza también es nuestro.

Correo: lfvaldes@gmail.com
http://columnafeyrazon.blogspot.com

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