Luis-Fernando Valdés
Benedicto XVI está realizando su primer viaje apostólico a nuestro contienente. Llegó a Brasil para inaugurar la V Conferencia del Episcopado Latinoamericano, tal como lo habían hecho en su momento Pablo VI y Juan Pablo II. Esta visita, del 9 al 14 de este mes, supone un nuevo impulso para la vida y la misión de la Iglesia en América Latina. El mensaje papal de estos días es muy rico y encierra una verdadera esperanza tanto para los católicos como para los creyentes de otros credos; sin embargo, una parte de la opinión pública se ha quedado sólo en el tema de los políticos mexicanos y las excomuniones. Por eso, este domingo les presento un breve panorama, muy alentador, de los mensajes del Papa en la tierra brasileña.
En el discurso pronunciado en el aeropuerto, tras ser recibido por el Presidente Lula da Silva, el Papa Benedicto recordó que toda América Latina “conserva valores radicalmente cristianos que nunca serán cancelados”. Y expresó que esta identidad será reforzada, “al promover el respeto a la vida, desde la concepción hasta su muerte natural, como exigencia propia de la naturaleza humana; hará también de la promoción de la persona humana el eje de la solidaridad, especialmente con los pobres y los desamparados”.
Por contraste, cada día los noticieros y periódicos nos han estado reportando sucesos que destruyen a nuestra Patria: corrupción, explotación de menores, asaltos, asesinatos, ejecuciones. Estos hechos nos abren los ojos, y nos descubren –aunque no lo queramos aceptar– que aquellos valores cristianos ya no son compartidos por todos. Es una triste realidad que, para esos maleantes, la vida humana y la justicia ya no son valores, de modo que los pueden pisar. Y lo peor es que esa mentalidad ya está presente incluso en los que no matan ni roban, porque tampoco son solidarios con los necesitado,s ni les importa defender la vida de los inocentes. ¿Podrá salir adelante un país si se funda en valores no cristianos como la corrupción, la mentira, el atropello, la injusticia y la muerte?
Por eso, el Romano Pontífice subrayó que “la Iglesia sólo desea indicar los valores morales de cada situación y formar a los ciudadanos para que puedan decidir consciente y libremente”. Y, para forjar esos valores, la Iglesia buscará el fortalecimiento de la familia como célula madre de la sociedad, cuidará de la juventud y defenderá los valores subyacentes en todos los estratos de la sociedad, especialmente de los pueblos indígenas.
Al día siguiente, ante 40 mil jóvenes, el Papa tocó un tema fuerte: el miedo de la juventud, que revela una carencia enorme de esperanza, porque tiene miedo de morir, de fracasar por no haber encontrado el sentido de la vida, miedo de quedarse fuera, frente a la rapidez desconcertante de los hechos y las comunicaciones. Y Benedicto XVI les ofrece una fuente de sentido, una salida a sus temores: mirar a Cristo, “un maestro que no engaña, que nos invita a ver a Dios en todas las cosas, incluso donde la mayoría ve sólo la ausencia de Dios”.
Nuestra sociedad requiriere de una auténtica esperanza, que nos otorgue la convicción de que vale la pena luchar para establecer los auténticos valores que traigan –además de la justicia social y económica– la auténtica paz interior, el verdadero sentido de existir. Y, nos gusté o no, esto no está en manos de los políticos, porque es una cuestión religiosa, que no atenta contra la laicidad del Estado. Qué bueno que vino el Papa a nuestro continente, para recordarnos que una sociedad sin valores está condenada a auto-destruirse.
Correo: lfvaldes@prodigy.net.mx
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