domingo, 18 de febrero de 2007

“Turismo mortal”

Luis-Fernando Valdés

Resulta novedoso, pero ya existe una nueva modalidad para viajar. Se trata del llamado “turismo mortal”. Aunque de entrada parecería una invitación a realizar una excursión «extrema» (de muy alto riesgo) en montañas, en realidad se trata de un viaje a Suiza o a Holanda, para ingresar en hospitales donde se practica legalmente la eutanasia.
La historia de este tipo de “turismo” inicio cuando el Senado holandés aprobó en abril de 2001 la eutanasia activa, convirtiéndose en el primer país del mundo que legalizó esta práctica. Con una que ley titulada “Prueba de petición de terminación de la vida y ayuda al suicidio”, el Parlamento de ese país indicó que, en el futuro, no se podrá perseguir en los tribunales a los médicos que practiquen la eutanasia conforme a los criterios establecidos por esa ley.
La legalización de la eutanasia desembocó en un "turismo mortal", pues ahora hay viajeros de otros países que acuden a Holanda para acabar con sus vidas. En algunos países se han formado asociaciones que se dedican a organizar viajes para facilitar la eutanasia sin problemas legales ni conflictos judiciales. El "viaje a Holanda" se realiza con un riguroso cumplimiento de la ley, que raya en el fariseísmo, pues para realizar este tour es necesario aportar pruebas médicas, certificados notariales y cierta solvencia económica, puesto que el viaje comprende la asistencia hospitalaria y el funeral.
En Zurich, Suiza, existe la clínica Dignitas, bien conocida por su promoción de la eutanasia, fundada por Ludwig Minelli. Recientemente, el 27 de enero, John Elliot, que sufría de cáncer, viajó desde Australia a este hospital para recibir la eutanasia. Este caso suscitó una polémica en su país natal. Sin embargo, Minelli está haciendo una campaña en Inglaterra para conseguir que puedan acceder a la eutanasia no sólo los enfermos terminales, sino también los que padecen depresión y los que padecen trastornos mentales.
Estos hechos, protegidos por las leyes, invitan a una reflexión profunda. En el caso de la medicina, si acepta este tipo de prácticas, perderá su sentido de servicio a la vida, de ayuda a la salud, para convertirse en un instrumento de “suicidio asistido”, que es precisamente el extremo opuesto. John Wyatt, neonatólogo consultor en el University College London Hospital, al exponer su oposición a la eutanasia de recién nacidos, explicaba que «la mayoría de los doctores y profesionales de la salud creen que una vez que introduces la posibilidad de un asesinato intencional en la práctica médica, cambias la naturaleza fundamental de la medicina».
En esta reflexión también hace falta exponer una nueva visión del hombre, en la que los diversos estadios de la vida humana sean entendidos y ayudados. Desafortunadamente, en nuestra cultura parece prevalecer el pragmatismo, que justifica el empleo de cualquier medio para que el hombre prolongue su paso por las etapas más placenteras de la vida, y que acorte su estancia en los momentos de dolor. ¿No es esta concepción del hombre lo que hace que algunas personas quieran vivir como adolescente toda una vida, con miedo de llegar la edad adulta y luego a la ancianidad?
La enfermedad, el dolor, el ocaso de las facultades físicas y psicológicas son parte del camino de la existencia, y sería una peligrosa reducción sostener que sólo cuando hay plenitud de salud vale la pena vivir. Se requiere un nuevo turismo, dirigido al interior del hombre, en el que se nos enseñe a encontrar el auténtico sentido de las diversas etapas adversas de nuestra vida.

Correo: lfvaldes@gmail.com
http://columnafeyrazon.blogspot.com

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