Año 12, número 588
Luis-Fernando Valdés
Se celebró el Día
Internacional de los Pueblos Indígenas. Todos estamos de acuerdo en que debemos
respetarlos y a ayudarlos en su desarrollo, pero ¿estamos dispuestos a aprender
de ellos?
Una niña indígena mexicana, en la Misa de Francisco en San Cristobal de las Casas (15 feb. 2016) (Foto: radiovaticana.va // AFP) |
El Papa Francisco
se unió a esta celebración y expresó
a través de su cuenta en Twitter una petición de que los pueblos indígenas sean
respetados, “ya que están amenazados en su identidad y hasta en su misma
existencia”. (@Pontifex_es,
9 ago. 2016)
2. Una nueva visión de los indígenas.
No es la primera vez que Francisco defiende a los Pueblos indígenas. Además, el
Papa ha ido más allá de una mera solidaridad hacia ellos, pues los considera
como quienes “tienen mucho que enseñarnos, que enseñar a la humanidad”.
De esta manera el
Pontífice desafía varios prejuicios modernos. Algunos de ellos, referentes al
medio ambiente, pues la mentalidad industrializadora –a nombre del progreso– considera tanto que se puede romper la armonía
de la naturaleza como que los pueblos que viven en contacto con ella están
condenados al subdesarrollo.
Por eso, en su
visita a México, Francisco para defender el medio ambiente, pidió que
aprendamos de estos pueblos, pues ellos “saben relacionarse armónicamente con
la naturaleza, a la que respetan como “fuente de alimento, casa común y altar
del compartir humano”. (Homilía,
15 feb. 2016).
3. De la exclusión a la interculturalidad. La
relación de los pueblos indígenas latinoamericanos con los Estados dentro de
los cuales viven es complicada, porque
estos pueblos tienen una cultura y lenguas propias, pero a la vez pertenecen a
naciones consolidadas, en las que viven.
Las soluciones que
muchas veces se proponen son poco integradoras: desde el exterminio cultural
hasta el aislamiento territorial. El Santo Padre propone una vía de armonía, en
la que la pluralidad no rompa la unidad.
Así, en Bolivia,
Francisco animó al movimiento indígena latinoamericano a “buscar la conjunción
de sus pueblos y culturas”. A esa conjunción el Papa la llamó “poliedro”: “una
forma de convivencia donde las partes conservan su identidad construyendo
juntas una pluralidad que no atenta, sino que fortalece la unidad”. (Discurso,
9 jul. 2015)
Para el Papa ese
“poliedro” es la clave para que en un mismo territorio vivan juntas dos
culturas, sin dar lugar a la ruptura territorial. Por eso, según Francisco, la “búsqueda de esa
interculturalidad que combina la reafirmación de los derechos de los pueblos
originarios con el respeto a la integridad territorial de los Estados nos
enriquece y nos fortalece a todos”. (Ibídem)
El fenómeno de la
globalización ha conllevado serios problemas como el daño ecológico causado por
una explotación frenética de los recursos naturales de los países pobres, y como
la difícil integración de las culturas indígenas en las sociedades modernas.
El Papa Francisco ha
dado un paso adelante al reconocer el importante papel que deben jugar los
pueblos indígenas en la cultura contemporánea y al ponerlos como modelo de
respeto a la “casa común” y de integración cultural. Tenemos pues mucho que
aprender de ellos.
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