Año 8, número 355.
Luis-Fernando Valdés
La crisis de la
seguridad pública se agudizó con el motín del Penal de Apodaca, N.L., en el
cual murieron 44 reos y se fugaron 30 presos. Este indignante hecho nos hace
reflexionar, una vez más, sobre el tráfico de armas, que es una de las causas
de la violencia generalizada.
Recientemente, el
Gobierno Federal ha hecho un llamado a los Estados Unidos para reducir el
tráfico de armas. Y, por otro lado, la Santa Sede hizo un llamado en la ONU
para combatir el comercio de armamento. Son voces independientes entre sí, que
reflejan lo que los ciudadanos pedimos: que el lucro de los armeros no se puede
poner por encima de la paz de nuestra Nación, ni por arriba de las vidas
humanas.
El espectacular fue hecho con tres toneladas de armas destruidas. |
El Primer Mandatario
señaló que este monumento es como un recordatorio del reclamo que México le
hace a Estados Unidos, para que detenga el paso ilegal de armas con las que se
apertrechan los criminales.
Calderón Hinojosa
argumentó que uno de los principales factores que fortalece a los cárteles es
el lucro desmedido de la industria armamentista, la cual defiende la venta
indiscriminada de productos bélicos para preservar sus intereses.
Y el pasado 13 de
este mes, el arzobispo Francis A. Chullikatt, Observador Permanente de la Santa
Sede ante las Naciones Unidas, intervino en la IV sesión del Comité
Preparatorio de la Conferencia ONU sobre el “Tratado del comercio de armas”. [Noticia]
Mons. Chullikatt
explicó que, para la Santa Sede, el principal objetivo del Tratado debería ser “no
solamente reglamentar el comercio de armas convencionales, sino también, y
sobre todo, el de ‘desarmar’ el mercado ilícito internacional de las mismas”.
El Prelado sostuvo
que la ausencia de reglas y de transparencia en el comercio de armas tiene una
serie de consecuencias humanitarias: “se retrasa el desarrollo humano integral;
aumenta el riesgo de conflictos y de inestabilidad; peligra el proceso de paz y
se facilita la difusión de una cultura de violencia y criminalidad”.
Después de repasar
ambos discursos, parece claro que lo que el Observador vaticano afirmó en la
ONU se cumple claramente en nuestro País. De manera que, mientras la industria
armamentista no esté sujeta a regulación y el tráfico de armas no se reduzca,
los conflictos armados en México no parecen tener solución a corto plazo.
Esta situación es
una muestra clara de que, en Occidente, la visión comercial prevalece sobre el
enfoque humanista. El dinero está por encima de las personas, y el lucro
justifica toda la violencia generadas por las armas puestas en manos de los
criminales.
Pero esto nos
permite llegar al fondo del problema: la visión del hombre. Mientras el ser
humano sea considerado como medio y no como fin, como consumidor y no como hijo
de Dios, el dinero seguirá siendo el criterio supremo de nuestra civilización.
Por eso, hace falta que los ciudadanos retomemos el verdadero humanismo, que
ponga al ser humano como centro de la vida económica, para que el grito “no
more weapons” sea realmente escuchado.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Compártenos tu opinión