Año 7, número 333
Luis-Fernando Valdés
Benedicto XVI
termina hoy su viaje apostólico a Alemania, su tierra natal. Su andar es lento,
pero su paso es arrollador. Los eventos de esta gira pastoral han buscado
cerrar viejas heridas y, de paso, tirar prejuicios. La paciencia ante las
críticas y la claridad intelectual del Pontífice lo han hecho avanzar en la
adversidad como un “panzer”.
El Presidente alemán Wulf da la bienvenida al Papa Benedicto XVI. (Foto: www.augsburger-allgemeine.de) |
De la historia del
Papa alemán se cuentan dos versiones: la de los clichés y la de la vida real.
Antes de su elección a la Sede Pontificia, la imagen impuesta por cierta
ideología –y la más difundida por algunos medios– fue la de un hombre severo,
implacable, intransigente, como un tanque de guerra que no se detiene con nada,
aunque destruya lo que pisa. Le llamaron el “Panzer Kardinal”, en alusión a los
vehículos blindados alemanes de la Segunda Guerra.
Pero la versión
actual, la apegada a su realidad, no es contada sólo por vaticanistas y por la
prensa, sino también es vista directamente por millones gracias a los portales
de video y de noticias en internet. Y esta historia es otra: Joseph Ratzinger
es un hombre afable, con grandes sentimientos, un poco tímido, un místico, de
gran apertura intelectual; encarna la combinación de una incomparable
inteligencia con una gran fe en Jesucristo.
El Pontificado de
este Papa tiene unas grandes líneas, que ha ido siguiendo desde el inicio, pero
que quizá han sido poco destacadas por los medios. Estos principios de acción
se reflejan en los símbolos que va utilizando en cada viaje. Y en esta visita a
Alemania esos signos no hablan, ¡gritan!
Benedicto XVI ha
ido a su tierra natal a reconciliar a la Iglesia con el mundo moderno, y a
intentar superar los errores históricos. Impresiona que el Papa no tenga miedo
a hablar con sencillez de estos temas. En este viaje hubo signos muy elocuentes
sobre la relación de la Iglesia con los judíos, con los musulmanes y con los
protestantes, que dan continuidad a la labor de reconciliación iniciada por el
Concilio Vaticano II y consolidada por Juan Pablo II.
Benedicto XVI estrecho lazos con la comunidad judía. (Foto: Wolfang RADTKE / AP) |
En una reunión con
la Comunidad judía, el Papa condenó al nazismo y su intento de destrucción del
Pueblo hebreo, y se alegró por el nuevo florecimiento de la vida judía en
Alemania. Y expresó que “la Iglesia siente una gran cercanía con el pueblo judío”. Sostuvo que “los cristianos
debemos también darnos cuenta cada vez más de nuestra afinidad interior con el
judaísmo” porque “la salvación viene, precisamente, de los judíos”. [Ver discurso completo]
Encuentro con la comunidad musulmana. (Foto: islamhispania.blogspot.com) |
En un encuentro
con los musulmanes, Benedicto XVI manifestó su respeto y cercanía, y buscó
tender un puente entre dos confesiones tan diferentes: “Como personas
religiosas, a partir de las convicciones
respectivas podemos dar un testimonio importante en muchos sectores cruciales
de la vida social (..) como la protección de la familia, fundada en el
matrimonio, el respeto de la vida en cada fase de su curso natural o la
promoción de una justicia social más amplia”. [Discurso]
En el convento de Erfur, donde vivió Lutero. (Foto: www.dw-world.de) |
Fue especialmente
simbólica la visita del Pontífice al convento donde Martín Lutero reflexionó y
escribió sobre la Reforma de la Iglesia, que dio origen a las confesiones
protestantes. El Papa no fue ahí para condenar sino para dialogar. Comentó a
los representantes las iglesias reformadas que es necesario que “no perdamos
casi inadvertidamente las grandes cosas que tenemos en común, aquellas que de
por sí nos hacen cristianos y que tenemos como don y tarea”.
Reconoció que “fue
un error de la edad confesional haber visto mayormente aquello que nos separa,
y no haber percibido en modo esencial lo que tenemos en común en las grandes
pautas de la Sagrada Escritura y en las profesiones de fe del cristianismo
antiguo”. Y subrayó que el gran progreso ecuménico de los últimos decenios fue
posible porque “nos dimos cuenta de esta comunión y (...) la reconocemos como nuestro
fundamento imperecedero”. [Discurso]
Con estos eventos,
el Santo Padre da muestras de su apertura y flexibilidad para buscar la
reconciliación entre las diversas religiones. Quedan realmente atrás los
prejuicios de su supuesta intransigencia de su época de Prefecto de la
Congregación para la Doctrina de la Fe. Pero aquel apodo (“Panzer Kardinal”)
tenía algo de razón, pues subraya la constancia y la fuerza con que Joseph
Ratzinger se apoya en la verdad y en la fe. Estas cualidades son las mismas que
ahora también emplea para llevar a la Iglesia a nuevos tiempos.
Y por eso ahora
podemos emplear ese mote con un nuevo sentido muy positivo: el “Panzer Papst”,
el Papa de un gran empuje, que deja atrás los errores históricos porque los
reconoce, y que supera el obstáculo de los prejuicios con el motor de la
verdad.
lfvaldes@gmail.com
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