Luis-Fernando Valdés
Como para no creerlo. Ahora que todo mundo está ahorrando su dinero por la crisis financiera global, una campaña publicitaria ¡que no vende ningún producto! ha ganado miles de euros. Primero en Inglaterra, luego en España y recientemente en Argentina, ha aparecido en la publicidad del transporte público un slogan promoviendo el ateísmo. Pero ¿para qué sirve esta campaña, que ganó más de 150 mil euros en su primera semana?
En los primeros días de este año, 600 autobuses en Inglaterra aparecieron con un cartel que anunciaba “Probablemente Dios no existe. Deja de preocuparte y goza de la vida”. A mitad de enero esta misma publicidad llegó a España. Estas iniciativas contagiaron a Argentina, a principios de este mes, donde una veintena de ONG arrancaron una campaña para promover la renuncia a la Iglesia Católica bajo el lema “No en mi nombre”.
Sólo comentaremos la campaña europea. La iniciativa partió primero de Estados Unidos y más tarde de la “British Humanist Association” impulsada por el biólogo ateo Richard Dawkins, con el propósito de hacer “pensar a la gente, algo completamente contrario a la religión”.
Como es evidente esta campaña se refiere al Dios de los cristianos, pues en las naciones donde se ha implementado son de mayoría cristiana. De modo que la afirmación va dirigida directamente al Dios-Amor de la Biblia. ¿No es paradójico decirle a Jesús de Nazaret, –que murió perdonando, que enseñó el amor al prójimo y a disculpar al enemigo, que convivió con los pobres y los pecadores–, “ojalá no existas”?
Con una sutileza que cumple con los parámetros de los políticamente correcto, no se afirma que Dios no existe, sino sólo que es “probable”. Se siembra la duda, pero ¿para qué? Para no tener ya problemas de conciencia: “deja de preocuparte”.
Y es verdad, si Dios existe, al final de nuestra vida, cada uno le daremos cuentas de nuestras acciones. Que un Ser Supremo me pida cuentas y me pueda premiar o castigar, siempre será un freno para no cometer ciertas acciones. En cambio, si no existiera, afirmaríamos con Dostoievsky que “si no hay Dios, todo está permitido”.
Aparentemente, esta publicidad estaría liberando al hombre del yugo de la conciencia moral. Se trata de quitar aquello que complicaría las vidas de todos los que viven para el consumismo, el confort y el hedonismo. Sin embargo, este mensaje ateo, lejos de beneficiar a la sociedad, está confirmando que el mal puede tomar posesión de nuestro mundo. Recordarles al corrupto, al ladrón y al violento que, al final, el que la hace la paga, puede moverles a reflexionar sobre su conducta perversa, y posiblemente esto le cause una cierta preocupación. Pero si alguien les susurra al oído que “probablemente Dios no existe”, los torturadores, los traficantes de armas y de drogas, los terroristas, los dictadores, los abortistas, los pederastas, los servidores públicos corruptos y tantos otros se acomodarán más tranquilamente en sus sillones.
De igual manera, ¿qué pasará con los pobres, los marginados, los explotados, los secuestrados? La injusticia que recibieron quedaría impune para toda la eternidad. Entonces se podría pisar a los demás, pues no habría más castigo que el de la justicia humana, si es que llega. La razón misma se niega a aceptar que el mal pueda quedar sin castigo. Por eso, más bien, probablemente Dios sí existe. El ateísmo no resuelve nada.
Correo: lfvaldes@gmail.com
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