domingo, 21 de septiembre de 2008

Morelia: hachazo en la raíz

Luis-Fernando Valdés

El grito de Independencia de este año ha dejado una marca imborrable en la Historia de nuestra Nación. Es una herida que tardará muchos años en restañar, porque esas granadas fueron arrojadas por manos criminales, pero la culpa la sentimos todos, pues todos hemos contribuido a la degradación moral y social de México, y ahora estamos pagando nuestras negligencias.
Mientras veía los noticieros, una metáfora me vino a la memoria. Fueron las palabras de Juan el Bautista, cuando exhortaba a la conversión: “Ya está el hacha puesta a la raíz de los árboles; y todo árbol que no dé buen fruto será cortado y arrojado al fuego” (Mateo 3, 10). Nuestro País sufre una grave crisis de identidad, porque a nombre de la libertad y de la democracia, hemos renunciado a los valores. Los valores morales son parte fundamental de la herencia cultural de una Nación; conectan a una generación con la siguiente, y le dan una profunda cohesión a los ciudadanos. Son la raíz espiritual que alimenta el ámbito espiritual de un Pueblo.
Durante décadas fuimos forjando un hacha. Cada quien a su escala, pero dejamos que la corrupción se hiciera el modo de vida de los mexicanos: no pagar impuestos, comprar artículos piratas, copiar en la escuela, comprar títulos universitarios, falsificar facturas, arreglar resultados deportivos, mentir al contestar el teléfono, dar datos falsos al IFE, vender y comprar litros de 900 mililitros. “No robarás”, “no mentirás” dejaron de ser parte del Decálogo. Peor aún, encontramos la manera de adulterar los preceptos de la Ley divina, que hasta Dios es víctima de nuestras transas.
Durante años estuvimos afilando el hacha, hasta hacerla capaz de romper madera y metal. Nada justifica los bombazos sufridos por los morelenses –y por todos los mexicanos con ellos–, pero todos contribuimos a establecer un ambiente de violencia. ¿Cómo se divierten los niños en los videos juegos? Algunos lo hacen sanamente, pero otros ganan puntos y puntos decapitando al rival, aunque sea virtualmente. Es absurdo, se les enseña a ganar a costa de matar sanguinariamente al adversario. ¿Cuántos asesinados se ven semanalmente en las series de televisión? Además, cuando las leyes que nos configuran como Nación establecen que un ser humano no-nato no tiene derecho a la vida, nos están diciendo que cualquiera puede disponer de la vida de los demás: “si una madre puede eliminar a su hijo, ¿por qué yo no voy a matar a mi enemigo?”
Y esta pesada y filosa hacha asestó un golpe letal en nuestras raíces. México agoniza, porque su fuente de vida –sus valores, sus virtudes– ha sido severamente lastimada. Esas explosiones en Michoacán no nos hubieran dañado como Nación, si fuéramos un Pueblo unido, ordenado, justo, que llama a las cosas por su nombre. Pero esas bombas no encontraron resistencia: son el fruto de la corrupción, de la mentira, de nuestra cultura contra la vida, de la división que hay entre los ciudadanos.
Y habrá más hachazos. ¿Cómo evitar que, al final, caiga México? Ya es tiempo de tomarnos muy en serio la formación de los valores en los jóvenes –y en los mayores–. Urge una revisión a los valores morales que se imparten en las escuelas y en los medios de comunicación. Debemos voltear nuevamente hacia los milenarios Diez Mandamientos, y ver que siguen vigentes. Nuestra raíz se agosta porque ahora los mexicanos decimos “sí mentirás”, “sí robarás”… “sí matarás”. No es cuestión meramente religiosa, es un asunto ético-cívico impostergable.
Correo: lfvaldes@gmail.com
http://columnafeyrazon.blogspot.com

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