domingo, 20 de agosto de 2006

Libros de educación sexual

Luis-Fernando Valdés

Durante la semana estuve pendiente de los comentarios de la prensa sobre los libros de educación sexual que se utilizarán en Primero de Secundaria. Me encontré con algunos editoriales que critican a las asociaciones de Padres de Familia que han protestado por el contenido de esos textos, como si esos papás propusieran que no se enseñara a los jóvenes la realidad de la sexualidad. Pero me parece que esos autores no han captado del todo el núcleo de aquellas protestas.
El fondo de los reclamos hacia esos libros es que separa la sexualidad del conjunto de la persona. Como bien apunta la editorialista Paz Fernández Cueto, el planteamiento de esos textos «disocia la sexualidad de la procreación, el amor del placer, el deseo de la responsabilidad, condicionando la bondad de la experiencia sexual al placer» (Reforma, 18.VIII.06).
En efecto, hay sofisma de fondo con el que se pretende introducir esos libros al mundo académico. La argucía consiste en que se presentan como libros «de biología», o sea textos «de ciencia», que nada tienen que ver con la moral, como si la sexualidad se pudiera desligar de la «ética». En realidad, no se puede separar la ética de la sexualidad, porque toda acción libre siempre es moral.
Las quejas sobre la educación sexual consiste en que se dé a conocer a los jóvenes el funcionamiento sexual, desligado del conjunto de la persona, de la familia y de la moral. Además, esos datos no siempre están de acuerdo con la madurez psciológica de los jóvenes y, por eso, pueden fácilmente llevar a la confusión o producir incluso el mismo efecto que la pornografía.
Algunos de esos libros inducen a disociar el placer sexual del amor. Dice uno de ellos: «otros autores vinculan al erotismo con el amor sin embargo, puede tenerse una experiencia erótica sin amor y con placer» (Ciencias 1 Biología, Ed. Macmillan). Esta invitación al mero erotismo distorciona la sexualidad humana, y transtorna el equilibrio psicoafectivo del adolescente: se le invita a que utilice el lenguaje corporal del amor, aunque en su mente y su corazón no exista ese afecto.
En otro libro se induce a buscar pornografía, aunque se le quiera encubrir de «trabajo de investigación». El texto de Científicas 1, de Grupo Editorial Norma, dice: «Investiga en la biblioteca o en Internet, la información necesaria para que en tu cuaderno ejemplifiques los mitos que existen sobre el autoerotismo y expliques por qué no causan daños físicos y psicológicos». O sea, le piden al joven de 12 o 13 años que busque en la red material sobre la masturbación. ¿Y, además de texto, qué va a encontrar sino imágenes eróticas? ¿Deja eso de ser pornografía sólo porque se está cumpliendo con un deber escolar?
Además, la calidad científica de algunos de esos libros deja mucho que desear. En los tratados de psicología siempre hay un capítulo sobre algunas disfunciones sexuales, llamadas parafilias, como lo son el fetichismo, el voyerismo, el exhibicionismo, etc. Contra toda ciencia, en el mencionado libro de Grupo Editorial Norma se sugieren prácticas parafílicas: «el placer erótico también se puede experimentar a través de imágenes, textos, sonidos, olores, texturas, y sabores en sujetos y objetos materiales o imaginarios».
Es necesario que los Padres de Familia, que son los primeros interesados en la educación de sus hijos, levanten su voz, y pidan que se revisen los programas y los textos de educación sexual, para que se enseñe una sexualidad encaminada al amor limpio y a la formación de una familia estable.

Correo: lfvaldes@gmail.com
http://columnafeyrazon.blogspot.com

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