Año 14, número 680
Luis-Fernando Valdés
El Vaticano publicó un audaz documento que advierte sobre la falta de ética en algunas actividades financieras internacionales e incluso propone un impuesto mundial sobre las transacciones “offshore”. ¿Qué valor tiene esto?
Los paraísos fiscales generan problemas económicos a muchas naciones (Foto). |
1. El contexto. El pasado 17 de mayo, la Santa Sede presentó un documentosobre la ética de algunos aspectos del actual sistema económico y financiero, titulado en latín “Oeconimicae et pecuniariae quaestiones” (‘Cuestiones económicas y financieras’).
Resulta muy novedoso que un documento que trata asuntos de índole financiera haya sido realizado por la Congregación para la Doctrina de la Fe, oficina que trata fundamentalmente sobre cuestiones teológicas, en conjunto con el reciente Dicasterio para el Servicio del Desarrollo Humano Integral.
2. Para el alcanzar el bienestar no bastan los mecanismos económicos. El escrito busca dar una respuesta a la mala situación ética de la economía mundial, a la que continuamente hace referencia el Papa Francisco con sus famosas frase como “esta economía mata” o la “cultura del descarte”.
El documento hace ver que, aunque los mercados son importantes para que la mayor parte de la humanidad obtenga un bienestar material, se necesita no sólo de una regulación de las dinámicas mercantiles sino también de unos “principios éticos claros” a favor del ser humano (n. 3a).
De esta manera, un sistema económico no se justifica sólo por su eficacia en la “obtención de beneficios”, sino también por su capacidad de “producir desarrollo para todo el hombre y todos los hombres” (n. 10d).
Con esta nueva lógica, “el bienestar debe evaluarse con criterios mucho más amplios que el producto interno bruto (PIB) de un país, teniendo más bien en cuenta otros parámetros, como la seguridad, la salud, el crecimiento del “capital humano”, la calidad de la vida social y del trabajo” (n. 11a).
3. El problema ético de los paraísos fiscales. Se trata de un territorio o Estado, también llamado como “guarida fiscal”, que se caracteriza por aplicar un régimen tributario especialmente favorable a los ciudadanos y empresas no residentes que ahí se domicilian para efectos legales.
El documento denuncia que frecuentemente las “sedes offshore se han convertido en lugares de lavado de dinero “sucio”, es decir, fruto de ganancias ilícitas (robo, fraude, corrupción, asociación criminal, mafia, botín de guerra…)” (n. 30e).
4. Los problemas económicos generados por las guaridas fiscales. El texto pontificio explica también que “más de la mitad del comercio mundial” se realiza por entidades, que para reducir drásticamente su carga fiscal transfieren los ingresos de un lugar a otro, “dependiendo de lo que les convenga”. Les pasan los beneficios a los paraísos fiscales y envían los costos a los países con altos impuestos, en lugar de que en un mismo país se queden tanto los beneficios como los impuestos. (cfr. n. 30e).
Y el resultado de ese tipo de operaciones financieras es que se le quitan “recursos decisivos a la economía real”, y ha dado lugar a la “creación de sistemas económicos basados en la desigualdad” (ibídem).
Como el centro de la economía debe ser el bienestar de todos los seres humanos y no sólo de algunos, el documento propone que, si “bastaría un impuesto mínimo sobre las transacciones offshore para resolver gran parte del problema del hambre en el mundo, ¿por qué no hacerlo con valentía?” (n. 31).
Epílogo. Aunque el Vaticano no tiene ninguna fuerza vinculante hacia ningún país, el documento sí tiene una gran fuerza moral, válida para todas las personas, porque propone que el hombre –y no las ganancias– sea el centro de la economía y las finanzas mundiales.
Es muy importante que una institución mundial como la Iglesia preste su voz para denunciar los abusos económicos de unos pocos que afectan a decenas de países y a millones de personas, ya que el mal perdura mientras no es puesto al descubierto.
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