lunes, 11 de marzo de 2013

¿Cuál es el “candidato de Dios”?


Especial: Sede Vacante, n.8.
Luis-Fernando Valdés

Inicia el Cónclave. Todo el mundo está a la expectativa de quién será el nuevo Pontífice de la Iglesia Católica. ¿Cuál de los cardenales es el más apto para este ministerio? ¿Cómo debe ser el elegido? ¿Quién será el nuevo Papa?


Iniciará el Cónclave. Los cardenales ingresarán a
la Capilla Sixtina para elegir al "Candidato de Dios".
A lo largo de estas dos semanas de Sede Vacante, hemos escuchado diversos pareceres muy autorizados sobre el perfil del futuro Papa. Por una parte, los purpurados se han reunido en las llamadas “Congregaciones generales”, para exponer la situación actual de la Iglesia, de manera que los electores pueden perfilar su voto por un candidato, que sea capaz de dar respuesta a esas necesidades actuales del Catolicismo.

Por otra parte, los periodistas especializados y los comentaristas han elaborado una serie de características del nuevo Papa. Las han establecido en base a la relación que la Iglesia debería mantener con el mundo y la cultura de nuestros días.

De esta manera, el cardenal con mayores posibilidades de ser elegido sería aquel que sea capaz de hacer una reforma de fondo en la Curia romana, de extirpar el cáncer de la pedofilia, de sanear las finanzas vaticanas, de continuar con el diálogo ecuménico, etc.

Además, algunos especialistas sugieren que tenga un perfil humano alegre, que pueda influir en la cultura de Occidente, que dé un lugar prioritario a los pobres, y que haga recuperar el liderazgo moral a la Iglesia (cfr. Wall Street Journal, 10.mar.2013).

Todos estos análisis son muy importantes, porque la Iglesia y su Pontífice tienen una misión de servicio hacia la Humanidad, que está compuesta por hombres y mujeres de esta época; y, por tanto, debe adecuarse a esta realidad.

Sin embargo, la Iglesia es una institución simultáneamente humana y divina. Por eso, no basta analizar únicamente el aspecto humano y los retos del nuevo Papa; sino que hace falta también contar con la perspectiva sobrenatural, pues de lo contrario sería imposible entender el verdadero perfil del candidato.

Los electores toman en cuenta los dos factores: el perfil humano, que le permita al futuro Papa afrontar los retos actuales de la Iglesia, y el talante espiritual, pues ante todo el Papa debe ser un hombre de Dios, una persona que aborde desde la fe los problemas, que tenga una gran confianza en el Señor y que sea capaz de transmitir el amor de Dios a los demás.

Por eso, si no se tiene en consideración este elemento espiritual, si no se cuenta con la acción de Dios a través de los hombre, ni los vaticanistas ni los expertos en apuestas conseguirán atinar quién será el futuro Papa.

En cambio, cuando consideramos este factor religioso, se entiende mejor el perfil del candidato. El nuevo Pontífice deberá ser una persona de profunda espiritualidad que sepa escuchar la voz de Dios, como Juan XXIII y Pablo VI, que entendieron que Dios les pedía la reforma de la Iglesia, y dieron lugar al Concilio Vaticano II.

Que oiga las inspiraciones de Dios, como Juan Pablo I, que tradujo su fe en una sonrisa que se ganó al mundo en su cortísimo Pontificado; como Juan Pablo II, que entendió que Dios le pedía ser un Papa peregrino, que llevó la fe a los rincones lejanos de la Tierra y le dio voz a los que no tienen voz.

Que busque a Dios en su corazón y cumpla su Voluntad, como Benedicto XVI que supo entender que el Señor le pedía aceptar ser Papa, y comprender que ya no debía ser más el Pontífice Romano.

Un hombre de Dios, un hombre de Iglesia, un hombre de nuestra época: éste es el candidato de Dios.

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