sábado, 27 de junio de 2015

Una ecología desde la fe

Año 11, número 529
Luis-Fernando Valdés

La encíclica “verde” del Papa Francisco ha suscitado tanto muestras de apoyo como reacciones críticas. Algunos medios se han enfocado en destacar este contraste, más que centrarse en el contenido mismo del texto. ¿De qué trata la “Laudato si’ ”?

Lo primero que hay que considerar es que se trata de un texto religioso católico, que versa sobre un problema universal que afecta a todos los habitantes del planeta tierra. Esto significa que la encíclica comparte preocupaciones comunes sobre el problema del medio ambiente, y que les da una respuesta católica: desde el Evangelio, leído desde la Tradición y apoyado en la  Doctrina Social de la Iglesia.

Se trata de una gran novedad en la que la Iglesia Católica se abre al diálogo para buscar una respuesta común con toda la gente del planeta, ante el urgen problema ecológico. “Necesitamos una conversación que nos una a todos, porque el desafío ambiental que vivimos, y sus raíces humanas, nos interesan y nos impactan a todos”, explica Francisco (n.14).

La carta encíclica “Laudato si’ ” (LS) es muy compleja, porque integra muchas temas, a los que estudia desde ejes comunes, como son entre otros la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta y la convicción de que en el mundo todo está conectado (nn. 15 y 16).

Así, la primera parte del documento pontificio es un diagnóstico sobre “lo que le está pasando a nuestra casa común”. Ahí el Papa invita a “tomar dolorosa conciencia” de las causas del problema ecológico (n.19).

El Pontífice señala cuáles son esas causas: la contaminación y el cambio climático, la cuestión de la escasez y distribución del agua, el deterioro de la calidad de vida humana y la degradación social, junto con una “inequidad planetaria” (es decir, “los más graves efectos de todas las agresiones ambientales los sufre la gente más pobres”: n.48).

En el capítulo segundo, el Papa señala con valentía que esta crisis tiene “raíces humanas”, y se enfoca en el mal uso de la tecnología, que otorga “un dominio impresionante sobre el conjunto de la humanidad y del mundo entero”, y que históricamente ha sido mal utilizada en las guerras para destruir al ser humano (n.104).

Ante este problema de la tecnología, Francisco propone una nueva “cultura ecológica”, que consiste en  “una mirada distinta, un pensamiento, una política, un programa educativo, un estilo de vida y una espiritualidad que conformen una resistencia ante el avance del paradigma tecnocrático” (n.111).

Pero la propuesta del Santo Padre no concluye ahí. También incluye  que  haya un “diálogo sobre el medio ambiente en la política internacional” (n.164), que la política y la economía dialoguen para favorecer al hombre (n.189) y que las religiones dialoguen con las ciencias (n.199).

Y luego de esta base común con todos los humanos, el Pontífice propone una “educación y espiritualidad ecológica” (n.202). Pero no se trata de fundar una religión común, sino que es una propuesta de espiritualidad basada en la tradición católica, que habla de conversión, de alabanza a la Trinidad y del recurso a Santa María.

De esta manera, la LS nos presenta el liderazgo moral de Francisco que hace causa común con todos los humanos para enfrentar el problema ecológico, buscando lo que todos tenemos en común y compartiendo la espiritualidad católica con los hombres de buena voluntad.

Esta breve exposición no agota la riqueza de la LS, tanto en su contenido –que merece ser conocido y reflexionado– como en las reacciones que ha suscitado. Por eso, seguiremos tratando sobre ella en las próximas columnas.


sábado, 20 de junio de 2015

Iglesia y ecología

Año 11, número 528
Luis-Fernando Valdés

Francisco publicó la tan esperada encíclica sobre temas de ecología. Ante la destrucción masiva del medio ambiente, hacía falta una voz internacional para defender el planeta. ¿No se tardó la Iglesia en reaccionar? ¿Es el primer Papa que se preocupa por la ecología?

(Foto: aleteia.org)
El pasado jueves 18 de junio fue presentado este importante documento pontificio, que lleva el título “Lodato si’ ” (con apóstrofe al final incluido), y trata sobre “el cuidado de la casa común”.

El nombre proviene de un cántico de alabanza a Dios por la creación, compuesto por San Francisco de Asis (s. XIII). El Papa explica que este gran santo ha sido su inspiración, porque “en él se advierte hasta qué punto son inseparables la preocupación por la naturaleza, la justicia con los pobres, el compromiso con la sociedad y la paz interior” (n.10).

El Santo Padre había manifestado su preocupación por las cuestiones ecológicas desde el inicio mismo de su pontificado romano. Y con tiempo se anunció a los medios que este año aparecería la encíclica.

El motivo de la Encíclica es la preocupación “por el daño que le provocamos a causa del uso irresponsable y del abuso de los bienes que Dios ha puesto en ella. Hemos crecido pensando que éramos sus propietarios y dominadores, autorizados a expoliarla.” (n.1)

Y añade Francisco que “la violencia que hay en el corazón humano, herido por el pecado, también se manifiesta en los síntomas de enfermedad que advertimos en el suelo, en el agua, en el aire y en los seres vivientes.” (n.1)

Aunque es la primera encíclica que trata por completo sobre el tema del cuidado del medio ambiente, Francisco no es el primer Papa que ha escrito sobre estos asuntos. De hecho, el Papa argentino cita ampliamente a los pontífices anteriores.

Por ejemplo, el Papa Pablo VI se refirió a la problemática ecológica, presentándola como una crisis, que es “una consecuencia dramática” de la actividad descontrolada del ser humano: “Debido a una explotación inconsiderada de la naturaleza, [el ser humano] corre el riesgo de destruirla y de ser a su vez victima de esta degradación” (citado en n.4).

San Juan Pablo II, en su primera encíclica (1979), advirtió que el ser humano parece “no percibir otros significados de su ambiente natural, sino solamente aquellos que sirven a los fines de un uso inmediato y consumo”. Después el Papa polaco llamó a una “conversión ecológica global” (citado en n.5).

Y Benedicto XVI dedicó un importante espacio al problema del medio ambiente en su encíclica “Caritas in veritate” (29 junio 2009), en la que renovó la invitación a “eliminar las causas estructurales de las disfunciones de la economía mundial y corregir los modelos de crecimiento que parecen incapaces de garantizar el respeto del medio ambiente” (citado en n.6).

Así que el Papa Francisco no es el primero que habla de ecología. De manera que no podría afirmarse que la Iglesia no se ha interesado por este gran problema global. Al contario, esta sinfonía de voces los papas anteriores manifiesta esta preocupación.

Pero además, el Santo Padre hace justicia a que esta preocupación no es exclusiva de la Iglesia católica y cita al Patriarca ortodoxo Bartolomé que afirma que los destrucción de la diversidad biológica es “un es un crimen contra nosotros mismos y un pecado contra Dios” (citado en n.8).

Francisco nos ha entregado una Encíclica que se une a estas voces de preocupación por el cuidado del planeta. Su mensaje es también una denuncia firme contra los abusos. En esta columna estaremos presentando un análisis detallado de este documento.

sábado, 13 de junio de 2015

Ecos de Sarajevo: ¿religiones tolerantes?

Año 11, número 527
Luis-Fernando Valdés

La breve visita del Papa a Bosnia-Herzegovina suscitó perplejidades. Francisco pidió que haya comprensión entre los creyentes de diversas confesiones; pero ¿el respeto a la fe del otro no es una manera de admitir que uno no posee la verdadera religión?

Francisco en Sarajevo, en diálogo con líderes religiosos
(ortodoxos, musulmanes y judíos).
El Santo Padre realizó una visita de un día a la capital de los bosnios, el pasado 6 de junio. El Pontífice al día siguiente explicó que acudió a esa localidad, porque “Sarajevo es una ciudad símbolo”, ya que “durante siglos ha sido un lugar de convivencia entre pueblos y religiones, tanto que es llamada ‘Jerusalén de Occidente’ ”.

Desde finales del siglo XIX, se consideraba que los Balcanes eran “el polvorín de Europa”. De hecho, la Primera Guerra Mundial se desató con el asesinato del archiduque Francisco Fernando, ocurrido en Sarajevo (28 junio 1914). Después de varias guerras en los Balcanes, durante la década de 1990 tuvo lugar otra sangrienta conflagración entre cristianos ortodoxos y musulmanes.

Por eso, el Papa explicó que en el pasado reciente Sarajevo “se ha convertido en símbolo de la destrucción de la guerra”, pero añadió con esperanza que “ahora está en curso un proceso de reconciliación y, sobre todo por esto he ido allá”.

El Obispo de Roma tuvo un encuentro ecuménico con representantes de las demás confesiones del país: musulmanes, ortodoxos y judíos. Allí señaló que en el diálogo interreligioso “se aprende a vivir juntos, a conocerse y aceptarse con las propias diferencias, libremente, por lo que cada uno es”. (Aciprensa, 7 junio 2015)

Para algunos esta actitud del Pontífice sería una muestra de renunciar a tener la verdad sobre la religión (la religión verdadera), ya que pondría al mismo nivel todas las religiones, cayendo en un relativismo religioso.

Sin embargo, esto no es así. Lo que hace el Santo Padre es poner por obra lo que enseña la Biblia. En ella se nos revela que Dios creó al hombre “a su imagen y semejanza” (Gen 1-2), y que esta semejanza se manifiesta en la libertad, aunque ésta pueda ser usada para rebelarse contra Dios (Gen 3).

De esta manera, la Biblia enseña que Dios mismo respeta la dignidad del hombre, aunque se equivoque o aunque no tenga la verdad. No es que la dignidad humana sea superior a Dios, sino que el deseo de Dios es que se respete la dignidad y libertad de cada persona.

Por eso, en el Antiguo Testamento, Dios envía profetas para invitar al Pueblo a reconocer los errores que lo alejan de Dios, pero Dios nunca emplea la violencia para corregirlos. Y en el Nuevo Testamento, Jesucristo enseña con sus obras y también con sus palabras que debemos respetar al prójimo, incluso cuando está en el error o cuando nos ofende.

Por eso, explicó Francisco que el punto de partida para “el diálogo interreligioso, antes incluso de ser una discusión sobre los grandes temas de la fe, es una ‘conversación sobre la vida humana’ (cf. Evangelii gaudium, 250). En él se comparte el día a día de la vida concreta, en sus gozos y sus tristezas, con sus angustias y sus esperanzas; se asumen responsabilidades comunes; se proyecta un futuro mejor para todos.” (Discurso completo)

La actitud de un creyente ante los fieles de otra religión no consiste en renunciar a tener la verdadera religión, sino en creer e imitar que lo que Dios mismo ha hecho: respetar la dignidad humana del otro, aunque no tenga la verdad completa. Entonces, enseña Francisco, “el diálogo es una escuela de humanidad y un factor de unidad, que ayuda a construir una sociedad fundada en la tolerancia y el respeto mutuo.”

sábado, 6 de junio de 2015

Cuando todos fuimos Sarajevo

Año 11, número 526
Luis-Fernando Valdés

El Papa Francisco visitó Sarajevo, donde la guerra entre musulmanes y cristianos dejó millares de muertos y desplazados. ¿Podrán las religiones convivir en paz? ¿O son las religiones causantes de guerras?
"Mir vama", o sea "llevar paz", fue el lema del viaje del Papa.

Por siglos esa ciudad fue conocida como “la Jerusalén de Europa”, donde el cristianismo, el islamismo y el judaísmo vivían en armonía. De hecho, la mezquita, la sinagoga, la catedral católica romana y la Iglesia Ortodoxa Oriental se encuentran a menos de 100 metros la una de la otra.
Sin embargo, también fue el principal escenario de la Guerra de los Balcanes (también conocidas como las Guerras de Yugoslavia), que fueron una serie de conflictos en el territorio de la antigua Yugoslavia, que se sucedieron entre 1991 y 1999. (El Universo, 4 junio 2015)
La conflagración bélica obedeció a causas políticas, económicas y culturales, así como a la tensión religiosa y étnica.  Se calculan entre 130 mil y 200 mil las bajas y millones de personas sacadas de sus hogares.
Famosa por los Juegos Olímpicos de invierno en 1984, siete años después, Sarajevo conmovió al mundo con sus francotiradores serbios y atentados contra civiles inocentes. Es imborrable el recuerdo de Juan Pablo, el 13 de abril de 1997, celebrando la Misa en el estadio de Kosovo, bajo una dura nevada (eltiempo.com). Y así “todos fuimos Sarajevo”, pidiendo la paz en la antigua Yugoslavia.
El Papa Francisco realizó una visita relámpago (6 junio 2015), para conmemorar el 20º aniversario del fin de aquella guerra. Aunque la ciudad parece funcionar con normalidad, continúa existiendo una clara división étnica y política, consecuencia del conflicto. Precisamente lo que el Pontífice pretendía en su viaje era fomentar la unión y la reconciliación. (elmundo.es)
En Sarajevo aún rondan los “fantasmas” de la guerras de religión. Y el Santo Padre se reunión con líderes musulmanes, judíos y ortodoxos para “exorcizar” este temor. Delante de ellos, el Papa pidió por Bosnia y Herzegovina, para que, en paz y armonía, la habiten hombres y mujeres creyentes de distintas religiones, naciones y culturas. (news.va)
En efecto, las religiones no deben separar a los seres humanos. Ante la dialéctica que produce discutir sobre cuál es la verdadera religión, el Concilio Vaticano II realizó un cambio de paradigma en la Declaración “Dignitatis humanae”, que consiste en poner la dignidad humana como fundamento de la libertad religiosa.
Es decir, el ser del hombre y su condición de hijo de Dios, forman una estructura que es la  condición para recibir la verdad. Por eso, el ser humano no puede ser alienado a nombre de la verdad, sea filosófica, sea religiosa, y menos a nombre de opciones políticas y económicas.
No es relativismo religioso, ni relativismo antropológico. Es justo lo contrario: es la gran convicción, la firmeza, la certeza, de que Dios creó al hombre y le dio una dignidad inalienable, la cual es el fundamento para aceptar la fe religiosa.
Sólo desde este punto firme es posible afirmar simultáneamente la verdad de la religión y el derecho a elegir la religión que cada uno considera verdadera. Este fundamento antropológico nos permite ser respetados por nuestras convicciones, tanto si son totalmente verdaderas como si son parcialmente verdaderas. La dignidad es el principio clave para la verdadera tolerancia y la auténtica convivencia.
Hace 20 años todos fuimos Sarajevo, pidiendo la paz de los Balcanes. Ahora todos Sarajevo pidiendo el respeto a la dignidad de la persona, clamando por la verdadera convivencia de los diversos credos religiosos.