sábado, 27 de octubre de 2018

Día de muertos: algo más que sincretismo

Año 14, número 702
Luis-Fernando Valdés

La celebración popular del Día de difuntos hoy día se parece a una mezcla de elementos prehispánicos (flores de muertos), cristianos (visitas al cementerios) o neopagano (Halloween). Ante este aparente sincretismo, ¿qué significado le da el cristianismo a la muerte?

1. La muerte cristiana. El cristianismo ha buscado que las grandes verdades de fe se conviertan en cultura popular. En el tema de los difuntos, la muerte y la resurrección de Cristo son el punto de referencia para reelaborar las tradiciones sobre el recuerdo y las oraciones por los difuntos.
Jesucristo, Dios hecho hombre, asumió la muerte y volvió a la vida, de manera que para el cristianismo la muerte ya no es un hecho definitivo, pues todos resucitaremos al final de la historia. 
La muerte ya no es permanente, y esto permite darle un particular carácter festivo a la celebración del Día de muertos, como sucede en México, donde se decoran las escuelas y universidades con flores de cempasúchil, altares de muerto, y se componen rimas jocosas llamadas “calaveritas”.

2. La muerte neopagana. El “neopaganismo” es un fenómeno que ocurre en los países de tradición cristiana y que consiste en la pretensión de negar las aportaciones culturales de esta religión con el objeto de retornar a la visión autóctona de la vida, previa a la Evangelización.
Esto ha generado un problema: que las personas no saben cuáles elementos de la celebración de este día corresponden al cristianismo y cuáles al culto pagano ancestral. En consecuencia, algunos piensan que son cristianas algunas prácticas paganas, como las siguientes: la devoción a la “Santa Muerte”, la invocación de los muertos para prácticas adivinatorias; la atribución de un significado real a la situación de evocar en el sueño a una persona difunta; pensar que hay un mundo paralelo de difuntos.
Además, las empresas de entretenimiento han creado todo un género llamado “sobrenatural”, en el que hay fantasmas, demonios y videntes de muertos; y a esto habría que añadir el tema de los muertos vivientes o zombis. Nada de esto tiene que ver con la visión cristiana de la muerte.

3. Ocultar la muerte y sus signos. Más allá de la celebración del Día de los fieles difuntos, el problema más serio no es el folklore de las celebraciones, sino que hoy se pretende ocultar la realidad de la muerte, en vez de afrontarla como parte de la existencia humana y darle un significado trascendente.
Por ejemplo, no es infrecuente que familiares, médicos y enfermeros le oculten al un enfermo grave la inminencia de la muerte, y de esta forma le quitan la oportunidad de prepararse: despedirse de los suyos, pedir perdón y, en su caso, abrirse a la fe, para afrontar el deceso con paz y esperanza.
Además, ya no hay lugares para despedirse de los difuntos. Podrá decirse que “en las grandes ciudades de los vivos no hay sitio para los muertos”, pues en las casas no hay espacio suficiente para velar a los difuntos, el tráfico vehicular no permite hacer cortejos fúnebres y los cementerios quedan cada vez más lejos de la ciudad. (Directorio Piedad Popular, n. 258)

Epílogo. La muerte –que siempre trae momentos de tristeza y de dolor– forma parte de la existencia humana y de nuestra vida cotidiana. Durante milenios, las religiones han buscado darle un sentido y encontrarle una esperanza, pero nuestra época, al emanciparse de ellas, nos ha privado de una fuente de esperanza y, a cambio, nos ha traído un gran miedo a hablar de la muerte. Por eso, hoy el mensaje cristiano sobre la muerte y la resurrección se alza como una potente alternativa para no ocultar la muerte y tener una esperanza con fundamento.

viernes, 19 de octubre de 2018

Médicos franceses protestan por mensaje del Papa

Año 14, número 701
Luis-Fernando Valdés

La Orden de Médicos de Francia se manifestó consternada por los “términos violentos” de Francisco, porque el Pontífice comparó el aborto con la contratación de un sicario. ¿Qué hay detrás de este conflicto de palabras?

El Dr. Patrick Bouet del Consejo Nacional de médicos
de Francia protestó que el Papa comparara
 abortar con contratar un sicario. (Foto)
1. El contexto. El pasado 10 de octubre, en la tradicional Audiencia general de los miércoles, el Papa dio una catequesis sobre el Quinto Mandamiento, “No matarás”, al que describió como una “muralla” erigida como “defensa del valor fundamental en las relaciones humanas: el valor de la vida”.
 En su discurso, Francisco hizo un nuevo llamamiento a la defensa de la vida humana, en el que advirtió que el aborto no puede ser una solución “para resolver un problema”. 
El Obispo de Roma cuestionó: “¿Cómo puede ser terapéutico, civilizado, o simplemente humano un acto que suprime la vida inocente e indefensa en su florecimiento? Yo les pregunto: ¿Es justo ‘quitar de en medio’ una vida humana para resolver un problema? ¿Es justo contratar a un sicario para resolver un problema? 
Y el Papa mismo respondió: “No se puede, no es justo ‘quitar de en medio’ a un ser humano, aunque sea pequeño, para resolver un problema. Es como contratar a un sicario para resolver un problema”.

2. Una reacción desde Francia. Al día siguiente, 11 de octubre, el presidente del Consejo Nacional de la Orden de Médicos de Francia, el Dr. Patrick Bouet, dirigió una carta al Nuncio apostólico en ese país, Mons. Luigi Ventura. (La Croix, 17 oct. 2018)
El colegiado escribió que el Papa “ha pronunciado unas palabras muy duras sobre el aborto, que han consternado a la comunidad médica francesa a la que tengo el honor y la responsabilidad de representar”.
Con admirable respeto, el Dr. Bouet continuó: “Si bien entiendo que su Santidad, en nombre de su fe, desea defender los principios importantes para la Iglesia que dirige”, la Orden de Médicos, “no puede aceptar que se arroje así un anatema al conjunto del cuerpo médico, que termina siendo estigmatizado”.

3. Una protesta basada en un sofisma. El citado texto de Bouet basa su protesta en que los médicos “tienen  una vocación de escucha, ayuda y apoyo” para acompañar pacientes en los “momentos difíciles de la vida” y para “asegurarles un acceso a la interrupción voluntaria del embarazo en las mejores condiciones posibles”.
El Dr. Bouet hizo un sutil cambio de tema: dejó de lado el “matar a un inocente” del que habló el Papa y lo reemplazó por la “comprensión de los médicos” que ofrecen un aborto “en las mejores condiciones posibles”.
En otras palabras, para la Orden de Médicos quien facilita un aborto no es un sicario (un asesino) que elimina la vida de un humano por nacer, sino una persona amable porque ayuda a que una mujer pueda interrumpir su embarazo en las mejores condiciones clínicas. ¿Y dónde quedó para el Dr Bouet el bebé que resulta muerto?

Epílogo. Este episodio es un paradigma de la discusión actual sobre el aborto. Es el encuentro de dos posturas: por una parte, la de quien defiende la vida del nascituro es un “dato objetivo”, y, por otra, la de quien apela a los “datos subjetivos” (el sufrimiento de la mujer, la comprensión de su situación, etc.) para sostener que una mujer tiene derecho a abortar.
Hoy necesitamos más que nunca la fuerza moral que nos da ese “no matarás” para defender a los dos, la madre y su hijo: para respetar a la vida del inocente por nacer, y para dar otras opciones a la mujer y al hombre que sienten confusión ante la llegada de un nuevo ser para el que no están preparados.

viernes, 12 de octubre de 2018

El significado de la canonización de Pablo VI y Mons. Romero juntos

Año 14, número ¡700!
Luis-Fernando Valdés

Dos amigos entrañables, hoy santos de la Iglesia
Católica: San Pablo VI y San Óscar Arnulfo Romero.
(Foto: elsalvador.com)
Canonizados en la misma ceremonia, Pablo VI y Mons. Romero se convierten en una señal que el Papa Francisco envía a la Iglesia y al mundo. ¿Cuál es este mensaje? 

1.Pablo VI. Giovanni Battista Montini (1897-1978) fue el Papa Pablo VI (1963-1978), el Pontífice que llevó a termino el Concilio Vaticano II, a la muerte de Juan XXIII, lo cual fue una misión complicada en la que logró mantener la unidad y dar certeza a los 2,500 obispos participantes.
Fue el primer “Papa Peregrino”, antes que Juan Pablo II. Hizo 9 viajes, en los que visitó 19 países de los cinco continentes. El periodista Roberto Paglialonga sugiere que “de alguna manera así presentaba una Iglesia 'en salida', como después la ha definido muchas veces el Papa Francisco”. (Rome Reports, 11 oct. 2018)
Uno de los documentos más importantes de su pontificado fue la exhortación “Evangelii Nuntiandi” (1975), en el que Pablo VI habla del anuncio del mensaje de Cristo al mundo moderno, que además va unido con el servicio a los pobres, la justicia social, el progreso y la promoción humana.

2. Mons. Óscar Romero. Nacido en Barros, El Salvador, en 1917, murió asesinado por odio a la fe, a los 62 años, en 1980. Fue nombrado arzobispo de San Salvador en 1977. Le tocó guiar a la Iglesia católica salvadoreña en un momento social difícil, pues el gobierno emprendió una dura represión contra la guerrilla de izquierda, en la que murieron asesinados sindicalistas, políticos e incluso sacerdotes y monjas.
Mons. Romero denunciaba la violencia tanto de la guerrilla como del gobierno, y les pedía que dejaran las armas. Fue asesinado por orden del gobierno mientras celebra la Santa Misa en la capilla de un hospital. Juan Pablo II visitó dos veces su tumba y Benedicto XVI lo consideraba un santo.
‘Romero’, como le decían con afecto sus fieles, es conocido como el “Obispo de los Pobres”. El postulador su causa, Mons. Vincenzo Paglia cuenta que el arzobispo de San Salvador “estaba con los más pobres. Y estar con los más pobres en aquel tiempo era la manera más eficaz de estar de parte del propio país”. (Rome Reports, 10 oct. 2018)

La habitación de Mons. Romero,
decorada con fotos de su encuentro con Pablo VI.
(Foto:Vatican Insider)
3. Unidos en vida. Mons. Romero no quiso vivir en el palacio arzobispal, sino en una pequeña habitación de una casa (como haría después el Papa Francisco, que no quiso vivir en el Palacio Apostólico). 

En ese espacio de dos metros cuadrados, tenía como decoración un retrato de Pablo VI sobre la mesa de trabajo, y una colección de 9 fotos puestas en un mismo cuadros, de Mons. Romero con “su” Papa. (Vatican Insider, 12 oct. 2018)
Este Papa fue una fuente de inspiración para el arzobispo. El p. Rafael Urrutia atestigua que desde joven “Romero se había aficionado mucho a las enseñanzas de Pablo VI”. Ambos se reunieron el 21 de junio de 1978.
En su diario, Mons. Romero cuenta que el Papa fue con él “cordial, generoso, la emoción de aquel momento no me permite recordar palabra por palabra”. Pablo VI le dijo que sabía lo difícil que era su trabajo, “que puede no ser comprendido, necesita tener mucha paciencia y mucha fortaleza”. (Ibidem)

Epílogo. El gran heredero de ambos santos es el mismo que los acaba de canonizar: el Papa Francisco. Inspirado en parte por Pablo VI, Francisco ha promovido una Iglesia “en salida”, una Iglesia cercana a la gente, especialmente de los más necesitados. Y Mons. Romero ha sido un modelo de obispo de las “periferias”, cercanísimo a los pobres y a los marginados, tal como el Pontífice pide que sean los pastores de la Iglesia de hoy.


viernes, 5 de octubre de 2018

¿Una Iglesia sin jóvenes?

Año 14, número 699
Luis-Fernando Valdés

Inicia el sínodo de los obispos para hablar de la vinculación de los jóvenes con la Iglesia, en un momento en que los escándalos están ahuyentando de la fe a las nuevas generaciones. ¿Cómo podrá el Papa volver a acercar a los jóvenes a la Iglesia?

Acercar a los jóvenes a la Iglesia, el reto del Papa
y del Sínodo de Obispos (Foto)
1. Un contexto complejo. En medio de una crisis mundial por las denuncias de abuso sexual, inicia el Sínodo de Obispos de la Iglesia católica cuyos temas centrales son los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional.
Durante la reciente visita apostólica a Estonia, Francisco reconoció que la “Iglesia debe renovar su vínculo con los jóvenes y escuchar mejor”. El Pontífice lamentaba que los recientes escándalos de abusos por parte del clero hayan alejado de la fe a los llamados “millennials”.
El cardenal brasileño Sergio Da Rocha, relator de este evento, afirmó durante la presentación del Sínodo que “se escuchan voces que culpan a los jóvenes de haberse alejado de la Iglesia, pero muchos han vivido situaciones que les han llevado a afirmar que es la Iglesia la que se aleja de ellos”.

2. Un sínodo dirigido a los jóvenes. Estas circunstancias hacen más compleja la reunión de obispos cuya temática sobre los jóvenes ya estaba programada desde el año pasado. En este sínodo, están presentes 266 obispos de todo el mundo, junto con 23 expertos y 36 jóvenes.
 Se debatirán los temas que preocupan a las nuevas generaciones. El documento preparatorio (Instrumentum laboris), acepta que “muchos jóvenes católicos no siguen las indicaciones de la moral sexual de la Iglesia”, y recomienda que “la cuestión de la sexualidad debe discutirse más abiertamente y sin prejuicios”.
No faltarán tampoco preocupaciones constantes en el discurso de Francisco: la inmigración, el trabajo y la llamada “cultura del descarte”, junto con el problema de la migración de los jóvenes. (La razón, 3 oct. 2018)

3. La estrategia del Papa. Para poder ayudar a los jóvenes en su camino hacia la fe, Francisco ha marcado el método a seguir durante esta reunión eclesial: escucharlos. “Una Iglesia que no escucha –afirmó en la inauguración del sínodo– se muestra cerrada a la novedad, cerrada a las sorpresas de Dios, y no podrá resultar creíble, en especial, para los jóvenes que, inevitablemente, se alejarán en lugar de acercarse”.
El Pontífice comentó que las fases previas a este sínodo pusieron en evidencia una Iglesia “en deuda de escucha” a los jóvenes. Y reconoció que por eso, muchas veces, las nuevas generaciones “no se sienten comprendidos en su originalidad y, por tanto, no escuchados como son en realidad y, en ocasiones, incluso rechazados”.

Epílogo. Los jóvenes de hoy están abiertos a Dios, a lo sobrenatural, a algo más allá,  pero muchas veces no conectan con el modo de transmisión que utilizan los pastores de la Iglesia, los catequistas y los propios padres de familia. 
Por eso, el gran reto de hoy para atraer a las nuevas generaciones consiste en escucharlos. Y al mismo tiempo, para ser escuchada, la Iglesia tiene otro desafío: la autenticidad, el testimonio de coherencia entre lo que se profesa y lo que se vive. Sólo así se superará el grave problema de los escándalos.