domingo, 26 de agosto de 2012

¿Sin religión, disminuiría la violencia?


Año 8, número 382
Luis-Fernando Valdés

Una duda se asoma en los corazones de muchas personas, cuando escuchan noticias de violencia causada por motivos religiosos: ¿Sin religión el mundo sería menos violento? Sin embargo, esta sospecha ¿tiene un verdadero sustento en la realidad?

El Patriarca de Moscú y el Primado de Polonia
firman la histórica declaración común.
Se ha creado una creencia común en torno a la religión, como fuente de violencia. Pero recientemente ha ocurrido una jornada histórica en Varsovia, que desmiente este prejuicio (17.VIII.2012). Se reunieron el Arzobispo Jozef Michalik, Presidente de la Conferencia Episcopal de Polonia, y el Patriarca de Moscú y de todas las Rusias, Kirill I, buscando la reconciliación entre la Iglesia ortodoxa rusa y la Iglesia católica polaca.

Ambos líderes religiosos buscaron superar un doloroso pasado: desde los combates entre el ejército polaco-lituano y las tropas del zar en el siglo XVII, a la masacre de Katyn en 1943, cuando la policía secreta soviética asesinó a 22 mil prisioneros de guerra polacos.

Mons. Michalik y Kirill I, firmaron un “Mensaje común a los pueblos de Rusia y de Polonia”, primer documento común entre ambas Iglesias, en el que llaman “al perdón, a la reconciliación y al diálogo”, para sanar el pasado y emprender “la vía de la renovación espiritual y material”. El Papa Benedicto XVI calificó esta declaración común como “un acontecimiento que suscita esperanza para el futuro” (19.VIII.2012). [Ecclesia digital, 17.VIII.2012] [Texto completo de la Declaración]

Recientemente, también se llevó a cabo en Italia el “Rimini Meeting”, que entre sus variadas actividades, trató directamente el tema de la violencia suscitada a nombre de la religión. William Cavanaugh, profesor de estudios católicos de la Universidad de Chicago, aseguró que “eliminar el mito de la violencia religiosa significaría para algunos pueblos comenzar a no ser enemigos”. [Romerports.com, 24.VIII.2012]

Por su parte, Mary Ann Glendon, profesora de derecho en Harvard y ex embajadora estadounidense ante la Santa Sede, propuso “desechar el mito según el cual la religión sería fuente de luchas y división”.

Sostuvo que hablar de luchas religiosas, como el caso de Nigeria, “es otro mito que hay que desechar. A menudo se confunde la religión con las políticas identitarias que se aprovechan de los símbolos religiosos para encubrir sus verdaderos objetivos”. [Vatican Insider, 24.VIII.2012]

Este es el fondo de la cuestión: pensar que las religiones contienen en sus respectivos credos una indicación a pelear. Como hemos visto, la causa no está en el credo religioso, sino en motivaciones de tipo político que manipulan la religión para legitimar sus fines oscuros.

Para que disminuya en el mundo la violencia por motivos “religiosos” no hay que buscar que desaparezcan las religiones (“laicismo”), pues éstas no son la causa. Más bien hay que exigir una “sana laicidad”, es decir, reclamar que los políticos no utilicen la religión o los sentimientos religiosos populares para conseguir sus fines partidistas, económicos o tribales.

Esta misma “sana laicidad” debe pedir a las religiones que se purifiquen de las adherencias históricas no religiosas (políticas, nacionalistas, etc.), para que entablen un diálogo constructivo, que tutele la dignidad humana, favorezca la fraternidad universal y contribuya a la paz.

El encuentro del Primado polaco y el Patriarca ruso, así como las ponencias de los intelectuales reunidos en Rimini, son un silencioso cambio histórico. Desde ahora la afirmación de que la religión genera violencia queda casi como un “mito”. Seguramente seremos testigos de que el diálogo entre religiones va ser el catalizador de la búsqueda de la paz.

domingo, 19 de agosto de 2012

Pussy Riot: derechos en pugna


Año 8, número 381
Luis-Fernando Valdés

El grupo ruso de rock “Pussy riot” ha saltado a la fama por enfrentarse al Presidente Putin. Recientemente fueron condenadas sus integrantes a dos años de prisión por protestar dentro de la Catedral ortodoxa. Y la opinión pública mundial se alzó contra el gobierno ruso. Sin embargo, ¿sabrán los manifestantes lo que está de fondo?

Quizá ni al más experto guionista se le hubiera ocurrido una historia de intriga tan complicada, en la que se mezclan el Presidente de Rusia, la Iglesia ortodoxa, un grupo de rock, movimientos feministas y la opinión pública mundial.

Las integrantes del grupo rock,
al momento de escuchar la sentencia.
Los medios no paran de publicar las protestas de importantes artistas. Paul McCartney, Madonna, Björk, Sting, Red Hot Chili Peppers, entre otros, manifestaron su rechazo a la sentencia, y exigieron libertad de expresión. Pero un apoyo de esta magnitud puede hacer que la opinión pública internacional considere a estas cantantes unas “mártires de la libertad”, sin cuestionar cuáles fueron los hechos.

De la noche a la mañana este grupo ruso se hizo mundialmente famoso. Pero, ¿quiénes son realmente las “Pussy riot”? Se trata de Nadezhda Tolokonnikova, de 22 años; Maria Alyokhina, de 24; y Yekaterina Samutsevich, de 30.

El periodista de AP, Mansur Mirovalev, explica que este conjunto es “musicalmente precario”, pues toda su obra se reduce a seis canciones y cinco videos. “Con una grabación precaria y un canto compuesto de repeticiones y alaridos, las cantantes feministas fueron desestimadas por muchos críticos y oyentes por considerarlas no profesionales, provocadoras y obscenas”. Sin embargo, esos videos fueron el detonador del movimiento de protesta contra la reelección de Vladimir Putin.  [Terra.com, 18.VIII.2012]

Las cantantes fueron arrestadas en marzo después de irrumpir encapuchadas en la Catedral ortodoxa de Moscú, durante una Misa. “Virgen María, echa a Putin”, cantaron estas mujeres mientras se desprendían de sus ropas hasta bailar en ropa interior y tocar la guitarra. [Notimex, 17.VIII.2012]

La juez Marina Syrova dijo en su veredicto que las acusadas “cometieron vandalismo motivadas por su intolerancia religiosa”, ofendiendo a muchos creyentes. Rechazó los argumentos de la defensa de que las artistas estaban protestando por el apoyo de la Iglesia ortodoxa a Putin y que su intención no era herir los sentimientos de los creyentes. [Milenio.com, 18.VIII.2012]

¿Qué está en juego? Hay dos derechos humanos que corren el riesgo de ser contrapuestos. Por una parte, el derecho de libertad de expresión y, por otra, el respeto a las creencias religiosas.

Todo mundo tiene derecho a dar a conocer su opinión sobre sus gobernantes, pero al manifestar sus convicciones políticas las chicas de “Pussy riot”, atropellaron la religión, pues profanaron un templo, interrumpieron el culto e hirieron la sensibilidad de los creyentes con la letra de su canción.

No defiendo al Premier ruso ni la política de la Iglesia ortodoxa, pero las cantantes le dieron argumentos a Putin para encerrarlas, pues sí cometieron un delito contra la religión. Desde el punto de vista jurídico no hay nada que objetar, aunque esta sentencia parecería una venganza política, que utiliza a la religión como pretexto.

Las protestas internacionales claramente apuntan al Presidente reelecto, pero pagan un precio muy caro, el de atropellar el derecho al culto, y el de apoyar la falta de respeto hacia los gobernantes y jerarcas religiosos.

¿Pueden ser icono de la libertad de expresión unas personas que para defender un derecho humano atropellan otro? ¿Más que mártires, no serán más bien la carne de cañón utilizada por los opositores de Putin?

domingo, 12 de agosto de 2012

Réquiem a un sabio de hoy


Año 8, número 380
Luis-Fernando Valdés

Aunque era un hombre muy reconocido internacionalmente, el fallecimiento del Autor de “Los 7 hábitos de la gente altamente efectiva” pasó casi desapercibido en los medios (16.VII.2012). Por su enorme calidad humana y por su sabiduría, le rendimos homenaje a Steven Covey (1932-2012).
Stephen R. Covey (1932-2012).
Foto: REUTERS.

Mi encuentro con las obras de este importante escritor, más que casual fue “por imposición”. Había terminado la Licenciatura en Filosofía y trabajaba como consultor en una oficina de información. Mi jefe me indicó que leyera el libro de los “7 hábitos”, para establecer en base a esos siete principios, una plataforma común de trabajo entre él y yo.

Me negué, argumentando que un recién graduado en Filosofía, con sólidas bases de antropología, ¿qué tenía que aprender de un “libro de auto-superación”? Pero mi jefe no me dio opciones y lo empecé a leer bajo el adagio “al mal paso, darle prisa”.

Pero me equivoqué, pues desde las primeras páginas me di cuenta que Covey explicaba con maestría que la vida humana se basa en principios, que no dependen del hombre, y que en la medida en que el ser humano se adecue a ellos puede ser mejor persona.

Y, además, lo hacía de una manera amena y clara, y desde estos principios explicaba la verdadera eficacia. Pero la eficacia no consiste en sacar resultados cada vez mejores, sino en desarrollar lo más profundo de uno mismo: la proactividad (entendida como la responsabilidad personal para abordar las circunstancias de la vida), y el sentido de misión desde el cual uno desarrolla los roles que juega en su vida personal, familiar y laboral.

Después de esa primera lectura, he releído varias veces los “7 hábitos”, además de estudiar otras obras de este Autor. En Covey he visto realizado una meta que yo me había planteado desde la Universidad: aplicar la Filosofía a la vida diaria.

Además, Stephen Covey trataba con pericia un tema que es central para mí: desarrollar un modo de pensar que explique con claridad quién es el hombre y que, a la vez, esté claramente abierto a la fe, sin pretender interferir en los terrenos de la Teología.

Ese fue el ideal que yo aprendí en mis años de estudio en la Universidad Panamericana: que “de la verdad del hombre se llega a la verdad de Dios”. Y, Covey, un comprometido fiel de la religión mormona, realizó esta gran meta argumentando desde los principios que rigen la vida ética del ser humano, sin hacer una filosofía confesional. De hecho, comulgo bastante con sus principios éticos, siendo yo un teólogo católico.

Stephen Covey fue una gran persona, se casó con Sandra Merrill en 1956, y tuvieron 9 hijos; al morir dejó 52 nietos y 16 bisnietos. Apasionado por la familia, aplicó los “7 hábitos” a la realidad familiar en un libro que ha servido de inspiración a muchos matrimonios, a los que les explica los grandes principios naturales del amor y de la fidelidad.

La nota necrológica redactada por su hijos describe el talante religioso que inspiró su pensamiento: “A lo largo de su vida, la mayoría de las mañanas, se levantaba temprano, iba a un lugar donde pudiera estar solo, y rezaba, meditaba y estudiaba las Escrituras. Esta victoria privada diaria, como él la llamaba, se convirtió en la fuente de su seguridad, guía, sabiduría y poder”.

La sabiduría de Stephen Covey da muchas lecciones, entre otras que cuando buscamos los principios de la existencia humana, podemos entablar un diálogo sincero y fructuoso entre creyentes de distintas confesiones, porque la verdad humana constituye una base común para todos. Descanse en paz un gran sabio.

domingo, 5 de agosto de 2012

Banco Vaticano, transparencia oscurecida



Año 8, número 379
Luis-Fernando Valdés

Esta semana el Moneyval, organismo europeo que evalúa el lavado de dinero y la financiación del terrorismo, emitió su dictamen sobre el Banco Vaticano (18.VII.2012), y dio un diagnóstico muy favorable. Pero fue la noticia que circuló por el mundo la que resultó reprobada en transparencia. Una vez más, nos encontramos ante una situación de ética en los medios de información.

Esta vez ha sido el vaticanista norteamericano, John L. Allen Jr., el que ha expuesto la diferente valoración de los medios ante un mismo hecho. Él mismo ya había pronosticado semanas antes, que cuando Moneyval publicara sus resultados, el informe estaría “probablemente destinado a provocar titulares confusos y contradictorios acerca de lo bien que lo hiciera el Vaticano” (All Catholics Things, 22.VI.2012).

John L. Allen, Jr.,
reconocido vaticanista norteamericano.
Y la predicción se cumplió. El mismo Allen presenta los titulares contradictorios sobre esta noticias, por parte de varios medios importantes. Associated Press: “El Vaticano pasa la prueba clave de la transparencia financiera”. AGI: “Reprueba Moneyval del Vaticano”. L'Espresso: “Moneyval pasa al Vaticano”. RTE: “Serias deficiencias identificadas en el Banco del Vaticano”.

Es llamativo: ante un mismo suceso, se dan dos valoraciones opuestas: reprobar y aprobar. Pero, ¿qué dice el informe realmente? Allen analiza el dossier y destaca el equilibrio de los evaluadores, pues por una parte reconocen lo positivo, como la rapidez por parte de la Santa Sede “para poner remedio a algunas de las deficiencias señaladas durante la primera visita sobre el terreno” o como la disposición del Banco Vaticano “para seguir avanzando para mejorar y modernizar sus leyes y prácticas”. Y por otra, los observadores señalan que “aún deben abordarse cuestiones importantes con el fin de demostrar que en la práctica se ha instituido un régimen plenamente eficaz”.
Portada original del informe de
Moneyval sobre el Banco Vaticano.

Pero el vaticanista subraya que no apareció en las noticias, un dato que es clave para matizar los “escándalos” de los meses anteriores: “Aunque ha habido recientes acusaciones infundadas de corrupción en los medios de comunicación –señala el informe– no hay evidencia empírica de la corrupción que tiene lugar en la Ciudad del Vaticano Estado”. Además, Moneyval encontró que “la amenaza de lavado de dinero y financiación del terrorismo es muy baja”. [Texto completo del informe]

¿Por qué estás diferencias de enfoque? Posiblemente, esto se deba a que el dossier tiene 241 páginas, y la noticia tenía que salir al día siguiente. En cualquier caso, la ética periodística debe dar prioridad a la objetividad que a la prisa. Leer y analizar todo este informe era algo más que un reto, pero la seriedad del caso ameritaba que fuera estudiado a fondo.

Es de sentido común, que si con diagnóstico rápido el médico me indica que debe extirparme un riñón, yo exija que se realicen nuevos estudios, más serenos y profundos. ¿Quién tendría prisa en recibir un diagnóstico, cuando está de por medio algo grande? En este caso, lo que está juego no es tanto la Iglesia cuanto la verdad y la objetividad, aunque sean difíciles de conseguir.

Sin embargo, en esta situación percibo algo muy bueno. Hoy hay una gran “sed de transparencia” por parte de la sociedad. Esa transparencia es el gran requisito para la confianza. Las personas necesitan confiar en alguien para orientar su vida. Cuando piden transparencia a la Iglesia, en el fondo, se están planteando depositar en ella su confianza. Me alegro pues por este proceso de exigir transparencia.


Para saber más:
Comentario de la Santa Sede al Informe de Moneyval