Año 7, número 325
Luis-Fernando Valdés
Ojalá que hubiera sido una noticia aislada, la que nos informó que una banda de secuestradores, en Ciudad Juárez, daba culto a la “Santa Muerte”. Tristemente es algo frecuente: muchos delincuentes recurren a ella. Sin embargo, casi nadie sabe de qué se trata esta creencia. ¿Por qué la invocan los criminales?
Como muestra, el pasado 15 de julio, fue arrestado un grupo de secuestradores, en aquella ciudad fronteriza de Chihuahua. En la casa de cautiverio, la Policía localizó una calavera vestida de novia, al menos dos cráneos y un altar donde se colocaban cajetillas de cigarros; además se encontraron esqueletos y cráneos, al parecer para su uso en algún tipo de culto a la muerte o para la práctica de un ritual satánico, informó la Fiscalía del Estado (www.excelsior.com).
La llamada “Santa Muerte” se representa con la figura de un esqueleto ataviado con un vestido largo, capucha, una hoz y un reloj de arena. Este culto es promovido por una agrupación no-católica que se autonombra “Iglesia Católica Tradicional MÉX-USA, Misioneros del Sagrado Corazón y San Felipe de Jesús”.
David Romo Guillen, líder del culto a la "Santa Muerte", arrestado por la PGJDF, recibió el auto de formal prisión por secuestro, el 28 de enero pasado [ver noticia] |
Aunque su nombre parece tan católico, en realidad este grupo religioso no está en comunión con la Iglesia Católica ni con la Santa Sede. Sus ministros de culto no son sacerdotes católicos, y su líder, el arzobispo David Romo Guillén, no es un sacerdote católico, ni es reconocido por el Vaticano.
El núcleo doctrinal de esta devoción es sincretista. Toma elementos prehispánicos de culto a la muerte; también adopta algunas formas católicas, que confunden a los propios católicos; y no faltan tampoco elementos de santería brasileña.
Muchas personas dirigen a la imagen de la “Santa Muerte” peticiones de amor, afectos, suerte, dinero y protección, pero también le hacen súplicas malintencionadas y de daño a terceros. Esta devoción esta vinculada a distintos tipos de delincuencia como el narcotráfico y asaltantes, que la invocan para no morir en los combates. Sin embargo, sería un error pensar que este culto a la sea sólo practicado por personas o grupos delincuenciales.
¿Qué hay de verdadero en esta religión? En realidad, pocas cosas. Primero, porque la muerte no es una persona, ni un ángel, ni siquiera una cosa. La muerte es una “situación”, que consiste en la separación del alma (el principio vital del hombre) y del cuerpo.
En muchas culturas tanto antiguas como modernas, la muerte suele ser “representada” artísticamente, o presentada como un personaje literario. Pero en todo caso, no se pretende decir que la muerte sea alguien real, sino que a través de ese personaje de ficción se ilustran enseñanzas para el ser humano, como la rapidez de la vida, o la necesidad de aprovechar el tiempo.
En segundo lugar, la Sagrada Escritura enseña que la muerte es consecuencia del pecado (Romanos 5, 12), es decir, del alejamiento de Dios por parte del hombre. De manera que la muerte es un castigo, no un premio; no es tampoco una situación a desear, sino un mal ante el que sólo cabe tener la esperanza que Cristo ha vencido a la muerte (Juan 5, 24-30), y que por eso adelante volveremos a la vida al final de los tiempos (1 Corintios 6, 14).
La “Santa Muerte” es una superstición que aleja del verdadero Dios y además tiene un alto precio social, porque sirve de pretexto a los violentos para hacer lo que está mal: robar, secuestrar, torturar, matar. Y estos abusos no tienen nada que ver ni con la libertad religiosa ni con la verdadera religiosidad humana.
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