Benedicto XVI saluda a los 200 mil fieles reunidos en la Plaza de San Pedro durante el "Pope Day"
Luis-Fernando Valdés
Aunque en nuestro País tuvo poco eco mediático, el domingo pasado (16 de junio), Benedicto XVI recibió un homenaje multitudinario, en la Plaza de San Pedro. Durante el tradicional rezo del Angelus, el Papa fue calurosamente aclamado por cerca de 200 mil personas, que celebraban el “Pope Day”. ¿Por qué tanta gente? ¿es popularidad o mero fanatismo? ¿hay algo más?
Unos días antes de esa acogida, el Papa había celebrado una Misa en Fátima (Portugal), con medio millón de asistentes, cien mil más que los que Juan Pablo II había reunido en ese mismo lugar, 10 años antes.
Ambos eventos, tiran al aire un mito que fue inventado casi desde el inicio del pontificado de Benedicto XVI: que éste iba a ser menos popular que el Papa Woytila. Es decir, que el auge Papado estaba ligado al carisma personal de Juan Pablo II, y que desaparecería cuando el Papa polaco falleciera.
Estos hechos no tendrían tanta relevancia, si en las semanas anteriores la figura del Papa no hubiera atravesado la dura crisis mediática, producida por el escándalo de abusos a menores por parte de unos cuantos sacerdotes. Este episodio, calificado por Benedicto XVI como la persecución más dura de la historia, debería haber bajado la popularidad del Obispo de Roma, y sucedió justo lo contrario.
Es importante buscar la causa de este fenómeno, y no dejarnos llevar por respuestas simplificadas o por prejuicios. Sería una respuesta muy simple decir que es por “fanatismo”, pues en semanas anteriores hemos publicado las muestras de apoyo de intelectuales europeos que se declaran agnósticos. Y el domingo pasado apoyaron al Papa también políticos no católicos. ¿Desde cuándo los no creyentes son fanáticos de la religión?
La figura del Papa es algo más que ser el jefe de una religión mundial. El mensaje bimilenario que sostiene y transmite íntegramente de una época a otra, coincide con lo más profundo de la aspiraciones humanas de felicidad, plenitud, concordia, solidaridad y paz.
Posiblemente, la fidelidad inquebrantable a ese mensaje con el que la gran mayoría se siente identificado, aunque no sea creyente, sea una de las causas de esta popularidad del Santo Padre. El mundo globalizado necesita un líder moral y lo ha encontrado en el Obispo de Roma, a pesar de las diferencias en las creencias religiosas de los diversos pueblos del planeta.
Además, creyentes o no, todos intuimos que “puede haber” algo más, de origen sobrenatural, que sea la explicación de este mundo; y saber que hay un hombre comprometido a fondo con esa causa, a todos nos llena de esperanza: si ese Dios cercano y misericordioso que Benedicto XVI predica existe, el mal de este mundo no tiene la última palabra.
Sin embargo, el fenómeno del papado no se explica sólo con categorías sociológicas. ¿Qué rey o emperador ha tenido una continuidad de 21 siglos? ¿Qué líder moral es reconocido por personas de lugares y culturas tan distintas: desde Roma hasta Pekín, pasando por New York, Johannesburg y Sydney?
Seguramente debe haber “algo más” que lo explique: no es descabellado pensar que las palabras de Jesucristo: “Tú eres Pedro y sobre esta Piedra edificaré mi Iglesia”, son las que otorgan al Pontífice Romano ese “blindaje” especial, que garantiza que el Papa seguirá ahí, y que siempre tendrá un sucesor. Esa misma protección sobrenatural es la que hará que, a pesar de sus malos miembros, la Iglesia continúe con su papel de valuarte de la vida, de la familia, de la cultura y de la paz.
Correo: lfvaldes@gmail.com
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