sábado, 4 de enero de 2014

2014 ¿año de la paz?

Año 10, número 452
Luis-Fernando Valdés

Cada vez que iniciamos un nuevo año, la ilusión de todos es que venga la paz. Pero la historia nos muestra que cada año se multiplican los conflictos bélicos. ¿Hay alguna fórmula eficaz para que advenga la concordia en este 2014?

La preocupación por la paz del mundo es compartida por todos los ciudadanos y por muchas instituciones, como la Academia Sueca que otorga el Premio Nobel de la Paz. A ese mismo esfuerzo se une, el primer día de cada año, la Santa Sede con la Jornada Mundial de la Paz.

En esta ocasión, el Papa Francisco por primera vez pronunció su mensaje por la concordia de las naciones y las personas. Con gran visión, el Santo Padre centró su mensaje en un punto de partida que es asequible a todos: en la fraternidad que es el fundamento y camino de la paz. En efecto, el deseo de una vida plena, que está en el corazón de toda persona, siempre incluye un “un anhelo indeleble de fraternidad” (Mensaje Jornada Mundial de la Paz, 1 enero 2014, n. 1a).

Para captar mejor esta realidad es importante recordar que la guerra no se le limita a los conflictos armados, sino que abarca también “otras guerras menos visibles, pero no menos crueles, que se combaten en el campo económico y financiero con medios igualmente destructivos de vidas, de familias, de empresas” (cfr. n. 1d).

De manera que, en el interior de cada uno de nosotros y en nuestro entorno cercano, con frecuencia también puede faltar la paz. Y mientras no haya paz ahí, en lo más profundo de nosotros y de nuestro ambiente, no podrá haber concordia en nuestro País ni en el mundo.

Para que la armonía esté presente en el entorno de cada uno es necesaria la fraternidad, y esta hermandad no es un invento social para no destruirnos unos a otros, sino que está arraigada en los más profundo de nosotros mismos.

En efecto, todos sabemos que para llevar una vida plena necesitamos convivir con los demás, ver en ellos “no enemigos o contrincantes, sino hermanos a los que acoger y querer” (n. 1a). Y esto responde a una dimensión natural en el ser humano que es el aspecto relacional.

Y precisamente ahí, señala el Papa Bergoglio, radica la posibilidad de la paz. “La viva conciencia de este carácter relacional nos lleva a ver y a tratar a cada persona como una verdadera hermana y un verdadero hermano; sin ella, es imposible la construcción de una sociedad justa, de una paz estable y duradera” (n. 1b).

Sólo desde esta fraternidad, habrá un fundamento y un camino para la paz (n. 4), se podrá vencer la pobreza (n. 5), la economía estará al servicio del hombre (n. 6), la guerra se extinguirá (n. 7), y se contribuirá a cuidar la naturaleza (n. 8).

Sin embargo, el Santo Padre es muy claro al advertir que esta fraternidad no será posible si “se ignora la dimensión trascendente del hombre” (cfr. 10), es decir, que hace falta recurrir a una “paternidad” común, que dé fundamento a esta “fraternidad”, “ya que una fraternidad privada de la referencia a un Padre común, como fundamento último, no logra subsistir” (n. 1f).

Dado que “una verdadera fraternidad entre los hombres supone y requiere una paternidad trascendente” (n. 1f), para conseguir la paz hace falta cultivar a la dimensión religiosa del ser humano, porque sólo ahí podemos descubrir en Dios al Padre común que nos hace hermanos y nos permite hacernos “prójimo” del otro.

2014 será el año de la paz, sólo si cada uno redescubrimos esta dimensión religiosa, sobrenatural, de nuestra relación con los demás. Y entonces, cuando demos armonía a nuestro entorno, podremos aspirar a la concordia del mundo.

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