Año 8, número 363.
Luis-Fernando Valdés
En el año 2010,
Benedicto XVI decidió tomar medidas fuertes sobre la Iglesia en Irlanda, que no
había actuado con rapidez y severidad en los casos de abusos a menores. El Papa
pidió una investigación, cuyas conclusiones se acaba de publicar. ¿Qué
descubrió el Vaticano en las tierras de San Patricio?
En 2010, el Santo
Padre envió una Carta
a los católicos de ese país (19.III.2010), y luego ordenó una visita
apostólica (una “auditoria”) a cuatro diócesis (12.XI.2012),
que concluyó el verano de 2011. La Santa Sede prometió un documento con las
conclusiones de esa visita (6.VI.2011),
que ahora se acaba de publicar (20.III.2012).
El documento resume
los resultados que derivaron de las visitas a las cuatro archidiócesis
metropolitanas de Armagh, Dublín, Cashel
y Emly, y Tuam, a cerca de treinta institutos religiosos y a cinco seminarios:
Saint Patrick's College de Maynooth, Pontificio Colegio Irlandés en Roma, Saint
Malachy College de Belfast, All Hallows College de Dublín y Milltown Institute
of Theology and Philosphy de Dublín.
El informe
responde a los cuestionamientos que se le hicieron a la Iglesia durante los
momentos más duros de esta crisis: encubrimiento y reacción lenta, una
estructura burocrática que no favorecía una respuesta rápida y contundente, la
atención a las víctimas, y la cooperación con las autoridades civiles y la
formación de los candidatos al sacerdocio, para que esto no se repita.
El texto reconoció
la gravedad de las faltas que dieron lugar en el pasado a una comprensión y una
reacción insuficientes, incluso por parte de obispos y superiores religiosos. Y
a la vez, el escrito permitió constatar con claridad que a partir de los años
noventa se han dado pasos adelante decisivos, que han llevado a una mayor
consciencia del problema y a cambios
profundos en el modo de afrontarlo.
El informe anuncia
también que la Santa Sede y el episcopado irlandés ya han iniciado un diálogo
para modificar la actual configuración de las diócesis, de manera que sean más
eficaces para ayudar a la actual situación de la Iglesia irlandesa.
El reporte
menciona las líneas de acción a seguir, las cuales prevén la acción conjunta de
las autoridades y de los fieles católicos en el trabajo de prevención y
formación; una estrecha colaboración con las autoridades civiles en la
presentación de las acusaciones; y también el constante recurso a la Congregación para la Doctrina de
la Fe, dicasterio encargado de juzgar a los casos de pederastia.
Pero, ¿qué
descubrió la Santa Sede? Como queda claro en este documento y en los anteriores,
el Vaticano encontró que los obispos implicados no tomaron en cuenta el bien
común, retirando de modo definitivo a los agresores; que la atención a las
víctimas era deficiente; y que se debían replantear la estructura burocrática
misma.
¿Esto es
importante? Sí, lo es, porque implica un cambio muy grande, aunque hoy día no
sea tan perceptible. Se están poniendo las bases para que se reduzcan los
casos, y para darle prioridad a las víctimas. Esto se notará en 10 o 20 años.
Y estas medidas representan
una gran señal para los católicos. El mensaje es claro: el liderazgo de
Benedicto XVI ha mostrado que es capaz de abordar una situación muy difícil, “destapar
las cloacas” y tomar medidas tanto disciplinares (que incluyen la expulsión de
los clérigos abusadores y su denuncia civil) como estructurales (para agilizar
los procesos). Seguramente pasará a la historia como el Papa que se enfrentó
decididamente a la corrupción.
Para saber más sobre
la Iglesia y la pederastia, click aquí.
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